Por Ricardo Pose
“El que tenga una canción, tendrá tormenta El que tenga compañía, soledad. El que siga un buen camino tendrá sillas. Peligrosas que lo inviten a parar.
Pero vale la canción buena tormenta Y la compañía vale soledad Siempre vale la agonía de la prisa Aunque se llene de sillas la verdad”
(Silvio Rodríguez)
Han pasado dos años y medio desde que fueron derrotados quince años de gobiernos progresistas y se ha instalado, en el Poder ejecutivo, en el Parlamento, en el Poder Judicial pero también en lugares decisivos de la sociedad, una concepción reaccionaria de la vida.
Si una razón le asiste a los multicolores, es que todas las catástrofes (reacciones de resistencia diríamos desde éste vereda), anunciadas por la oposición por obra del manejo de la emergencia sanitaria o por la instalación de la Ley de Urgente consideración, no ocurrieron.
Los quince años de gobierno hicieron su trabajo sobre como dirimir las tensiones sociales; fueron el nuevo lubricante en los ya tradicionales amortiguadores batllistas, aquellos por los cuales una parte del movimiento sindical “compró” la visión del mundo del Pepe Batlle, y buena parte de la izquierda mas adelante abrió una carta de garantía al gobierno que impulsó la industria nacional de Luis Batlle, creyendo que solo podría contra los intereses agro exportadores.
Las reformas importantes que llevó adelante el primer gobierno frenteamplista fueron como buen galeno, una operación casi quirúrgica, una medida con bastante ascepcia, en la soledad de un quirófano.
La agenda de derechos en parte consagrada por el segundo gobierno frenteamplista contó con la movilización de los sectores de la pequeño burguesía que se podían movilizar en las calles mientras, durante los tres gobiernos, las grandes masas en términos clásicos “balconeaba” las resoluciones y se aprontaba a ser beneficiarios.
Operaba en el sub consciente no solo una metodología que apostaba todas las fichas a la corrección política y el debate parlamentario y por los medios de comunicación, sino también la necesidad de no violentar la continuidad de una legalidad, de un Estado de Derecho reconquistado con muchísimo sacrificio.
Caricaturas
La convalidación del recinto parlamentario y los set de grabación como nueva arena política de quienes habían legitimado su liderazgo otrora en las calles, debía acompañarse de cierto relato que además, terminara de dar confianza a los nuevos aliados, a los que mascullaban su disconformidad con el nuevo impuesto a las retribuciones personales que hace una elección atrás los había llevado a votar a Jorge Batlle, pero el vaciado de algunos bancos resultó peor que el nuevo impuesto.
Ese nuevo relato tenia que caricaturizar (¿dómesticar?) a los sectores, militantes, dirigentes, viejos y nuevos luchadores sociales para integrarlos a las nuevas reglas del juego, o quedar por fuera de él.
Así, el Che Guevara bajo cuya imagen y en homenaje se había tomado una de las ciudades mas importantes de Canelones, quedó reducido a la de un moderno Quijote latinoamericano, y consagrado ahora nada menos por empresas multinacionales que sin pudor lo estampaba en sus prendas.
Su concepto de “hombre nuevo” pasó a ser una caricatura, a pesar de que esos mismos dirigentes se rasgan las vestiduras hasta el día de hoy diciendo que la parte mas importante de la lucha contra hegemónica es por los valores.
Quines advertían sobre los riesgos de la “Institucionalidad” también fueron perdiendo espacios donde poder discutir fraterna y frontalmente.
Las canciones y la cultura eran estigmatizadas como sesentistas, anticuadas, sin respuestas para el nuevo escenario que vivía el “Uruguay de Izquierda”.
El eje de los debates pasaba y debía centrarse, casi con devoción religiosa, dentro de los limites de la disputa electoral, lo que implicaba no ahuyentar aliados y lograr el delicado arte de mostrarse con identidad de izquierda, gesto moderado y guiñadas hacia el centro.
En una suerte ya no de tiro, sino de ráfaga de sub ametralladora, se dejaron pasar quince años para generar medios de prensa realmente contra hegemónicos y se seguía alimentando el narcisismo aprehendido en lides legislativas, de que rinde mas políticamente medio minuto en un canal de los grandes medios, que una entrevista entera “ a los medios de prensa del movimiento popular”, a pesar del discurso y denuncia contra el blindaje informativo, discurso sostenido, hasta el día de hoy.
Pero a pesar del esfuerzo por hacer méritos y caerle bien a la parte mas dócil de las oligarquías criollas, de hacer bien los deberes de administrar con prudencia parte de la riqueza concentrada en la sociedad y las migajas a la que se puede tener acceso, “los chanchos volvieron a votar a Cativelli”.
Por inercia, las poltronas parlamentarias siguen siendo el reducto y trinchera fundamental de buena parte de la izquierda institucionalizada.
Otra vez le asiste razón a la Derecha en parte, cuando dice escandalizada que el movimiento sindical es el brazo de movilización del Frente Amplio. Matizando la expresión, lo que si pasó es que el movimiento sindical y social, la izquierda social, se encausó por un camino donde no estaban las sillas y sillones donde el relato de una forma de hacer politica, ahora en oposición, había quedado anclada.
Por fuera de las comodidades palaciegas, la gente se amontonó en torno a las ollas, probó caminos de movilización y organización contra la impuesta paralización pandemia mediante, salió a juntar firmas desoyendo advertencias e incredulidades partidarias, y recordó voto rosado mediante a buena parte de los pequeños burgueses que se fueron del astorismo a Ciudadanos y al pobrerio emepepista que se fue con Manini, que en la Derecha no encontrarían tampoco lo que creían haber perdido en la Izquierda.
Han quedado en el camino de los quince años esparcidos por el suelo, restos de proyectos que hoy podrían recogerse y sumarse a banderas de lucha donde encolumnar porciones de pueblo que esperan mansamente al 2024, el susto y sorpresa que pueden llegar a dar en las urnas.
Es que bajo éste gobierno vuelven a vigorizarse los usureros del sistema financiero, las especulaciones de proyectos multinacionales, la concentración de la riqueza y de la propiedad de la tierra, la burocracia en las Instituciones públicas pero también privadas, y lo mas acuciante, en un fenómeno que no solo es Uruguayo, que éstas banderas hoy la empuña la ultra derecha nacionalista.
Algunas medidas propuestas por Cabildo Abierto (ley forestal, rebaja del IVA), el Frente debió votarlo para generar contradicciones en la coalición multicolor o para no perder la punta del tren de su relato histórico.
El diferencial hubiera sido apostar a la movilización de la gente en la calle, alli donde ni siquiera hay un taburete.