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El ministro de trabajo, Mieres, dijo que uno de cada tres uruguayos mejoró su ingreso, o sea (dicho sin dar vuelta la realidad), el 67% de los uruguayos, ganan menos. Veamos que dice el Instituto Nacional de Estadística (INE), que recientemente publicó información sobre empleo y salarios dando cuenta de cómo se viene llevando a cabo el crecimiento y la distribución del ingreso en nuestro país.
Las distintas publicaciones reflejan el empeoramiento de algunas variables. En lo que refiere al empleo, el mismo empezó a decaer en 2022. Comparando el número de personas empleadas en diciembre pasado con el dato de junio de este año, se refleja una caída de 28.000, pasando de 1.672.000 personas empleadas a 1.644.000. Por tanto, el empleo que había empezado a mejorar en 2021, comenzó nuevamente a caer y desde marzo a junio de este año la disminución del número de personas ocupadas es constante.
Esto va también de la mano con la caída del salario real, es decir, el poder de compra del salario. De diciembre de 2021 a junio de este año ya se registra una caída del 0,6%.
Por tanto, relacionando estas dos variables, vemos que es muy indicativo de la política económica llevada a cabo por este gobierno en el sentido de que, por un lado, la riqueza de la economía crece reflejada en el aumento del PBI, pero por otro, eso no se refleja en el aumento del empleo y los salarios. En el Gráfico 1 se puede observar las tendencias a la baja tanto del empleo como del salario real en este año.
Gráfico 1
Estas trayectorias evidencian que el crecimiento económico se está orientado hacia sectores que no construyen nuevos puestos de trabajo, al menos al mismo ritmo que construyen riqueza. El crecimiento actualmente está fundamente orientado hacia el mercado externo mediante las exportaciones, lo que por otro lado refleja esa contraparte, la tendencia al aumento de la ganancia del sector exportador, evidenciando donde se está acumulando la riqueza, incluso reconocido en la propia Rendición de Cuentas como sector que está impulsando el crecimiento. Otra cara de esto, es el aumento del desempleo durante este 2022. De 126 mil desocupados en diciembre del año pasado a 151 mil en junio de este año, lo que supone que el número de personas desocupadas aumentó en 25 mil.
Un elemento central que está afectando las condiciones de vida de la población y obviamente en mayor medida de quienes están en situación de pobreza, es la inflación que no cede, alcanzando en julio un aumento acumulado en los últimos 12 de meses de 9,6% (y en lo que va del año ya acumuló un 7%). Este aumento, ya cercano al 10%, fue teniendo en los últimos meses un estricto correlato con prácticamente la única medida impulsada por el gobierno: el aumento de la tasa de interés como política monetaria por parte del Banco Central. Esta política de carácter contractivo tiene como objetivo bajar a largo plazo la inflación mediante el encarecimiento del crédito (tanto para consumidores como para productores), pero parece desconocer las causantes externas de la inflación como fenómeno, así como las consecuencias que la paramétrica establecida por la LUC tiene en el precio de los combustibles y el encadenamiento que de ello se deriva, situando las causas del fenómeno en la demanda interna que, a la vista está que no es lo que origina el impulso inflacionario. Es decir, con salarios y jubilaciones cayendo en términos reales, difícilmente pueden estar presionando a la demanda de modo tal de aumentar los precios.
Y en esto de una afectación mayor a la población más vulnerable, los mayores aumentos de precios por encima de los precios promedio se están concentrando justamente en los alimentos y bebidas, en los combustibles y en el rubro vivienda que incluye, por ejemplo, el gasto de los hogares en electricidad entre otros.
Mencionamos el empleo y el salario, ambas variables cayendo. La combinación de estas dos variables conforma lo que se llama la masa salarial, es decir, el volumen monetario de salarios que cobran los/as trabajadores/as; indicador que claramente está en caída fruto de la disminución de sus dos componentes. En los seis primeros meses del año, la masa salarial disminuyó más de un 2%, esto ha significado que el conjunto de los/as trabajadores/as han perdido aproximadamente unos 425 millones de dólares, que podrían haberlos mantenido si el empleo y los salarios también lo hubiesen hecho.
Lo anterior indica que la riqueza que se está generando en el Uruguay de hoy va en otra dirección. Y como se señaló, la problemática que va desde la orientación de la producción al mercado externo, descuidando tanto a quienes producen para el mercado interno cada vez más disminuido por la vía de salarios (que cada vez pueden comprar menos), hasta la acumulación de riqueza en sectores beneficiados por la propia política económica que no son los y las trabajadores/as.