Por Maribel Acosta Damas
La Revolución Cubana cumple 64 años de su llegada al poder el venidero primero de enero. Corren tiempos difíciles. Y como nunca antes, cabe la pregunta de su probable destino… En medio de una crisis global que se encima sobre los pobres de este mundo como “destino manifiesto”, la isla a contracorriente en un proyecto social y humano gigantesco intenta volver sobre sí misma una y otra vez para sobrevivir en el acoso mayúsculo a que es sometida.
El año que termina junta en Cuba crisis económica, tensiones sociales, elevada migración, tragedias naturales y todo tipo de sortilegios que en el imaginario popular de la isla podría parecer designio del panteón yoruba. Sin embargo, 2022 revela un proceso de sedimentación de transformaciones, que en medio de las difíciles vivencias cotidianas, es raro aquilatar. Pero existe.
Cuba está inmersa en cambios del modelo económico que más allá de la convivencia de diferentes formas de propiedad, modelan la apuesta al desarrollo local como eje del desarrollo sostenible. Cinco mil pequeñas y medianas empresas ya están operando en el país. Ello conlleva retos sin precedentes pero poco a poco se va abriendo paso una gestión local que puede conducir a resultados muy interesantes. Y con una expresión en la capacidad de gobernabilidad, de ampliaciones democráticas y de diálogos en la diversidad que desde realidades muy propias están gestando rumbos originales, una vez más. El año 2022 fue también el de la aprobación del Código de las familias, con un cuerpo legal sin precedentes para la protección de las personas todas en sus derechos todos. Y esa ley fue aprobada en referendo popular. Cuando termine en 2022 la sociedad cubana podrá enorgullecerse de su consolidación de las redes de solidaridad hacia adentro. Ante huracanes y otras tragedias, la movilización popular hizo gala de organización y sentido del deber para asistir a los afectados. Se re-articularon brazos entre las iniciativas ciudadanas y las institucionales que ofrecieron asistencia rápida y eficiente donde se demandaba.
Aunque en el país apenas se habla de eso por naturalizado, inmunizados con vacunas propias, las cubanas y cubanos exhiben casi cero contaminaciones de Covid, lo que ha permitido enrumbar la recuperación de la vida económica y sociocultural. En el 2022 no se detuvo la educación, sujeta a ajustes de calendarios y programas para dar continuidad a dos años precedentes de pandemia. Se realizó la Bienal de La Habana, el evento cultural de mayor trascendencia cultural de la isla, y su formato extendido a seis meses, dio visibilidad fundamentalmente a un arte cubano emergente de gran calidad y de intervención en las comunidades y proyectos locales.
El Festival de cine de La Habana recién concluyó con exhibiciones, encuentros teóricos y la animación de la vida en la capital; epicentro de la temperatura del mapa social cubano. Del mismo modo, los intercambios internacionales científicos y artístico-culturales se retomaron. Aun en condiciones complejas e incluso precarias en algunos casos, pero con la voluntad de hacerlos desestimando la inmovilización como opción.
A partir de la certidumbre de la incertidumbre en el mundo de hoy, Cuba se movió en 2022 y así está planificando el año venidero. Recuerdo una entrevista que hiciera a Mario Benedetti en los también difíciles años 90 en que me decía que esperaba que Cuba saliera adelante con su imaginación de siempre. Por ahí van las cosas… ¿Riesgos? ¡Muchos! ¿Obstáculos? ¡Cientos! O como dice la canción popular: las penas que me maltratan, son tantas que se atropellan… y por eso no me matan… Pero, Cuba acumula una gran reserva, -no solo de resistencia, que la tiene- ; sobre todo de inteligencia profesional y experiencial, que está en un inédito proceso de reconfiguración de su destino. ¿Con qué cuenta además? En mi opinión, con legado. Ese que viene de su identidad (ajiaco en cocción permanente como diría el antropólogo Fernando Ortiz), o con la práctica moral de miles de médicos y médicas que por el mundo entregaron y entregan salud y reciben una cartografía resignficada del mundo externo y del propio que nos devuelven con pragmatismo para implementar alternativas y amor para hacerlas exitosas. Y como siempre, la sabiduría de las mujeres cubanas, sus excepcionales capacidades de liderazgo, que se transmiten como vasos comunicantes a toda la sociedad para realizar destinos. Y esto, no es poco. Seguro falta más…
La isla no está sola: tiene un bloqueo que la asfixia pero tiene la mano del mundo solidario. Tiene sobre todo, memoria activa y entrenamiento probado. Apuesto por el destino, no el de las cartas astrológicas. Sí en el que la nación ha fundado en su devenir, especialmente en los 64 años de la Revolución Cubana. Y como dijera Silvio Rodríguez al recibir el premio coral de honor en el 43 Festival de cine de La Habana: ¡Abajo el bloqueo! ¡Viva Cuba libre!