Por Griselda Leal Rovira
El terremoto que se produjo en Haití en el año 2010 ocurrió a 10 km de profundidad, justo debajo de Puerto Príncipe, tuvo un saldo de 200.000 muertos. Los saldos incalculables, se agravaron como consecuencia de la gran concentración de personas en construcciones precarias.
La catástrofe puede considerarse sospechosa, si bien está ubicada en zona sísmica, hay que tener en cuenta que en Alaska hay una usina enorme destinada a modificar y controlar el tiempo, propiedad del ejército de los Estados Unidos. Desde un punto de vista militar el HAARP es un arma de destrucción masiva destinada a proteger los intereses del imperialismo y puede provocar sismos, tsunamis, inundaciones y sequías, aunque también podría traer grandes beneficios para la población mundial como energía libre y gratuita, pero a los dueños del poder no les interesa.
Resulta difícil comprobar la responsabilidad de esta máquina infernal porque no deja residuos. Se construyó en base a los estudios de Nicolas Testla, cuyos documentos luego de su muerte los confiscó el FMI y pasaron a manos de un físico tío de Donald Trump. Si bien actualmente hay otras usinas semejantes en otros países, esta fue la primera, tiene unos 50 años y la más poderosa. Muchos intelectuales la desestiman por considerar una «conspiración» pero la tecnología supera la ficción.
En seguida que se produjo el terremoto llegaron los MARINER y coparon el lugar. La injerencia de la élite en Haití no es un secreto. El país comparte una isla con República Dominicana en el Caribe, precisamente frente a Cuba. Tiene 11.540.000 habitantes entre los cuales se calcula medio millón en grave peligro de desnutrición, el hambre y la violencia son moneda corriente y las pandillas campean. El 7 de julio de 2018 un grupo de sicarios colombianos asesinaron al presidente Jóvenes Moise, quien según el New York Times estaba por enviar a los Estados Unidos una lista de poderosos políticos y empresarios involucrados en el narcotráfico. Los autores intelectuales nunca fueron identificados.
Actualmente el primer ministro haitiano es el neurocirujano Ariel Henry al que tildan de dictador. El pueblo se ha revelado tras el anuncio de la suba del combustible, la inflación se disparó, falta el agua, hay huelga de transporte, hospitales cerrados, saqueo y ataques contra depósitos de «ayuda humanitaria» de la ONU. La policía reprime con gases lacrimógenos y también actúan grupos paramilitares heredados de los tristemente famosos Tonton Macutes que asolaron en la mitad del siglo pasado bajo el mandato de Papá Doc (Francois Duvalier).
El ministro de relaciones exteriores ante la ONU declaró que la situación estaba bajo control, lejos de la verdad. LA POBLACION RECLAMA ELECCIONES LIBRES Y DEMOCRÁTICAS. Haití es un país condenado a la esclavitud, pero ha venido revelándose y luchando por librarse de las ataduras del imperio.