Por Mónica Alejandra Puleri Campos
Corrector de estilo Damián Torko
La Ley Nacional N° 18589, promulgada el 18 de setiembre de 2009, declara el día 11 de abril de cada año «Día de la Nación Charrúa y de la Identidad Indígena» en Uruguay. Se estableció esa fecha, por haber ocurrido una de las más grandes matanzas contra nuestra Etnia Charrúa por parte del Estado uruguayo, en el año 1831.
Bravas guerreras, bravos guerreros… y tristemente también niños.
Guardar la Memoria como testimonio del pasado, para que los Pueblos no repitan lo infame de su historia se hace imperativo.
Este estado Uruguayo, cuyos límites nacionales recortan el Territorio Ancestral Charrúa, aún en el 2023 sigue sin reconocer nuestra preexistencia, y existencia existencia presente, como población indígena nacida dentro de sus fronteras, en plenitud de derechos análogos a los de nuestros hermanos del resto del continente.
Hemos soportado discriminación, invisibilidad, persecución, en las diferente etapas de la historia del Uruguay.
Sin volver a la historia que ya conocemos, no desaprovecharemos tampoco la oportunidad de hacerle conocer al Uruguay la realidad vivencial de nuestro Pueblo Charrúa de hoy.
Nacidos la mayoría de nuestros niños por debajo de la línea de pobreza, la mayoría no tienen una vivienda digna, y muchos de ellos no acceden a una alimentación adecuada. La mayoría tampoco tiene acceso a la educación secundaria y por lo tanto mucho menos aún a la terciaria. No negamos que unos pocos con gran esfuerzo y ahínco la alcanzan. Pero son los menos.
Los cordones de miseria de los asentamientos del país, están compuestos en gran medida, por descendientes de aquellos que creyeron exterminados por las campañas genocidas del General Fructuoso Rivera.
Hoy al conmemorarse un nuevo 11 de abril, nuestro Pueblo Nación continúa la lucha por la reivindicación histórica del papel fundamental que cumplió el Pueblo Charrúa en la gesta de independencia del Estado Uruguayo, junto a los esclavos afrodescendientes. Lamentablemente y pese a ello, mantiene este País tiene una deuda de reconocimiento de dichos méritos históricos incontrovertibles.
Se insiste desde el Estado (para su propia vergüenza) en la no existencia de nuestros Clanes y Comunidades. Tomando como referencia el censo del 2011, 5% de la población se autoidentificó reconociendo su ascendencia indígena. De la población total de 3.426.260 habitantes, 376.888 son por lo tanto habitantes indígenas.
Según los estudios genéticos más recientes, podemos decir que no menos de 1 millón de uruguayos tiene ascendencia indígena, considerando exclusivamente la línea materna, establecida mediante la técnica de análisis de ADN mitocondrial. Resultados estos, alcanzados por diversos investigadores del área, cuyas conclusiones coinciden reiteradamente.
Nuestra Nación continúa siendo cruelmente ignorada por el estado, una vez más ante las dilaciones en la ratificación del Convenio 169 O.I.T. «sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes» de 1989, ya que al hacerlo se expone a reclamos basados en la realidad verificable de nuestra existencia en el territorio.
El año pasado fue presentada una minuta parlamentaria, por parte del Diputado frenteamplista Felipe Carballo, y firmada por el Compañero Diputado de Eduardo Antonini de Maldonado, ingresando consecuentemente a la comisión correspondiente de la Cámara de Diputados.
La violencia obstétrica que sufren nuestras mujeres a la hora de parir, es una realidad dura y dolorosa, ya que nos se nos permite hacerlo respetando nuestras tradiciones, usos y costumbres, sino que somos obligadas a parir en forma occidental, en una cama dentro de un hospital, y no en la naturaleza y en cuclillas como lo hicieron nuestras Abuelas.
Aún persisten viejos y prejuiciosos conceptos sobre el indio: desdeñado, borracho, ladrón, e inculto. Hoy podemos testimoniar el aporte de nuestra identidad a la cultura del Uruguay, inclusive a través de la obra de escritores, poetas, escultores, pintores, músicos, bailarines, antropólogos, maestros, profesores, etc. etc.
Somos y seguiremos siendo una Nación, luchando por nuestros derechos. Por el derecho a la vida, en defensa de nuestros territorios, declarándonos defensores de la naturaleza, del ambiente, de los montes y ríos, de los derechos individuales de nuestras y nuestros N’chalá (Hermana y hermanos).
Seguiremos de pie en la búsqueda del reconocimiento ancestral del que gozan nuestros Clanes y Comunidades, desde los cuales podemos dar testimonio de lo transmitido por nuestros Abuelos y Abuelas. Conocimientos que muchos mantienen aún en secreto, por pactos de silencio. Otros sin embargo han llegado a la conciencia, de que es hora de demostrar que en el diario vivir de este país, están a la vista de la población en general, elementos de nuestra ancestralidad, como por ejemplo el mate, que si bien se reconoce como elemento cultural Guaraní, se pretende negar que también era parte de nuestra cultura, aún desde los tiempos precedentes a la invasión europea.
El presentar nuestros hijos a nuestra máxima entidad espiritual, Guidaí (la Luna), el conocimiento de las propiedades de nuestras hierbas nativas medicinales, y los usos y costumbres asociados a su recolección, constituyen tan solo ejemplos puntuales de la amplitud de nuestra cultura ancestral, que no ha cesado de ser preservada cuidadosamente por nuestras yuyeras.
Ya a pocas horas del 11 de abril, seguimos guardando la Oyendau (Memoria ancestral).
Bascuadé Inchalá!
Oyendau Kuntaí! /
Levántate Hermano/a!
Memoria de la Lucha!