Por Mtro. Nicolás Viera Díaz (Militante Político y Social. Diputado FA – Colonia)
Llegamos a visitar al viejo Mauricio a Paysandú.
De los típicos compañeros que podía aplicársele el refrán de que “el diablo sabe por viejo pero más sabe por diablo”.
Su carcajada siempre pronta y su chiste fácil, eran directamente proporcionales a su entrega militante. Como tantos otros, pasó por la clandestinidad, por la tortura, la prisión y reanudó la militancia orgánica siendo un puntal para muchos.
Mientras el Cholito ponía el agua a calentar y aprontaba el mate, comencé a deambular por la habitación y las imágenes de Pepe, del MLN, del viejo Julio y de varias batallas dadas se iban sucediendo en paredes que reflejaban historia.
Pero llegué a una imagen que generó en mí una gran intriga.
Arriba del marco de la estufa a leña había una foto rodeada de velas encendidas donde alcancé a identificar a Raúl Sendic y a Mauricio en una iglesia.
– Decime Cholito y ¿Esto dónde fue?
– Ahhh – dijo como restándole importancia – es el bautismo de mi hija, el “Bebe” fue el padrino.
Yo no salía de mi asombro. Todas las lógicas y preconceptos sobre las implicancias que podía suponer ser revolucionario, del MLN y estar en una ceremonia religiosa, no encajaban en mi cabeza…
– ¿Y el “Bebe” creía en Dios? Pregunté bajo mi total ignorancia.
– Mirá! Yo le pedí que fuera el padrino de mi hija. Le pregunté si era creyente y él me respondió: ´ni creo ni dejo de creer´. Ta, ahí me habilitó y fuimos para la iglesia – respondió con total naturalidad.
La anécdota, como al pasar, formó parte de un hecho puntual de la vida del Cholito que él llevó consigo con profundo orgullo, fruto, en buena medida, de su profunda fe. A mí me hizo reflexionar y me permitió agrandar más aún la estatura política que la historia reservó para el “Bebe”.