Por Colectivo Histórico «Las Chirusas»
No hay que mezclar fútbol y política, es una frase repetida hasta el cansancio pero es una de las falacias más descaradas.
El fútbol se usa y se ha usado como elemento propagandístico en innumerables oportunidades a lo largo de la historia. En un rápido repaso podemos encontrar: a Francisco Franco y su Real Madrid; el Steaua de Bucarest, originado desde el ejército rumano; el CSKA Moscú, históricamente vinculado al ejército soviético; futbolistas y Directores Técnicos de renombre, como Pep Guardiola, que el año del referéndum catalán acudió a las ruedas de prensa con el lazo amarillo a favor de la liberación de los presos políticos catalanes; o los recursos que desembolsaron los militares argentinos “no para que Passarella levantara la copa en un estadio lleno de papelitos, sino para que los 76.000 argentinos que estaban esa noche en el Monumental y los otros 25 millones que seguían el partido por televisión salieran a gritar «¡Argentina, Argentina!». Al igual que lo hicieron los italianos casi medio siglo atrás; olvidaran el hambre, las crisis y las violaciones a los derechos civiles y humanos”[1]
La lista de futbolistas, ex-futbolistas y dirigentes que, desde su actuaciones en los ámbitos deportivos se vincularon a la política…es larga.
En tiempos de Hitler
Otto Fritz “Tull” Harder jugó para el Hamburgo (Hamburger Sportverein, HSV), ganó quince partidos con Alemania, entre 1914 y 1926, marcando catorce goles. Harder se unió al Partido Nazi en octubre de 1932 y en 1939, fue llamado a filas por las Waffen-SS, concluyendo su carrera como comandante de un campo de concentración de Neuengamme. En 1946 fue condenado a quince años de prisión e indultado después de cuatro y medio. Después de su liberación, siempre que Alemania Occidental jugó partidos internacionales en Hamburgo, Harder fue un invitado de honor. A su muerte, en 1956, la bandera del club HSV cubrió su ataúd en el funeral.
Su historia adquiere un valor simbólico aún mayor debido a los informes no confirmados de un sorprendente encuentro, en uno de los muchos campos de concentración, con un “ex compañero de equipo en Hamburgo, el noruego Asbjørn Halvorsen (1898-1955), ferviente crítico de la ocupación alemana de Noruega en 1940. Además, había sido el entrenador noruego cuando el país derrotó a Alemania durante los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 en frente de un Adolf Hitler enfurecido.”[2] Halvorsen se negó a cooperar con la ocupación alemana y pasó por varios campos de concentración, incluido Neuengamme.
Sin embargo, todavía no está claro si los dos excompañeros de equipo se conocieron alguna vez en estas circunstancias tan diferentes. Incluso ni siquiera los semanarios deportivos pudieron ignorar la problemática historia de Alemania. Sobre la temprana muerte, en 1955, del jugador noruego, entrenador y víctima del campo de concentración Asbjørn “Assi” Halvorsen, el editor en jefe de la revista Weekly Kicker, Friedebert Becker, escribió en el obituario: “Nuestro luto por Assi se profundiza por el conocimiento de que el sufrimiento inhumano que le infligieron en un campo de concentración alemán debió costarle al gran noruego muchos años de su vida, que terminó tan joven y tan repentinamente”.[3]
Y por Inglaterra…
Las actitudes de la Federación Inglesa de Fútbol y el gobierno británico hacia la “Nueva Alemania”, son otro caso de fútbol y política.
El 4 de diciembre de 1935, ya aprobadas las Leyes de Nuremberg, se enfrentaron las selecciones de Inglaterra y Alemania. La elección del estadio a jugar fue irónica, el White Hart Lane pertenecía al Tottenham Hotspurs, un club con un importante número de seguidores judíos. El Ministerio del Interior estaba incómodo y la central sindical de Inglaterra y Gales “se opuso estrictamente a él, pero el Ministerio de Asuntos Exteriores insistió en jugarlo”[4]. En el banquete posterior al partido, el vicepresidente de la FA inglesa, un tal W. Pickford, propuso un brindis por Hitler.
Otro momento fue el 14 de mayo de 1938, en el Estadio Olímpico de Berlín, se produce el infame saludo hitleriano dado por jugadores ingleses y alemanes antes de comenzar el amistoso. El periodista Jonathan Duffy no duda en ubicarlo como uno de los momentos más oscuros de Inglaterra en el deporte. La revisión de Alisdare Hickson nos dice que el único periódico que criticó la situación fue el Daily Express, el periodista Henry Rose señaló como las autoridades inglesas habían dejado claro que “las órdenes son órdenes, se levantan las manos”[5]. Si nos remitimos a Hickson la prensa no pareció preocupada por el gesto, muchos ni siquiera lo mencionan y quienes lo hicieron, en su mayoría, lo consideraron apropiado y cortés: “Fue una orden del Ministerio de Relaciones Exteriores que el equipo de Inglaterra, que incluía al legendario Stanley Matthews, realizara el saludo”[6]. El embajador británico, Neville Henderson, obligó al capitán Eddie Hapgood (y a sus hombres) a realizar el saludo como un gesto de diplomacia, que entraba en la política del gobierno británico de apaciguar a Hitler y evitar conflictos.
