Por Gabriela Cultelli
Dibujo Adán Iglesias Toledo
Todas y todos tenemos recuerdos de esta fecha a lo largo de nuestras vidas y si somos trabajadoras o trabajadores más. Pero si el 1ero. de mayo tiene alguna característica especial, es que no da para detenerse en insignificancias. Es el día de la clase obrera toda, mujeres y hombres que producen y/o reproducen la riqueza del mundo, de la industria, los servicios, el agro, del campo y la ciudad, dentro y fuera del hogar, de ayer, hoy y mañana: todas y todos. Pero además es un día mundial. Sobre sus génesis, los recuerdos y algunos de especial impacto en Uruguay, estaremos conversando en este artículo porque a las y los trabajadores, desde Mate Amargo: ¡Salú!
La génesis: Las luchas obreras
“El 1º de Mayo es el único día verdaderamente universal de la humanidad entera, el único día donde coinciden todas las historias y todas las geografías, todas las lenguas y las religiones del mundo, pero en los Estados Unidos, el primero de mayo es un día cualquiera.” Decía Eduardo Galeano en su libro de los abrazos.
Fue allá por el año 1886 “¿El proceso? Todo lo que va dicho, se pudo probar; pero no que los ocho anarquistas, acusados del asesinato del policía Degan, hubiesen preparado, ni encubierto siquiera, una conspiración que rematase en su muerte.” decía José Martí por aquel tiempo en “Un drama terrible”, artículo relativo a los mártires de chicago y continuaba: “De una apacible aldea pasmosa se convirtió la República en una monarquía disimulada.” Y la vos de aquellas mujeres que se levantaban en la multitud luchando infructuosamente por arrebatarle estas vidas al capital, al imperio naciente que “ordenaba” su propia casa.
Y así es como muchos años después, Galeano no encuentra en Chicago, lugar de los sucesos, vestigio de homenaje a estos mártires por nuestros derechos, y dice en el mismo libro citado: “Ese día, la gente trabaja normalmente y nadie recuerda que los derechos de la clase obrera no han brotado de la oreja de una cabra, ni de la mano de un dios o del amo.” Es que el 1ero de mayo de 1886 comenzaba la paralización de las jornadas a partir de las 8 horas de trabajo, el movimiento obrero decretaba las 8 horas bajo la consigna: “Ocho horas de trabajo, ocho horas de reposo, ocho para el estudio y la recreación. A partir de hoy ningún obrero debe trabajar más de ocho horas por día”, sucediéndose sangrientas jornadas que derivaron en el asesinato de estos 8 compañeros.
Pero el mundo los recordó y recuerda por siempre y muy a pesar del imperio. Por ello, cada una/o de nosotras/os tenemos cada año vivencias que de una u otra manera nos unen al hecho. No se a los patrones, pero a las y los trabajadores y sus familias, esas experiencias nos unen como clase, como colectivos y a nivel mundial.
Todo esta guardado en la memoria
En Uruguay, la primera vez que se conmemoró el 1ero. de mayo como “Fiesta del trabajo” fue en el primer batllismo, en 1916, meses después de haberse aprobado el 11 de noviembre de 1915 la ley de 8 horas. Ya para entonces teníamos un movimiento obrero incipiente pero pujante, que conmemoraba esta fecha desde 1890. La fecha adquiere realmente fuerza con el auge de la lucha de clases de la década de los 60, la unidad del movimiento obrero en la creación de la CNT y hasta el día de hoy, interrumpida solo por la dictadura entre 1974 y 1982. Para 1983 ya no pudieron, y las masas se lanzaron a la calle a recuperar su día, amnistía general e irrestricta para construir un Uruguay sin dictadura con todas y todos fue la consigna en las voces del PIT. Muchos lo recordarán en su participación directa, otros miles lo recordamos en las noticias que recibíamos desde el exilio, y otros desde la propia cárcel. 40 años ya de aquel grito de libertad.
En realidad y en lo personal-colectivo de que hablamos antes, el primer Día internacional de los trabajadores que recuerdo es el de 1968, los bombazos y gritos por una radio en la que transmitía un nervioso locutor, mi madre que llegaba más tarde de la movilización por avenida del libertador y contaba sobre la explosión de un muñeco alegórico en forma de chacho con alguna frase que refería a la oligarquía entreguista frente a la representación diplomática de los EEUU, la policía, las corridas, que “la última vez que vi a Andrés lo corrían de cerca” y un cañero acertó a pegar al caballo que colérico dejó caer al milico con sable y todo, y así supimos después que había “zafado” y contaba que los niños y niñas cañeras, mis amigas, estaban arriba de un camión y también tiraban piedras. Y pasaron muchos más, también de la mano de mi padre y ya más grande el 1ero. de mayo de 1973 en Cuba, me enseñó a cantar la internacional. Luego el regreso, los años 80 y 90 y hacia el fin de esa década, Valentina mi hija, que tendría más o menos mi edad en aquel año 68, entraba en mis brazos con los compañeros de cristalerías del Uruguay con su pequeño puño en alto “Se escucha, se escucha, el vidrio está en la lucha”, La Estela y sus hijitos de la mano. Y después y ahora y mañana. Y todos y todas.
Y decía Eduardo Galeano en aquel escrito mencionado, refiriéndose a la infructuosa búsqueda de algún recordatorio en el propio Chicago: “Tras la inútil exploración de Heymarket, mis amigos me llevan a conocer la mejor librería de la ciudad. Y allí, por pura casualidad, por pura casualidad, descubro un viejo cartel que está como esperándome entre muchos carteles de cine y música rock. El cartel reproduce un proverbio de África: HASTA QUE LOS LEONES NO TENGAN SUS PROPIOS HISTORIADORES, LAS HISTORIAS DE CACERÍA SEGUIRÁN GLORIFICANDO AL CAZADOR”. Pero es que aquí y en el mundo, los desposeídos, las explotadas, y muy a pesar de que el imperialismo trate de borrar la memoria, ya han comenzado a contar su propia historia: ¡Viva el Primero de Mayo!