Pablo Toro F. / Periodista
El 4 de septiembre quedó en la memoria de Chile, como el día en que se rechazó la propuesta constitucional que iba a dar término a la Constitución de la Dictadura Militar de 1980. Desde ese domingo hasta la fecha han salido varios análisis que buscan explicar la derrota. Este es un aporte a esa tarea, tan necesaria para seguir adelante.
Partamos por lo evidente. 4.860.093, es decir el 38,14% votó por la opción Apruebo, mientras que 7.882.958, el 61,86%, voto por el rechazo. Otra cifra que muestra la magnitud de la derrota: sólo en 8 municipios de los 346 existente, ganó el Apruebo.
Estos fríos números, expresan la contundente derrota que se obtuvo durante la jornada electoral del 4S. ¿Cómo se explica el resultado?
La clase dominante siempre juega ajedrez
Lo evidente -y en esto no vamos a profundizar demasiado- es que la derecha al ver los resultados de la elección de la Convención Constitucional empezó con una campaña de desprestigió a la Convención y a los convencionales.
Sus argumentos iban desde que no eran expertos, es decir no tenían los estudios suficientes para discutir sobre la Constitución que necesitaba el país, hasta la clara mentira: que no seríamos propietarios de la vivienda, que nos quitarían los fondos de pensiones, que la propuesta Constitucional destruía nuestra identidad como chilenos y sus símbolos patrios.
La clase dominante se apoyo en los grandes medios de comunicación, en las redes sociales y, uso muy bien, en los errores que los convencionales realizaban. Es decir, desde las mentiras de Rodrigo Rojas Vade -constitucional que durante los tiempos de la Revuelta Popular construyó una imagen de luchador por la salud y contra el cáncer, que se descubrió que nunca tuvo cáncer y fue todo mentira- hasta pormenores muy menores que la derecha exagero para establecer la idea de que la Convención no era seria (un constitucional en una votación online, dijo que lo esperarán porque se estaba bañando, constitucionales que llegaban con los disfraces que usaron en tiempos de la Revuelta, entre otros).
La derecha usó todo lo que tiene a su favor, usó su poder económico, comunicacional, económico, y no dejó ningún flanco en donde golpeó desde el primer momento.
Gobierno, partidos y movimiento sociales: la acción del campo popular
Es en la vereda del Apruebo que queremos profundizar. Porque es acá en donde se encuentra la explicación de la derrota contundente.
El primer elemento y uno de los más importantes es el gobierno y el cómo se ha movido desde que asumió.
Lo que se ha observado es la total parálisis, el gobierno no tiene agenda y comete errores importantes, una muestra es el primer despliegue que realiza la ex ministra del Interior, Izkia Siches al Wallmapu (Araucanía), en donde es recibida con balazos por parte de una comunidad en resistencia, teniendo que detener toda su agenda y salir de la zona, dejando un halo de ineptitud.
Pero lo más importante es que el gobierno no lideró el proceso. Es evidente que el presidente Gabriel Boric no puede salir haciendo campaña, pero si el gobierno pudo impulsar la campaña, realizar una gestión importante en materia de seguridad, inflación, migración, entre otras materias, para construir un camino y un enemigo. Esto porque durante la campaña presidencia, en la segunda vuelta, José Antonio Kast, era el claro representante de la derecha y todo lo que no se quería, el pueblo salió a votar contra éste, eligiendo a Boric, pero no votó por él, como, fiel representante de sus intereses (recordar que casi un millón de votantes participó en la segunda vuelta presidencial), sino que dijo que no quería a la derecha una vez más en el gobierno. Su tarea era demostrar que la derecha no quiere cambios relevantes, no era el momento del consenso, sino de abrir la confrontación. Sin embargo, el miedo al qué dirán y la «inestabilidad política», fue más fuerte paralizandolo.
El gobierno, además, no ha tenido forma de conectar con el pueblo. Esto lo pudo haber hecho si hubiera tomado medidas en las materias antes dichas y una acción comunicacional por cada una de ellas, para no dejar flancos a la derecha, que todo este tiempo ha venido criticando al presidente Boric y su gestión. Lamentablemente el Apruebo-Rechazo se transformó en una forma de evaluar al gobierno, y es por eso que era relevante su agenda, lo que impulsara, era necesario que liderara.