En Italia
Los intereses del fascismo italiano por utilizar el fútbol como dispositivo de cohesión social encuentran su máxima expresión en la selección nacional. Los éxitos de ganar de manera consecutiva la Copa del Mundo en 1934 y 1938, además de las olimpiadas de 1936 celebradas en Berlín, hacen que a “través de sus triunfos el sistema político puede construir una identidad colectiva y un orgulloso sentimiento de pertenencia al proyecto totalitario. Transmite, igualmente, una imagen agresiva y dinámica del pueblo italiano.”[7]
Italia es designada para ser sede del Mundial de 1934, contaba con el patrocinio y la infraestructura de la FIFA. Benito Mussolini eligió a Giorgio Vaccaro para la conformación del equipo nacional:
“«No sé cómo se hará, pero Italia debe ganar este campeonato», –le exigió Benito Mussolini a Giorgio Vaccaro, quien respondió con voz temblorosa–: «Se hará todo lo posible». Para luego afirmar: «La última meta del acontecimiento será la de demostrar al universo lo que es el ideal fascista del deporte».”[8]
Se aplicaría la ley oriundi que había sido creada para traer a los descendientes de emigrantes para pelear en una guerra que parecía inminente y también sirvió para la conformación de un equipo competitivo con “la naturalización de cuatro jugadores nacidos en Argentina (Luis Monti, Raimundo Orsi, Guaita y Demaría) y de un brasileño (Anfhiloquio Marques Filo, que adopta el nombre de Anfilogino Guarisi) para asegurar el triunfo.”[9] Gracias a algunos fallos arbitrales “extraños”, Italia llega a la final. En el entretiempo de la final Benito Mussolini escribió un mensaje dirigido a Vittorio Pozzo: “Señor Pozzo, usted es el único responsable del éxito, pero que Dios lo ayude si llega a fracasar” y este reunió a su gente, ordenándoles: “No me importa cómo, pero hoy deben ganar o destruir al adversario. Si perdemos, todos lo pasaremos muy mal”[10]. Pasado el frenesí, el gobierno fascista decidió que los oriundi debían demostrar su amor a la patria en el campo de batalla. Monti, Orsi, Guaita y Demaría fueron informados que eran reclutados para ir a combatir en Etiopía. Los cuatro hicieron sus maletas y se volvieron a Sudamérica.
Para la final en el Olympique de Colombes (París en 1938) Benito Mussolini dedicó alentadoras palabras a su selección «Vencer o morir». Antal Szabó, el arquero de la Selección Húngara, recordó: “Nunca en mi vida me sentí más feliz que después del partido. Con los cuatro goles que me hicieron le salvé la vida a once seres humanos, pues me contaron que antes de empezar el partido los italianos habían recibido un telegrama de Mussolini que decía: ‘Vencer o morir’. Ganaron.”[11]
Más acá, en el espacio y tiempo
Mientras se escriben estas líneas, se están llevando a cabo los cuartos de final del mundial sub-20 de fútbol en Argentina. Mundial que se ha disputado, entre otros estadios, en el Estadio Malvinas Argentinas ubicado en la Provincia de Mendoza. La FIFA no solo determinó que el Estadio fuera anunciado como “Estadio Mendoza”, sino que además obligó a a tapar con cartelería las imágenes de las Islas Malvinas presentes en el Estadio.
Pero, viniendo más acá, a Uruguay propiamente dicho, creemos entender a qué viene esto de “la política y el fútbol no se deben mezclar”. Y tiene que ver con los homenajes a las y los Detenidos Desaparecidos de nuestro país que -con fuerza- comienzan a aparecer en comunicados públicos de varias instituciones deportivas, así como van creciendo las declaraciones individuales de futbolistas reconocidos sumándose a las movidas del 20 de mayo, pero sobre todo (por una cuestión de números y resonancia) en las hinchadas de los clubes más grandes de nuestro país.
En general, son muchas las instituciones deportivas que año a año se van sumando, pero el peso del fútbol en nuestro país hace que hablemos puntualmente de este caso.
El fútbol, en tanto deporte, en tanto expresión social, de ninguna manera puede estar ajeno a la política del país. Y en Uruguay, por suerte, aunque más que por suerte por el trabajo de las y los militantes…nos estamos bien acostumbrando a politizar el deporte.
Notas
[1] Rubén Domínguez. Op Cit; Pág. 138
[2] Maximiliano Jara. Op Cit; Pág. 44
[3] IDEM; Pág. 67
[4] Christoph Müller. Op Cit; Pág. 72
[5] Alisdare Hickson. England’s Nazi Salute. Appeasement.blog. Exposing the Propaganda Behind Britain’s Appeasement of Hitler and Nazi Germany en https://appeasement.blog/englands-nazi-salute/. Revisado 18 de mayo de 2021
[6] Jonathan Duffy. Football, fascism and England’s Nazi salute. BBC News Online. Sección UK Magazine (22 de septiembre de 2003) en http://news.bbc.co.uk/2/hi/uk_news/magazine/3128202.stm. Revisado el 18 de mayo de 2021
[7] Rubén Domínguez. El uso del fútbol por los totalitarismos. El caso del fascismo italiano en Ubi Sunt? Revista de historia. Nº. 28, Cádiz. 2013. Pág. 137
[8] Maximiliano Jara. Op Cit; Pág. 36
[9] Maximiliano Jara. Historia del secuestro de una pasión. El fútbol como herramienta política bajo el totalitarismo. RIL Editores. Santiago, 2012. Pág. 224
[10] Christoph Müller. Football, the Nazis, and Vergangenheitsbewältigung en German Historical Institute London Bulletin. Bd 26 Nr1 2004. Pág. 64
[11] Gerhard Fischer und Ulrich Lindner. Stürmer für Hitler: Vom Zusammenspiel zwischen Fußball und Nationalsozialismus. Die Werkstatt, 1rd edn, Göttingen, 1999. Pág. 23