Reflexionemos sobre el arte. En ocasión de un nuevo aniversario de la desaparición física de Julio Marenales, les traemos un texto inédito de su autoría
Por Julio Marenales
No sabemos cuándo el concepto arte se separó del concepto artesanía.
Desde siempre los objetos, que por sus características, contienen elementos estéticos constituyeron un medio de comunicación entre el que lo construyó y los que lo utilizaron o contemplaron.
A nuestro juicio, el objeto de “puro contenido estético”, es un invento relativamente moderno.
Los objetos que hoy día denominamos “artísticos” o sea, con contenido estético, siempre tuvieron un carácter funcional.
El llamado “arte rupestre”, con toda probabilidad tuvo un contenido mágico. No se realizaron por simple placer estético.
Es posible que algunos instrumentos decorados lo hayan sido por el placer del que lo hizo, por ejemplo, algunos instrumentos de hueso. Pero fueron, primero, instrumentos.
Cuando aparecen las civilizaciones, y por lo que sabemos, aparecen junto con la sociedad dividida en clases sociales, encontramos diferentes objetos, que para el mundo moderno son objetos de arte. Pero para las culturas en las cuales fueron construidos, cumplieron un rol muy funcional o bien objetos de culto, o bien objetos utilitarios pero con la función de ostentación de la riqueza de algunos. Y también elementos de acumulación de riqueza.
Por miles de años los objetos que llamamos artísticos, fueron objetos de “artesanía”. Podemos incluir en este concepto hasta las esculturas románicas y góticas.
Cuando la sociedad se fragmenta en clases sociales, e incluimos aquí al sacerdocio, los objetos de contenido estético, o lo que ahora llamamos objetos de arte, fueron utilizados para sostener la hegemonía de las clases dirigentes de la sociedad.
Digamos que nunca fueron objetos inocentes.
Tuvieron en última instancia una finalidad política.
Incluimos aquí también a la música.
Probablemente la música haya sido la única actividad humana que ha permanecido, por lo menos algunos aspectos de ella, con un carácter inocente.
Con características análogas a la música podemos definir también a la danza.
Las más crudamente utilitarias desde el punto de vista de instrumentos de poder, lo han sido las artes visuales.
Los productores artísticos (artistas) han sido mayoritariamente asalariados (con diversos modos de retribución) de los poderosos. Eso hasta el día de hoy.
Es de lógica. Las clases ricas son las únicas que tienen excedentes para invertir en “objetos de arte”.
La separación entre arte y artesanía, ha permitido a sectores sociales menos pudientes acceder a ciertos objetos con contenido estético.
De las artes visuales, la que tiene mayor poder de comunicación masivo, sin duda es el “séptimo arte”: el cine (ahora la televisión), también el más poderoso medio de dominación.
En el caso de la plástica, pensamos que al “productor plástico” se le presenta por lo menos un dilema, el de elaborar un producto “comprensible” o elaborar un producto, llamémosle “investigativo”, con todas las derivaciones que pueda tener, pero que sin duda, sólo podrá llegar o principalmente llegará a los “entendidos”.
Se trata de opciones que condicionan su contenido estético.
Toda la institucionalidad existente, incluyendo por supuesto los institutos de enseñanza de cualquier tipo, está enmarcada en el sistema económico-social-político, de lo que llamamos sistema capitalista. Por lo tanto en el marco de la hegemonía de las clases ricas.
¿Qué margen de “independencia” queda?
A priori se puede afirmar que toda producción “inofensiva” para el sistema vigente, puede ser realizada.
El compromiso personal puede ser otra cosa.
Consideramos que en cualquier orden de producción intelectual, el producto “aséptico” favorece lo existente, desde el momento que no toma partido y por lo tanto deja todo como está. O sea, en última instancia, toma partido.
En todos los órdenes de la actividad humana en las sociedades clasistas siempre han existido limitaciones para la expresión de las ideas.
Todas las ideas cuestionadoras del Sistema siempre han tenido dificultad de divulgación.
Para los plásticos que puedan ser cuestionadores ¿hay posibilidades de elaborar un producto con mensaje cuestionador, cualquiera sea el “camino estético” elegido?
El tema queda para los plásticos.
Políticamente el mensaje cuestionador tiene un límite claro: que el mensaje no tenga una contundencia tal que ponga en peligro la permanencia de la hegemonía.
Puede parecer éste un enfoque muy esquemático y tal vez lo sea.
Pueden aparecer objeciones en cuanto a que la lucha por mayores espacios ha tenido sus logros.
Sin duda ha habido logros y puede ser que puedan contribuir a una sociedad más abierta.
Pero objetivamente lo que existen son sociedades de clase. Es decir la hegemonía ha permanecido inconmovible.
No estamos sosteniendo que lo llamado “arte” deba tener un carácter panfletario.
Creo que tampoco debemos exigir al “artista” un compromiso social.
Simplemente, pensamos que si es buena “antena” receptiva, sabrá captar lo esencial de su tiempo.
Y en cuanto al compromiso, es una cuestión de opción personal.
Naturalmente, ésta es una opción de carácter político.
Cuando nos referimos a lo político no quiere decir relativo a opciones partidarias.
Personalmente pienso que el individuo, habiendo nacido en sociedad, como no puede ser de otro modo, por el hecho de recibir la herencia, como recibimos todos, de otras generaciones implícitamente tiene un compromiso.
La cuestión es, que no siendo la sociedad homogénea, sino dividida en clases con intereses antagónicos, es imposible ser neutral.
El que cree que puede ser neutral tratando de mantenerse equidistante, en el fondo, deja las cosas como están. Es decir, el mantenimiento de lo existente.