Editorial: La cumbre de las Américas

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«Los hermanos sean unidos porque ésa es la ley primera, tengan unión verdadera,
en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean los devoran los de
ajuera»

Martín Fierro (autor José Hernández 1872)

 

Más de un siglo de aquella frase y aún más del americanismo artiguista o de aquel manifiesto por otros gigantes héroes de la patria grande y hoy una acción con poca prensa en el país, despierta en la memoria colectiva aquellas ideas tan viejas como nuevas. Se trata de la respuesta de buena parte del continente a la exclusión de tres de nuestros países (Cuba, Nicaragua y Venezuela) de la 9na. Cumbre de las Américas que se celebrará esta vez en Los Ángeles (EEUU) entre el 6 y el 10 de junio.

Este evento, La Cumbre de las Américas, reúne a jefes de Estados y de gobiernos. En este caso se reunirán  además el 9no. Foro de la Sociedad Civil, el 6to. Foro de Jóvenes de las Américas y la 4ta. Cumbre de CEO de las Américas.

La Cumbre comenzó a realizarse en 1994 a raíz de la iniciativa del ALCA y alineado a la OEA. El ALCA, y para recordarle a nuestros lectores, fue un intento de “(des) integración” impulsado por aquellos años por los EEUU, tan reaccionario que aún en aquellas condiciones fue prácticamente imposible y del cual surgiera aquella famosa frase del presidente Chávez en Buenos Ares en 2005: “ALCA, ALCA, al carajo” . Solo aquella primera cumbre de 1994 y esta última de 2022 fueron organizadas y realizadas en EEUU.

A partir de 2015 Raúl Castro participó de la VII edición realizada en Panamá. Luego Cuba también lo hizo en 2018, no quedando así ninguno excluido y por presión latinoamericana ante el imperio que poco le gustó el resultado unánime contra el bloqueo a tal punto que los excluidos hoy son los tres países que sufren bloqueo económico, o medidas restrictivas por parte de la potencia del norte.

La exclusión que hace Biden declarativamente supone basarse en la acusación a los tres países latinoamericanos de antidemocráticos. Pero las aguas venían turbias desde antes, cuando ya en diciembre 2021 el régimen de Biden montó la mal llamada “Cumbre mundial de la democracia” (¡mira quien habla de democracia!) y dejó fuera a Cuba, Nicaragua, Bolivia, El Salvador, Guatemala y Honduras, y de Venezuela para colmo invitó al líder opositor Juan Guaidó.

Pero EEUU no tuvo en cuenta una cosa… la historia va cambiando su rumbo poco a poco en nuestra región, pues ya dejamos atrás los tiempos de la doctrina Monroe y el panamericanismo. Es que luego de la exclusión el Caribe entero a través de CARICOM, que reúne a 15 naciones, levantó su voz y tampoco concurrirán. Continuaron los presidentes de México, Honduras y Bolivia manifestando su consternación por lo cual tampoco asistirán, en el caso de México solo su canciller.
Luego los presidentes de Guatemala y Brasil, aunque arguyendo otras razones y obviamente los presidentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela plantearon que no asistirán aunque fuesen invitados. Otros países manifestaron fuertemente su desacuerdo como Argentina y Chile.

Parece mentira, pero el lema de la cumbre es “Construyendo un futuro sustentable, resiliente y equitativo”, aunque como se sabe un futuro de esas características no se construye con exclusiones ni países bloqueados y amenazados por no jugar al ritmo del grandote del norte.

Viene como anillo al dedo aquella idea que esgrimía Raúl Sendic y parece comenzar hacer eco en la región, pero también a desoírse con frecuencia: “si nos ponemos a discutir sobre nuestras diferencias, nos podemos pasar toda la vida discutiendo. Si nos ponemos a trabajar sobre nuestras coincidencias, vamos a pasar toda la vida trabajando”. Hoy los encuentros y especialmente en las diferencias se hacen más urgentes que nunca, de lo contrario ya no será posible con enemigos tan gigantes como el imperialismo y nuestra dependencia, el capital transnacional y comunicacional, el narcotráfico, los problemas migratorios, medioambientales, entre otros muchos que nos obligan a sentarnos a la mesa nuevamente latinoamericana en un contexto de crisis mundial, cambios imperiales y locus geográficos del Capital que hacen a espacios guerreristas múltiples.

Esta última idea expuesta tendrá que recalar no solo ni fundamentalmente en gobernantes y dirigentes de nuestras naciones, sino y fundamentalmente en nuestros pueblos y en nuestras izquierdas (incluyendo la nuestra) y sus formas de organización, así tengamos que tomar al toro por las guampas para no desviarnos de nuestro histórico artiguismo que sintetizamos en aquella frase suya: “La libertad de América forma mi sistema, y plantarlo mi único anhelo.”

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