Por Colectivo MateAmargo
El pasado sábado 12 de noviembre se desarrolló, vía zoom, un encuentro de comunicadores populares de toda Latinoamérica. Es la segunda vez que los actuales organizadores generan una instancia continental como ésta, con la participación de 113 comunicadores y comunicadoras de 13 países.
Las actividades comenzaron 2 semanas antes de realizarse el Encuentro, primero a través de un gran grupo de WhatsApp que se fue nutriendo a medida que las y los participantes se iban inscribiendo, y después con una reunión previa (el jueves 10) que sirvió para colectivizar los objetivos y la metodología así como para generar un primer acercamiento.
El Encuentro propiamente dicho comenzó el sábado a la hora 18pm y estuvo vertebrado por 2 grandes preguntas disparadoras: ¿Cómo la comunicación popular se convierte en un instrumento estratégico para las luchas de los movimientos populares? y ¿Cuáles son las formas de articulación entre los medios de comunicación populares para dar respuesta a una fragmentación social impuesta?
Está de más decir que la convocatoria delimitaba un cierto perfil de las y los participantes, un perfil de izquierda, de colectivos en defensa de las causas populares propias de los países y de las regiones desde dónde provenían. Por eso las coincidencias alcanzadas en relación a los desafíos que enfrenta la humanidad con un sistema cada vez más avasallante y dañino, por eso la facilidad con que se abordaba la necesidad de una comunicación que sorteara la alienación interesada de los grandes medios de comunicación masivos, por eso las síntesis que expresaban la voluntad de encontrarnos más seguidos, de tender puentes en materia de comunicación, de acercar las culturas, acercar los pueblos.
Para el movimiento popular en nuestro país, esto es determinante. No solo por las condiciones y las limitaciones que vienen aparejadas a nuestro tamaño y nuestro “mercado”, sino también porque hemos nacido -como país- de espalda al continente, a su riqueza, a su heterogeneidad, a sus luchas. Algunas de ellas ya luchadas por nuestras anteriores generaciones, pero muchísimas más de las que podríamos aprender tanto para romper aunque sea un poco esta hegemonía europeizante, centralizante, urbanizante.
Sin dudas que fue un encuentro bien político, que reafirma nuestra necesidad y la urgencia de tender puentes más allá de los que se pueden tender con el acceso circunstancial a los gobiernos, conscientes de las capacidades transformadoras de nuestros actos comunicativos.