El segundo elemento, es a nivel de la izquierda y el campo popular, en su conjunto, partidos y movimientos sociales que tampoco lograron llegar al conjunto de la población con su discurso y actividad.
Basaron su estrategia durante todo el tiempo en la convención en avanzar lo más posible, lo cual a primera vista no es malo, el problema es que se quería constitucionalizar demandas que pudieron dejarse para después, es decir, una vez la propuesta constitucional fuera aprobada. Es por eso que han habido voces que acusan de maximalista a la propuesta Constitucional.
Insistir que: no es ese el problema. La correlación de fuerzas, en la convención, era favorable y había que ocupar, pero debió hacerse de manera mucho más eficiente, estableciendo los elementos esenciales que permitieran ir desmontando el neoliberalismo, entendiendo que había reivindicaciones que podían quedar para propuestas de leyes. En ese sentido la falta de unidad y coordinación de un importante sector de los constituyentes, que apareció dividido, en momentos importantes, fue fatal, y los resultados están a la vista.
Ya para la campaña se intentó poner como elementos centrales temas como la plurinacionalidad, las reivindicaciones feministas, el ecologismo, entre otros. Se creyó que la mayoría de la población esperaba eso, cuando en realidad parece que más bien quiere otras cosas o cuestiones mucho más vitales en su vida diaria. La derecha fue hábil en apelar a los instintos conservadores y patriotas que existe en nuestro pueblo, mientras que la izquierda, hacía una campaña en base a las elecciones anteriores, cuando el escenario había cambiado.
Dentro de esto, hay un elemento que los partidos y los movimientos sociales no consideraron: la crisis de representación que existe en el país. Ni los partidos políticos ni los movimientos sociales lograron liderar la Revuelta Popular, cabe recordar que las asambleas territoriales que surgieron en una gran cantidad del país, fue en razón de que el pueblo no se siente representados ni en los partidos que han participado en el sistema político ni en las tradicionales organizaciones sociales, la debilidad del movimiento sindical, estudiantil universitario, juntas de vecinos, entre otras, es una clara muestra y que la izquierda viene discutiendo hace bastante rato. El aumento de más de un millón de votos que en su gran mayoría fueron a Gabriel Boric para que no ganara José Antonio Kast, es también una expresión de eso, cabe recordar que las listas independientes lograron casi un tercio de los puestos (48 escaños), que ningún dirigente sindical relevante de la Central Unitaria de Trabajadores, del Colegio de Profesores, de No+AFP, lograron entrar.
A esa crisis de representación transversal, se suma que en esta ocasión el voto fue con inscripción automatica y voto obligatorio, un importante sector del pueblo se sumó a los votantes, un sector mayoritariamente popular al cual no se logró llegar, durante todo el proceso, que muy seguramente no votó para el plebiscito de entrada, para la convención constituyente, para la primera y segunda vuelta presidencial, pero si tal vez participó en las movilizaciones de la Revuelta, que quería cambios, pero al que no se llegó y si lo hizo la derecha. No se llegó en ningún momento a esos sectores, obligados a sumarse, ni antes ni menos ahora, pero la izquierda y el campo popular organizado se confió, y no entendió que estaba obligada a actuar distinto, hacer una campaña efectivamente de mayorías, pero hay un antecedente previo, y es la pérdida de inserción, tanto a nivel de organización política, así como social. La izquierda, sobreestimó sus capacidades, hizo campaña para convencidos y no, para una mayoría que en un minuto se le debía entregar los motivos para votar apruebo.
Finalmente se perdió, la derecha se ha aprovechado del resultado para atacar al gobierno y al conjunto del pueblo. El gobierno ha tenido que cambiar el gabinete, girando hacia el centro, reviviendo muertos políticos de la ex Concertación, en busca de estabilidad política, además de abrir un diálogo con todos los sectores para ver la forma de cambiar la Constitución, y es que todos están de acuerdo en cambiar la Constitución de 1980, ya que se busca generar un nuevo marco político que dé gobernabilidad a Chile, la derecha sabe que lo necesita, pero evidentemente resguardando sus intereses. Para los movimientos sociales y partidos políticos de la izquierda, significa un golpe de realidad que debe asumir para poder seguir incidiendo, sino puede que el gobierno y la derecha, negocien un camino constitucional fuera de los intereses que ellos dicen representar.