La Rendición de Cuentas, el Costo fiscal y el año del golero

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Por EconomíaPolitica.uy

Sin duda la frase célebre de la semana, publicada el 27/7/2022 por Telemundo, le correspondió a Álvaro Delgado, secretario de Presidencia, cuando en el contexto actual dijo: “Todavía falta muchísimo (para) que esto derrame falta, pero este es el camino«. Y sin duda también falta “muchísimo” es más, lo más probable es que nunca suceda. Y, otra vez sin duda, ese no es el camino de las mayorías en Uruguay, pero si es el de este gobierno.

Otro ejemplo que apunta a la concentración de los ingresos es el costo fiscal de las exoneraciones tributarias. ¿por qué se le llama “costo fiscal”? porque es el costo que se asume desde el Estado por dejar de recibir ingresos por exonerar uno u otro tipo de tributo.

Desde tiempos del Frente Amplio, y gracias a una obligación dictada por ley, se entrega un informe sobre el tema todos los años en cada Rendición de Cuentas. En este año podemos observar algunas variaciones.

El primer cuadro muestra la variación anual de este tipo de costos, con importantes aumentos en las exoneraciones del impuesto empresarial (IRAE), el Impuesto al Patrimonio (IP) y el Impuesto a la Renta de No Residentes. Por tanto, importantes incrementos de un costo fiscal que pagamos las mayorías de este país que no tenemos empresas, ni patrimonio que supere los límites establecidos a partir del cual se comienza a pagar IP.

En virtud de la variación observada en el cuadro 1, la estructura de estos costos o gastos tributarios por exoneraciones varía, incrementándose el costo por IRAE, IP e IRNR aunque este último tiene un peso menor en el total (cuadro 2).

Si sumamos a ello, el comportamiento del PBI descendente hacia el 2020 es de lógica el crecimiento de los gastos por las exoneraciones señaladas. Pero es de señalar que para el 2021 cuando el PBI comienza a recuperarse, también suben estos gastos en relación a los impuestos señalados según se observa en el cuadro 3.

En 2020-21 las exoneraciones se mantuvieron, bajo la perspectiva de apoyar a los inversores «malla oro», en un contexto de baja de la actividad económica medida por la variación del PIB. De esta manera el gasto tributario aumentó como %del PIB, lo cual significó además que sobre todo las personas jurídicas (o sea, las empresas) no compartieran el costo de la crisis en lo que hace al pago de impuestos. Esto es particularmente visible en el aumento de las exoneraciones a quienes pagan IRAE (empresas) en 20% en 2021, y en 25% si comparamos 2021 con 2019.

Algo similar ocurrió con las exoneraciones a activos gravados por el Impuesto al Patrimonio, un importante componente de las exoneraciones a las inversiones bajo el régimen de la Ley de promoción de Inversiones Nº. 16.696.

En 2019 las empresas aumentaron casi un 10% sus exoneraciones, pero hay que tener en cuenta que ese aumento se dio en un contexto en el cual las inversiones promovidas por la COMAP se duplicaron con respecto a 2018, pasando de 737 millones de dólares a 1.544 millones (variación de 109%), según observamos en los cuadros 4 y 5 y el último gráfico presentado. Sin embargo desde 2020 en adelante los proyectos presentados disminuyeron sensiblemente (a la tercera parte).

¿Cuál es entonces la Tasa Efectiva? El Impuesto a la Renta de las Actividades Económicas grava con una tasa de 25% las ganancias obtenidas en el ejercicio económico de las empresas. Sin embargo, a través de la ley de promoción de inversiones, el gravámen sobre las ganancias se puede reducir significativamente, con lo cual la tasa efectiva a la cual finalmente es gravada la renta empresarial es bastante menor, situándose por debajo del 20% solo por este motivo. Agregada la evasión, la tasa efectiva disminuye en realidad por debajo del 10%.

Así las cosas, el derrame será para “el año del golero”.

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