Hace escasos días culminó la Feria del Libro de Bs. As. en el predio de La Rural porteña. Gran despliegue, gran cantidad de público y sin embargo la inflación galopante tiene a los hermanos argentinos preocupados, buscando una salida que no aparece.
Por Rolando W. Sasso
Alguien dijo en los medios que “en Argentina puede pasar cualquier cosa” refiriéndose al proceso electoral que pone plazos y a los problemas económicos que angustian a la gente. Tal vez tenga razón. Yo me fijo en las manitos y caritas sucias de los gurises con hambre que recorren las calles porteñas sin consuelo ni alivio para las tripas.
Con mucha tristeza observamos el aumento de la pobreza y de la indigencia, la gente que vive en la calle bajo una carpita improvisada y hurgando en los contenedores de basura. Los niños pidiendo “algo pa’ comer”. El peso argentino que no vale nada y sigue bajando, el beneficio es para los exportadores y especuladores. Se multiplican los arbolitos en el microcentro (cambistas ilegales de moneda que cotizan los dólares a mayor valor que el oficial empujando la devaluación) y el que paga siempre es el pobre.
El dólar marca la cancha y así aparecen los políticos de la derecha proponiendo dolarizar la economía como medida milagrosa. El gobierno de Alberto Fernández al tiempo que negocia un préstamo con los BRICS para pagar la deuda con el FMI (un préstamo millonario e impagable que gestionó el gobierno de Mauricio Macri) otorgó un aumento del 21% en los sueldos de los empleados estatales que beneficia también a los jubilados y pensionistas. Todo lo cual es insuficiente ante la embestida de la inflación galopante.
El economista Claudio Kast explicaba (en conferencia durante la feria) con su prosa fácilmente comprensible, que la concesión de estos préstamos por parte del FMI, que al momento de su firma se sabía que serian imposible de pagar, es una estrategia del Fondo para apropiarse de las riquezas naturales de la nación acosada. Si no paga con dinero pagará con riquezas naturales. El litio y el agua están en la tapa del libro de las multinacionales.
Y claro, en el enfrentamiento por la hegemonía económica mundial hay otros interesados en correr la misma carrera. Por eso los BRICS con su Banco de Desarrollo (con sede en Shanghái, presidido por la brasileña Dilma Rousseff) pretenden tomar la delantera cubriendo la deuda Argentina.
A su vez Brasil que es miembro de los BRICS está proponiendo comerciar en monedas locales, dejando a un lado el dólar. De concretarse esta propuesta el resultado sería beneficioso para las economías emergentes (que hoy se encuentran obligadas a exportar e importar en el billete verde), evitando el pasaje de moneda por los bancos norteamericanos que en cada operación muerden su comisión. Aquí me permito recordar que a Muamar el Gadafi lo mataron por algo parecido, cuando quiso vender su petróleo en Euros.
Ante este complejo panorama y con la batalla electoral que se acerca, los políticos argentinos deben plantear soluciones que eviten caer en una crisis similar a la de principios de siglo. Lo que muestran es preocupación detrás de la sonrisa para la foto y desde el progresismo y la izquierda se habla de estar unidos para salir del atolladero.
Nada convincente para los que deben darle de comer a sus hijos y la única mano tendida que encuentran está en los comedores y merenderos populares (similares a nuestras ollas populares). A propósito, los militantes de los comedores están exigiendo la aprobación en el Congreso de la ley “Pancitas Llenas” que sería la forma de conseguir financiación estatal para parar las ollas sin depender de los punteros políticos que son los que hoy les abastecen a cambio de participar en las movilizaciones. Pero el tiempo pasa y el Congreso no encara con esta ley.
Las venas de América Latina siguen sangrando, ante lo cual ¿no será hora de hablar más de Mercosur que de salidas individuales? entender que juntos los países latinoamericanos podemos negociar mejor, sin pretender sacar la mejor tajada y protegiéndonos unos a otros. ¿No será hora de sumarnos todos al tren cuya locomotora es Brasil y que pilotea Lula?
Lo cierto es que Argentina se debate entre el progresismo y la derecha, entre el paso adelante y caerse de espaldas. Sin embargo las cosas no están claras y como se dijo “en Argentina puede pasar cualquier cosa”, el detalle está en cuánto pueda repercutir en los países vecinos lo que suceda en la tierra de San Martín, de Perón y Evita, de Maradona y Messi.