Diputado Nicolás Viera, veedor internacional en la elección en Brasil.
El pasado domingo 2 de octubre, se desarrollaron elecciones de primera vuelta en Brasil.
La elección con mayor expectativa fue la de Presidente de la República, pero también se pusieron a consideración de la ciudadanía otros cargos de representación: gobernadores, diputados estaduales, diputados federales y senadores nacionales.
Concluida la elección, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva obtuvo 57.259.504 (48,43%) de votos y el actual Presidente Jair Bolsonaro reunió 51.072.345 (43,20%) de voluntades. Ninguno alcanzó el 50% más 1 de los votos válidos lo que determinó que el próximo 30 de octubre se encuentren en la segunda vuelta electoral. En un muy lejano tercer y cuarto lugar quedaron la actual Senadora Simone Tebet (4,16%) y el varias veces candidato Ciro Gomes (3,04%).
El escenario político que deja el primer turno electoral, es el reflejo de la sociedad brasilera; polarizada, fragmentada, transversalizada por el odio en uno de los países más ricos del continente.
Están en juego desafíos muy caros como alcanzar una mayor justicia social, disminuir la desigualdad, la pobreza, el desempleo, poner fin a la corrupción, lograr integrar a las grandes mayorías postergadas y a la población subrepresentada, y normalizar el funcionamiento institucional.
También está en juego la protección del ambiente y el acceso a derechos básicos de salud, educación, vivienda y trabajo.
Y claramente, la puja electoral entre Lula y Bolsonaro, muestra que existen dos modelos de país definidos por su origen social y por los objetivos que se persiguen.
Hay desafíos de todo tipo pero el más necesario es el de pacificar el país, fortalecer las instituciones democráticas y velar por los derechos básicos de toda la población, con especial énfasis en los alejados de la mano de Dios.
Porque si algo también tiene como principal característica la sociedad brasilera es la capilaridad de la bases social de las iglesias evangelistas; allí, donde el Estado no llega, están las iglesias para dar respuestas. Soluciones que luego se traducen en devolución de favores y así en un poder real incuantificable.
Paralelamente a eso, las fake news siguen siendo una herramienta determinante en algunos sectores sociales a la hora de determinar el voto, a pesar del esfuerzo permanente que ha hecho la autoridad electoral, en conjunto con la empresa propietaria de las aplicaciones digitales, en tratar de limitar la viralización de mensajes falsos.
El Presidente Bolsonaro se dedicó, durante toda la campaña electoral, a agredir, atacar y desprestigiar a cuanta autoridad electoral se le apareciera en el camino al grito de “fraude”.
Lejos de los resultados obtenidos, con errores de valoración de buena parte de las encuestadoras más prestigiosas del país que no lograron captar con certeza la intención de voto de Bolsonaro, el actual Presidente cosechó un respaldo democrático inesperado para todo el sistema político.
Bolsonaro, no solo obtuvo 6 puntos porcentuales más de lo que las encuestas registraban previo a la elección sino que logró gobernaciones en estados claves, un gran número de senadores y otro tanto de diputados federales.
En el Parlamento ganó Bolsonaro lo cual acarrea dos grandes reflexiones: por un lado, echa por tierra la incesante alusión al “fraude”; y por otro, pone en jaque el desarrollo de un posible próximo gobierno de Lula en caso de que se confirme la tendencia.
Si Bolsonaro gana y se convierte en Presidente nuevamente, gozará de un poder casi absoluto, controlando más de 2/3 del Parlamento y el Poder Ejecutivo. Si Lula resulta vencedor, tendrá el Poder Ejecutivo, con una marcada minoría en el Parlamento sin poder, por ejemplo, frenar con votos propios un posible impeachment en su contra.
Con los números que arrojó la elección, para ser Presidente Lula necesitará dos millones de votos más de los que obtuvo en la primera vuelta y Bolsonaro deberá conseguir alrededor de siete millones de nuevos votantes.
Ya se empezaron a delinear las alianzas y apoyos para llegar al ballotage fortalecidos. Lula, además de tener en su fórmula presidencial al centroderechista Gerardo Alckmin, sumó los apoyos de Simone Tebet, del partido de Ciro Gomes y del expresidente Fernando Henrique Cardoso entre otros de relevancia. Por su lado, Bolsonaro consiguió el apoyo del ex Presidente Michel Temer y del Gobernador electo de Minas Gerais (la segunda jurisdicción de mayor peso después del Estado de San Pablo) Romeu Zema.
En tres semanas se conocerá el veredicto final.
El gigante del continente busca Presidente, está en la conciencia del pueblo brasilero encausar su destino de la mejor manera posible.