Por Mtro. Ramón Fonticiella
Un pasto, un arbusto, un árbol grande, dependen de sus raíces para nutrirse, desarrollarse y sobre todo tener firmeza. Las tormentas además de romper ramas , sobre todo las débiles, arrancan y dejan sin vida a los árboles de raíces flojas, carcomidas o mal implantadas. El ejemplo de los vegetales vale también en actividades humanas. Las raíces deben estar bien afirmadas para nutrir a la planta y enviar al laboratorio de las hojas, la savia bruta que la fotosíntesis transformará en savia elaborada. Lo mismo pasa con cualquier proyecto, incluídos los políticos: deben tener buenas raíces para nutrirse con firmeza y hacer posible las transformaciones.
Para eso ha nacido RAICES, el conglomerado salteño de militantes frenteamplistas independientes, sectorizados y otros ciudadanos que quieren el bien común: para afirmar en la tierra del Pueblo el árbol de la esperanza, que transformará ilusiones en realidades, dudas en seguridades, fantasías en proyectos y necesidades en desafíos.
Así de claro. No es un sector político más; es la acción colectiva de quienes se resisten a solamente criticar, reclamar con vehemencia o dejarse llevar por la corriente. RAICES es en política, lo que las garras vivas de los árboles, que se clavan en el suelo ante los vientos, o en las orillas evitando el desbarranque. No es un fin en sí mismo, que existirá para regodeo intelectual o pragmático de sus integrantes. No será un foro de lucimiento discursivo o académico; tratará de ser un ancla contra la corriente individualista, un freno al agravio o al elogio sin fundamentos, que pueden confundir a la gente, entreverarle las ideas y oscurecerle el camino. Desde hace más de un año, sus integrantes, se reúnen a reflexionar en conjunto sobre la realidad nacional y departamental; a intercambiar reclamos y dudas populares, a estudiar realidades, cifras, proyectos y leyes. Su finalidad ha sido, y será, entender y comunicar cómo se ve y actúa en el presente y qué podrá pasar en el futuro.
RAICES no es, ni será, un círculo de iluminados, sino una recepción de inquietudes, con devolución de opiniones, construídas entre todos, fundamentalmente con los que las sufren. No importa si el/la ciudadano/a es edil, changador, chofer, empleado, ama de casa o estudiante. Ha llegado el momento de que todos tengamos un canal para expresarnos políticamente, seamos frenteamplistas o no; lo que importa es que sintamos la necesidad de que con esas RAÍCES, podamos nutrirnos en la discusión franca, y en colectivo elaboremos soluciones. No es cierto que en política hay líderes que piensan por los demás y les dan las soluciones. En Democracia todos somos iguales (cristianísimo concepto, transmitido a muchas filosofías actuales) por tanto tenemos el derecho (y la obligación) de opinar y participar.
Quienes hemos dado nuestro apoyo personal o colectivo a RAICES, no nos postulamos al cargo de nadie, pero en general sabemos cómo se desempeñan las responsabilidades públicas. Allí habemos militantes comunes, ex ediles, diputados/as, senadores y hasta intendente; y mujeres y hombres que reclaman un lugar en la reconstrucción del Uruguay y el Salto igualitarios y solidarios. Nuestra razón es hacer el bien común. PARA TODOS SIN DISTINCIONES.