Por Griselda Leal Rovira
Hace unos 50 años, cuando yo era joven, creía ingenuamente que con el avance de la tecnología no íbamos a trabajar tanto.
En el mundo no debería haber trabajo esclavo, tendríamos más tiempo para disfrutar de nuestras vidas y seríamos más felices.
¡Qué ingenua! No podía imaginar que el sistema capitalista tenía la meta de utilizar la tecnología, que avanza a pasos agigantados para explotar a la humanidad cada vez más y privilegiar a un puñado de familias, algunas las mismas de siempre y otras que se sumaron al despojo, en detrimento de millones que poco a poco hemos ido reduciendo nuestras posibilidades de superarnos, y lo que es peor de millones que están sumidos en la pobreza o en la miseria.
Para los que soñamos con un mundo mejor, con un mundo socialista, es un duro golpe ver que el capitalismo salvaje avanza a pasos acelerados en sus distintas formas y las posiblidades de revertir la situación son muy difíciles.
De todos modos debemos aferrarnos a una pequeña lucesita al final del túnel que nos hace confiar en la humanidad. Sabemos que tenemos una reserva de criterio y sensibilidad que debemos explotar para contrarrestar la avaricia de quienes tienen poder y de quienes nos gobiernan, que no siempre son los mismos.
La guerra entre Rusia y Ucrania parece estar estancada, después del horror de muerte y destrucción, un país próspero ha quedado en ruinas, pero quien promovió el desastre no ha sido afectado, aunque está sumido en una crisis social y con una economía tambaleante.
El objetivo de Estados Unidos desde hace varios años era destruir Rusia, país que consideraba peligroso por sus grandes riquezas, a pesar de no ser comunista. La estrategia fue en un principio provocar una rivalidad entre los dos países a través de los medios de comunicación y luego un golpe de estado derrocando al presidente electo de Ucrania que tenía una buena comunicación con Rusia, colocando a un actor cómico en su lugar que respondía a los mandatos de Estados Unidos.
Tras realizar masacres en Donbás y provocar con bases de la OTAN en sus fronteras, Rusia reaccionó declarando la guerra.
La propaganda de occidente difundió el carácter maléfico de Rusia, sin mencionar los antecedentes ni las intenciones del enemigo.
Ucrania cayó en una trampa perversa y también la vieja y orgullosa Europa.
China mira el conflicto desde afuera y puede que sea quien más se ha de beneficiar.
El planeta tierra y quienes la habitamos, estamos padeciendo la mayor crisis desde que nos cuenta la historia.
Los grandes poderes económicos, que a su vez controlan la política con métodos corruptos, da como resultado la desvalorización de la democracia, transformándola en general en plutocracia, es decir, manipulada por los grandes capitales, ya sea colocando a presidentes multimillonarios o títeres de los mismos.
La agenda 2030 que pretenden imponer se encamina a reducir la población, esclavizando a los que queden para cubrir servicios.
Este es un momento crucial, hay una lucha por el liderazgo del mundo entre un mundo unipolar liderado por los Estados Unidos, un mundo bipolar comandado por China y Rusia o multipolar en el que intervienen distintas corrientes de opinión.
Un mundo en que el objetivo económico son las armas de destrucción masiva para dominar al enemigo no es lo que la inmensa mayoría de los habitantes del planeta queremos y necesitamos.
Hasta que los pueblos no tomen conciencia no habrá cambios profundos.
Hasta que los militares y policías no entiendan que forman parte del pueblo no pararán las masacres.