Por Carlos Pereira das Neves
«He venido caminando
desde artigas hasta acá,
todo el camino gritando
«viva Sendic y UTAA”.(1)
La dirección y la velocidad de los vientos, la calidad del suelo, los valores más altos de evaporación del agua en el país, son algunos de los componentes de esta mezcla, esta melaza, que posibilitó la emergencia de estructuras productivas en torno al azúcar en Bella Unión.
La modernización de la agricultura procesada, facilitada por el desarrollo de una red crediticia del BROU, la creciente mecanización del laboreo agrícola, la extinción de una plaga secular como la langosta, la posibilidad de conseguir insumos más baratos por la cercanía con el Brasil y la sobre explotación de los asalariados rurales…son otros de los componentes de esta mezcla, una melaza, que posibilitó la permanencia de estructuras productivas en torno al azúcar en Bella Unión.(2)
El Norte se organiza
Para algunas y algunos peludos la creación de UTAA está íntimamente relacionada con un contexto mayor de binomios campo/ciudad y explotados/explotadores.
En 1956 se había creado el Sindicato Único de Arroceros (SUDA) impulsado por el obrero metalúrgico Orosmín Leguizamón; en 1957 Sendic se trasladó a Paysandú y se convirtió en el asesor del Sindicato Único de Obreros Remolacheros (SUDOR); y en 1959 se constituyó la Unión de Regadores y Destajistas (URDE).(3)
Incluso el proceso nacional de base rural debe ser analizado a la luz del trabajo político de las Ligas Campesinas del nordeste brasileño. Si bien los orígenes de las mismas se remontan a los años treinta y cuarenta, su gravitación se volvió evidente hacia mediados de la década de 1950, a partir de la segunda posguerra -y con el aumento del precio del azúcar- los grandes propietarios de la tierra se apuraron a ampliar la zona de cultivos, favoreciendo un doble proceso: comenzaron a expulsar de la tierra a los foreiros (campesinos que ocupaban precariamente las tierras de los ingenios) y hubo una proletización de los moradores (campesinos semiproletarios que vivían en los establecimientos).
El 24 de abril de 1962 se produce la Primera Marcha Cañera, coincidiendo con la visita del líder campesino del nordeste brasileño Francisco Juliao, quien se encontraba “…explicando el alcance del movimiento conocido como ‘ligas campesinas’, un universo de 11 millones de personas muriendo de hambre por falta de tierra para trabajar”(4)
Marcha y mueve
El año 64’ llega con 2 marchas cañeras, las 2 serán con la consigna “por la Tierra y con Sendic”.
– La del 20 de febrero reclamará la expropiación de los latifundios improductivos de Silva y Rosas y Palma de Miranda: 30.000 hectáreas para ser distribuidos por el Instituto Nacional de Colonización a Cooperativas de trabajadores, para que obtengan allí los ingresos que la zafra de la caña de azúcar no les garantizaba durante el resto del año.
– La del 17 de junio vendrá acompañada de un paro de 500.000 trabajadores en solidaridad con los cañeros. Se realizan las primeras Convenciones para la unificación sindical en la Central Nacional de Trabajadores a partir de la discusión de la Reforma Agraria y los rumores de Golpe de Estado, allí estarán los “peludos”, allí estará UTAA.
El apoyo a la lucha de los cañeros sindicalizados en UTAA despertó y aglutinó tendencias revolucionarias presentes en distintos sectores de la izquierda: “El desconocimiento de los derechos laborales de los trabajadores de las azucareras y la propiedad estadounidense de CAINSA, señaló la incorporación de nuestro país a un proceso general revolucionario”(5), en nuestro caso encabezado por los sindicatos rurales radicalizados.
Como arena entre los dedos
Para el Doctor en Ciencia Política Pablo Díaz Estévez, estamos “En un momento desfavorable para la lucha por la tierra de los trabajadores rurales, con una importante pérdida de ingresos y puestos de trabajo de asalariados rurales permanentes entre el año 2000 y la actualidad, y a pesar de que se experimenta el mayor proceso de acaparamiento, anonimato y extranjerización de la tierra del Uruguay moderno, la problemática de la tierra no pasó a ser el problema principal de la cuestión agraria del Uruguay en las primeras dos décadas del siglo XXI.”(6)
Me veo tentado a decir que, desgraciadamente es una realidad palpable. Para quienes no estamos en la cotidiana ni en las especificidades de las relaciones sociales de producción en el medio rural, pero sí prestamos atención a las problemáticas y -sobre todo- a los discursos de los principales actores…lejos estamos, desde el campo popular, de profundizar la discusión del modelo.
Eventos puntuales como la irrupción de Un Solo Uruguay (cuanto todavía gobernaba el Frente Amplio); la quita de recursos en general al Instituto Nacional de Colonización, pero particularmente a la compra de tierras por parte del mismo, con la Ley Presupuestal del gobierno coalisionado de derecha; o la Ley de Urgente Consideración del actual gobierno, que cambiaba algunas reglas de juego en cuanto a la tenencia y permanencia en las tierras de dominio público…despertaron discusiones de titulares. Entendibles para el empresariado o las clases políticas asociadas, que -demás está decir- no tienen ningún interés en que la situación cambie, pero escasas y superficiales para quienes pertenecemos a corrientes históricas que vienen luchando por la tierra desde antes que existiera el Uruguay.
Que la realidad determine, lo posible, en un planteo honesto y lejos del tribuneo. Pero que sea la realidad y no la comodidad, que sea la realidad y no el reducir el planteo antes incluso de la negociación, que sea la realidad y no el deseo de erigirnos como un equilibrio desde una perspectiva puramente electoral que ni siquiera es tal. Y para eso hay que estudiar, hay que conversar, hay que trillar, hay que sacar la discusión de la capital y que se haga fuerte en la tierra, en donde están los y las que la trabajan. Como alguna vez lo hizo aquel mozo…
Si usté es hombre esté alerta
que el momento llegará
Raúl Sandí se encargará
de pegar a tiempo el grito
y en este Uruguay bendito,
otro gallo cantará (7)
NOTAS
(1) Fragmento de Milonga Cañera – Alfredo Zitarrosa
(2) Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia de Bella Unión. Aportes a la construcción de la memoria colectiva. Montevideo; 2020; Págs. 10-14
(3) Nercessian, Inés. La política en armas y las armas de la política: Brasil, Chile y Uruguay 1950-1970. Buenos Aires, Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe, CLACSO, 2013; Págs. 150-151
(4) Blixen, Samuel. Sendic. Montevideo; Trilce; 2000; Pág. 71
(5) Duffau, Nicolás. El Coordinador (1963-1965). La participación de los militantes del Partido Socialista en los inicios de la violencia revolucionaria en Uruguay. Montevideo; FHCE; 2008 Pág 59
(6) Díaz Estévez, Pablo. La lucha por la tierra y la cuestión agraria en el Uruguay actual. En Ceroni Acosta, Mauricio; Oyhantçabal Benelli, Gabriel; Carámbula Pareja, Matías (Coordinadores). El cambio agrario en el Uruguay Contemporáneo. Montevideo; Ediciones del Berretín – Universidad de la República; 2022; Pág. 184
(7) Rosencof, Mauricio. La rebelión de los cañeros. Los hombres del arroz. Montevideo; Ediciones del Berretín; 2021; Pág. 100.