El Modelo de la Desigualdad

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Por EconomiaPolitica.uy

Ec. Gabriela Cultelli

Dibujo: Prof. Adán Iglesias Toledo

El título de este artículo refiere al nombre, muy bien puesto, que el compañero economista Daniel Olesker, le dio al actual Modelo económico o conjunto de medidas político- institucionales llevadas adelante por este gobierno blanco, pero de coalición… por tanto que ninguno se lave las manos: ni colorados, ni cabildantes, ni otros más, ilustres minorías de derecha como los que se dicen partido independiente, y uno se pregunta “independientes de que o de quienes”.

El cuadro, elaborado también por Olesker con base a datos oficiales del INE, el BCU y el propio Ministerio de Economía, cuenta sobre una economía que creció y que a estas alturas se encuentra por encima del 2019, a pesar de su caída en el 2020 a consecuencia de la crisis mundial económica y sanitaria tras la pandemia del Covid-19. El PBI en el 2022 ya estaba 3.5% más arriba que en el 2019.

Pero además del PBI, solo crece la desigualdad y por tanto, la pobreza. Es lógico en un País con crecimiento, pero con salarios a la baja con una pérdida en términos reales o de poder de compra y en igual período de un -3,7%. La masa salarial y a causa fundamentalmente de la pérdida salarial también cae en un -4,9%, porque el empleo, aunque precario, creció levemente sin compensar la caída del salario. De acuerdo a lo expuesto por EconomíaPolítica.uy en el artículo del 26/3/2023 publicado en Mate Amargo, la clase trabajadora transfirió al capital 2.350 millones de dólares en el período entre 2019 y 2022: “Si la participación de la masa salarial en 2022 se hubiera mantenido igual que en 2019, las y los trabajadores en su conjunto se hubieran repartido 3,3 puntos del PIB adicionales, o sea un valor de 2.350 millones de dólares. Si consideramos que en el año 2022 hubo en promedio 1.657.000 personas ocupadas, la pérdida para cada trabajador/a fue de 1.417 dólares, que en moneda nacional son $58.356, un valor que superó en 30% al salario promedio (con aguinaldo) del año 2022 ($44.670)”. También cae el gasto público en Educación (-4,7%), Salud (-4%) y el gasto en vivienda en este caso medido y referido al Fondo Nacional de Vivienda (-6,1%), recursos todos ellos destinados a invertir en el futuro de forma más equitativa, y que hacen a la calidad de vida de la población. Estos gastos sumados justifican la inmensa mayoría de la baja del gasto público.

La cantidad de personas pobres superaron las que teníamos en el 2014. El Índice de Gini, indicativo de la desigualdad en términos de ingresos, se situó también en niveles de casi 10 años antes. El país en solo 3 años, prácticamente perdió 10 años.

La consigna de orden parece ser mayor pobreza para los menos privilegiados y mayor riqueza entonces para los más privilegiados, porque alguien se lleva la diferencia…los malla oro del modelo. ¡Y varios de la coalición se llenan la boca hablando de Artigas! Pareciera un atropello a su memoria.

Y se ahondan todo tipo de desigualdades. Las personas en situación de vulnerabilidad agravan día a día su situación pues y como es sabido estos fenómenos y sin políticas sociales activas, afectan más a los y las afrodescendientes, a las mujeres, ahondando más y más las brechas en el mercado laboral como ya mostramos en artículos anteriores.
Para que lo invisible se haga visible…
Otro trabajo público en estos días, realizado por INMUJERES y el INE con el apoyo del UNFPA y ONU Mujeres Uruguay (Encuesta Nacional de uso del tiempo y trabajo no remunerado 2022), en el que intervinieron y expusieron Natalia Reyes y Soledad Salvador, descubre otras desigualdades que se agravan en Uruguay, sin dudas impulsadas por la inexistencia de políticas nuevas y específicas que puedan incidir positivamente, sumándose incluso el deterioro grave de las existentes. Ejemplo de ello es la debacle en estos años del Sistema Nacional de Cuidados y el pisoteo por parte de las patronales de otras políticas beneficiosas para la mujer trabajadora.
La situación ha empeorado en relación al año 2013 en que se hizo la encuesta anterior. Si bien la relación entre la cantidad de trabajo no remunerado (49,2% en 2013 y 49,9% en 2022) y remunerado (50,8% en 2013 y 50,1% en 2022) es prácticamente la misma hoy que en aquel año para los hogares y para ambos sexos (en ambos años las mujeres asumían el 58,8% y los varones el 45,2%), la carga total de trabajo no remunerado aumentó para las mujeres un 11%, mientras que para varones cae en igual período un -5,3%. Para el 2021 el trabajo no remunerado en mujeres fue de 34,4 horas semanales al tiempo que en varones fue de 20,6.
Los cuadros siguientes, citados de la misma investigación, expresan el tipo de trabajo diferenciado que de acuerdo a los roles sociales cumplen unas y otros, así como la participación en las labores de cuidados por edades y por sexo en los hogares integrados por personas dependientes.

Los resultados de la encuesta son resumidos de la siguiente manera:

“La mitad del trabajo está por fuera del mercado, por ende, no está computado ni contabilizado de ninguna manera formal.

2/3 del trabajo no remunerado es realizado por mujeres, mientras que solo 1/3 es realizado por varones.

Las mujeres trabajan en promedio 7 horas menos de manera remunerada que los varones.

Las mujeres dedican más de 10 horas más por semana al trabajo doméstico y casi 5 horas más al de cuidados que los varones.

Las horas de trabajo en las tareas de cuidados de niños y niñas de 0-3 años de las mujeres duplica la de los varones”.

Sin embargo, llama la atención que parte del gobierno y en tanto las políticas aplicadas (o dejadas de aplicar que es lo mismo) tengan expresiones como que “a partir de este tipo de estudios es que se construyen las respuestas desde el Estado” (según señala la nota que aparece en el mismo portal de INMujeres). ¿A cuáles respuestas se estará refiriendo? ¿A las que en los hechos ahondan más las brechas en el mercado de trabajo? ¿A las que no obligan a respetar los derechos alcanzados por y para las trabajadoras? ¿No sabía la Sra. de estas situaciones que ella misma dice “intuir”? ¿A qué espera la coalición a la cual pertenece para hacer algo real y concreto que no continúe empeorando la situación? Da para pensar, que entre las mujeres también hay “malla oro”.

 

 

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