Mujeres campesinas, una dolorosa realidad, cargada de resistencia y dignidad.

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Por Juani Casuriaga

Son mujeres el 48,4% de la población rural mayor a 14 años en Paraguay, un dato no menor. Son las que mayormente migran.

Solo el 30,8% de las mujeres recibe remuneración por el trabajo que realiza.

Las mujeres campesinas, pasan mal. El patrón de abandono y violencia estatal se repite en todos los distritos rurales del territorio nacional.

La violencia estructural de la que son víctimas, es la condicionante fundamental de todas las violencias que sufren a lo largo de sus vidas. El avance del agronegocio y el llamado capitalismo agrario va con todo, contra la agricultura familiar campesina en general y el patriarcado en este contexto empeora la realidad de miles de mujeres campesinas. Ya lo inmortalizó Carmen Soler en sus Penas encimadas, el de ser pobre y ser mujer.

En las áreas rurales son las mujeres las que se encargan principalmente de las tareas domésticas, muchas de ellas trabajan en la chacra con sus hijos, en zonas de agricultura o ganadería intensiva, la mayoría de las mujeres quedan solas con la responsabilidad de la casa y los hijos, sus parejas trabajan mayoritariamente en las grandes estancias como peones y se ausentan por largos periodos. Esta realidad cada vez aumenta más, ya que la agricultura se volvió cada vez menos rentable por el cambio climático y la poca rentabilidad de sus productos. Esta situación impacta directamente en la economía de las familias.

Los productos de la chacra, que han sido un colchón económico para las familias y en especial para las mujeres campesinas, son los más afectadas con esa situación. Los productos de renta tienen precio muy bajo en la finca y finalmente son aprovechados por intermediarios.

Muchas mujeres realizan ingresos extras: ventas de comidas, bocaditos y artesanías. Una realidad de las mujeres campesinas es no tener acceso a créditos, se sienten discriminadas por los bancos, esta situación impide que puedan emprender aunque tengan capacidades para ello. El agotamiento de las mujeres por las múltiples tareas no puede nombrarse.

Las mujeres son las responsables de la reproducción y cuidado de animales menores para consumo y venta. Realizan además trabajos comunitarios tanto en la iglesia, la escuela y sus organizaciones. El trabajo de las mujeres es invisibilizado, sin embargo hay conciencia de que son ellas, quienes más trabajan en la casa y la comunidad. Comités de productoras y Comisiones vecinales sin mujeres no existen.

La maternidad es responsabilidad absoluta de las mujeres campesinas. El cuidado de los hijos e hijas es responsabilidad de las mujeres y la división sexual del trabajo es muy clara, aunque haya mujeres que generen ingreso, el cuidado de los hijos no es compartido.

Los embarazos adolescentes son una constante, las mujeres jóvenes reconocen que la principal causa de esta problemática es la falta de educación sexual. Si bien la cultura machista en las comunidades es combatida desde algunas organizaciones campesinas feministas, las comunidades siguen responsabilizando a las adolescentes de esta situación, poniéndolas en situación de más vulnerabilidad a las madres adolescentes.

Las mujeres campesinas conviven con situaciones de violencia, los casos de alcoholismo aumentan las situaciones de violencia intrafamiliar. Las relaciones sexuales se asumen como responsabilidad hacia sus parejas, son demandadas sexualmente, aunque ellas no estén con deseos sexuales. El placer es un tema poco conversado por esto lares.

La culpabilización de las víctimas de violencia es muy fuerte en las zonas rurales, esto se refuerza desde las instituciones que deberían garantizar derechos, las mujeres campesinas reconocen que las instituciones son clasistas y que sin plata ellas no logran sostener ninguna denuncia. Las instituciones desvalorizan los sentimientos de las mujeres, no generan confianza con la víctima por falta de personal capacitado para abordar temas de violencia. Las denuncias iniciadas quedan trancadas, no realizan el proceso natural que debería tener, vulnerando aún más a la víctima.

Las mujeres campesinas se perciben inseguras a consecuencia de la violencia psicológica y física, un alto nivel de desvalorización de las mismas por parte de sus parejas, las mujeres que forman parte de organizaciones que reivindican el feminismo son criticadas por participar de estos espacios, pero las mujeres saben que la organización es un factor de protección importante, las mujeres fuertes atraen a otras mujeres.

En muchas familias la decisión de participar de los espacios organizativos es de los hombres, y muchas mujeres no participan en los espacios de formación porque sus parejas no quieren. Haciendo que a los liderazgos de muchas organizaciones todavía le falten ovarios.

La violencia obstétrica es una constante, esto hace que muchas mujeres opten por tener hijos con parteras naturales, poniendo incluso en riesgo sus vidas. La discriminación en las instituciones públicas es muy alta, por ser pobres, campesinas y hablar guaraní. Es común que los centros de salud no cuenten con insumos para ningún tratamiento, haciendo que la gente no quiera llegar a los centros de salud, ya llegan tarde, muy enfermos, generando muertes que podrían haberse prevenido. La prevención y la atención oportuna es todavía un sueño.

En cuanto al acceso a espacios políticos, las mismas mujeres no identifican a sus congéneres en la política local, que es un ámbito masculinizado y las que logran estar no tienen manejo autónomo de sus decisiones. Las mujeres campesinas reconocen las movilizaciones campesinas como un espacio político para la participación de las mujeres, además de una alta participación en la vida social de la comunidad. La organización es para las mujeres el medio para acceder a políticas públicas.

Claro que las organizaciones campesinas han conquistado mucho para las mujeres, pero queda aún el desafío de contar con liderezas con claridad de clase en sus posicionamientos, con paciencia para el trabajo organizativo que lleva tiempo y requiere mucha presencia en las comunidades. Los recursos de las mujeres para organizarse son principalmente de autogestión.

Las organizaciones necesitan pensar en las mujeres y formar mas cuadros política, comunicacional y técnicamente para generar condiciones de sostenerse en el tiempo.

Las organizaciones necesitan fortalecer el acompañamiento jurídico y político en las bases, no solamente de los problemas que aquejan al campesinado en general, sino los temas que atañen a las mujeres en particular, violencia intrafamiliar, prestación alimentaria, etc.

En primera fila, en todas las luchas campesinas han estado, están y estarán las mujeres.

Las conquistas deben ser también para ellas.

 

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