Por EconomiaPolitica.uy
Claudio Fernández Caetano
Dibujo Adán Iglesias Toledo
Una de las finalidades principales del Banco Central (BCU) es lograr una estabilidad de precios que contribuya con los objetivos de crecimiento y empleo. Es así como el BCU mediante el uso de los instrumentos que tiene a su disposición, debe desarrollar una política monetaria que intente mantener la “moneda estable”. Formalmente, las principales decisiones de política monetaria son sugeridas por el Comité de Política Monetaria (COPOM), cuyo objetivo explícito es la estabilidad de precios.
Es a través de ese Comité que el BCU anuncia cuál será el rango objetivo para la tasa de inflación. Este gobierno a partir de abril 2020 el BCU fijó el rango meta de la inflación en 3% – 7% por 24 meses hasta marzo 2022. En marzo de 2022 cuando la inflación anual se situaba en 9,4%, modificó el rango bajando su techo, determinando el nuevo rango entre 3% y 6% el cual se mantiene hasta hoy. Desde aquella fecha en la que se modificó el rango, el dato de la inflación anualizada nunca estuvo por debajo del 7%, incluso llegó a acercarse a los dos dígitos en setiembre de 2022.
Como herramienta de política, el gobierno ha optado por el uso de la Tasa de Política Monetaria (TPM) como único instrumento para intentar que la inflación tuviera el comportamiento esperado y fue así que sucesivamente fue elevándola (la aumentó doce veces) desde 4,5% en julio de 2021 a 11,25% en marzo de 2023.
Un primer canal de transmisión de la tasa de interés hacia los precios es el canal crediticio. Al aumentar la tasa de interés de referencia, las tasas mediante las cuales se financian las familias y las empresas aumentan y encarecen el crédito, lo cual afecta el consumo y la inversión, teniendo como resultado una disminución de la demanda agregada de la economía que conduciría a una baja de los precios. Tengamos presente que se encarecen tanto los créditos al consumo, como los que las pequeñas empresas pueden tomar en el sistema financiero para llevar adelante su actividad. Suponen que mediante esta política monetaria contractiva se enfría la economía, una medida a contrapelo con las demandas populares que señalan con preocupación los niveles de empleo y salario; medidas contractivas en momentos donde la recuperación de la producción perdida en 2020 terminó de llegar en 2022. En realidad, esta política va de la mano con la política fiscal también contractiva, que espera siempre que desde el sector privado se impulse la producción.
El otro canal de transmisión desde la tasa de interés de referencia para afectar el nivel de precios es el tipo de cambio. Recordemos que en la economía uruguaya opera un tipo de cambio flexible, que determina su precio en la operativa de compra y venta de la moneda extranjera. La suba de la tasa de interés para depósitos en moneda nacional hace más atractiva la colocación en pesos que en dólares. En este caso, el mecanismo sobre los precios opera a través de la baja del precio del dólar: la venta de dólares para obtener pesos hace que aumente la oferta de dólares en el mercado, presionando a la baja su precio. Con la caída en el precio del dólar se abaratarían, los precios de bienes importados y las exportaciones. En realidad, el tipo de cambio más bajo puede bajar parte de los precios al consumo, pero siempre a costa de la pérdida de competitividad de la economía. La competitividad más afectada es la de la industria nacional orientada al mercado interno (que debe competir con productos importados más baratos) ya que el agro genera la mayor parte de sus ganancias en los precios internacionales.
En los gobiernos del Frente Amplio se procuró que el dólar acompañara su evolución a nivel internacional, no solo mediante la compra de dólares incidiendo financieramente en su precio, sino al menos con señales que funcionaran como indicaciones de que se estaba atendiendo desde la politica cambiaria las fluctuaciones a nivel internacional. Con la conducción actual del BCU, pasó a desatenderse la política cambiaria y por tanto también sus efectos sobre la economía real, dejando absolutamente librado el precio del dólar a la confianza que se tiene en el mercado.
El último dato de inflación publicado por el INE, el del mes de marzo, presenta un valor de 0,9% y una variación anual del 7,33% que confirma su desaceleración. No obstante, el dato presenta un valor que aún se mantiene por encima del rango meta, sin embargo, el COPOM resolvió esta vez disminuir la tasa de interés de referencia al 11,25%. Las expectativas de inflación relevadas por el BCU desde febrero de este año registran valores a alza, previendo que la inflación para este año superará el 7% y mes a mes se registran valores que reflejan expectativas de mayor inflación para este año. Lo que está por verse es si la leve disminución en la TPM afectará las expectativas de inflación ahora en sentido contrario o si podrá ayudar a detener la caída del precio del dólar.