Por Gabriela Cultelli
Los años 2020, 2021 y hasta el 2022 fuimos golpeadas y golpeados por la pandemia. El látigo ensordecedor de la muerte golpeando puertas, más de 7 mil compatriotas, muchísimas de aquellas muertes, evitables. Recordemos la renuncia del comité de expertos, el retraso en comenzar la vacunación, el ahorro con que se vanagloriaron en ese mismo año disminuyendo el déficit en relación al PBI y la ideología individualista de la “Libertad Responsable”. Pero “ya pasó”, o al menos así es para los grandes medios, queda duda sí para las familias afectadas.
Luego ya en el 2022, salta a la palestra pública el caso de un importante narcotraficante y un pasaporte otorgado a tiempo, cuestión que el Sr. sigue prófugo aún. Ese Sr. Marset, en tanto que narcotraficante, ¿de cuantas muertes directas o indirectas será responsable?, ¿cuántas vidas deshechas tendrá en su haber? Continúa, en términos de grandes casos, la cadena de delitos de Astesiano, y solo a manera de recordatorio, con él varios jerarcas policiales, pero el presidente sigue “sin saber nada”. Todo esto para hacer un brevísimo resumen de las cosas más graves. Súmese el caso de usufructo de tierras del INC por parte de la familia de Manini Ríos, y el otorgamiento sin sustento legal de casas a discreción de su Sra. esposa.
Pero obvio que hubo y hay mucho más. Están los casos de delitos sexuales, aquel de la operación “Océano” que no dio para mucho, aunque el más repulsivo de estos crímenes saltó en estos días involucrando al Senador Penades en abusos sexuales como patriarca poderoso. Ese poder que da el dinero sumado a la investidura política que permite apoderarse de cuerpos vulnerables, en este caso varones menores de edad, pero famosos son los llamados “derecho de pernada” que permiten al patrón hacerse de las niñas y jovencitas pobres. Explotación sexual y económica, derechos del poder que se ocultan en sectores sociales profundamente patriarcales.
Y duele, duele la pobreza, duele el abuso y el hambre, duele el muchachito que luego fue a comprarse una hamburguesa. Duelen los hijos e hijas de la pobreza, porque no nos conformamos ante ella.
No olvidemos, la baja del asalario real, la concentración de la riqueza, los problemas con el agua, etc.
Vivimos tiempos difícilmente comparables históricamente en tanto niveles de corrupción. Pero el presidente, “no sabe nada”, nunca sabe nada, y además ¡es premiado! Pero no solo es “premiado”, si no que él senado de la nación aprobó (venia) su viaje a EEUU y para colmo, en los días que el Estado deberá hacer un acto de reconocimiento ante el asesinato de las muchachas de abril.
“Gold Insigne” (En español “Insignia de Oro”)
Este premio no nos queda para nada claro, ¿por qué se otorga?, y por más que leímos al respecto. Que sea el lector/a que saque sus propias conclusiones.
Es un premio otorgado por el “Foro Americas Society /Council of the Americas” en la ciudad de Nueva York. Lo curioso de todo esto es que esas instituciones construyen un índice. Se llama “Índice de capacidad para combatir la corrupción” y aunque en el contexto actual es difícil de creer, para el 2022 (junio) Uruguay quedó en primer lugar de 15 países de América Latina. No el primer lugar por más corrupto, no, sino por mostrar, obviamente que, según ellos, la mejor performance en el combate a la corrupción. Claro, la pregunta que surge es: ¿En serio? ¿Puede adivinar el lector quien está en el lugar 15? … Adivinó…Venezuela
Se supone que el tal índice “es una herramienta analítica basada en datos que se lanzó en 2019 para evaluar la capacidad de los países latinoamericanos para detectar, castigar y prevenir la corrupción.” (Fuente: https://www.as-coa.org/articles/2022-capacity-combat-corruption-index, miércoles, 22 de junio de 2022) y continúa la misma fuente: “El Índice CCC analiza 14 variables clave, incluida la independencia de las instituciones judiciales, la solidez del periodismo de investigación y el nivel de recursos disponibles para combatir los delitos de cuello blanco. Estas variables se dividen en tres categorías: capacidad jurídica, democracia e instituciones políticas, y sociedad civil y medios de comunicación. Los puntajes generales de los países son un agregado ponderado de estas tres categorías.”
El dichoso premio que otorgan estas instituciones, que aún no nos queda claro el motivo, ha sido también entregado a personajes como Ronald Reagan (1986), Carlos Menem (1989), Fernando Henrique Cardoso (Brasil, 1998), Ricardo Lagos (Chile, 2005), Michelle Bachelet (Chile, 2009), Felipe Calderón (México, 2011), Juan Manuel Santos (Colombia, 2012), Macri (2017), Lenín Moreno (Ecuador, 2019), y ojo, porque se les coló Lula en 2008 (¿se equivocaron o sería porque era Brasil el Gigante del Sur?). En fin, ahora le toca a Lacalle Pou, no es chiste, es en serio.
Y dicen en su propia página (AS/COA): “La Insignia de Oro de Americas Society se otorga a los jefes de Estado democráticamente elegidos del hemisferio occidental, cuyo excepcional liderazgo ha tenido un impacto profundo y duradero en su país y en las vidas de sus habitantes. La condecoración honra a líderes que se distinguen por promover un mayor entendimiento de las realidades sociales, políticas y culturales tanto de sus naciones, como de la región.” (Fuente: https://www.as-coa.org, 26/9/2019).
Impacto en nuestro país y en nuestro pueblo ha tenido sin ninguna duda, y lo tendrá hasta marzo del 2025, este presidente del Partido Nacional y la Coalición. Ahora bien, será la historia quien finalmente diga que tan negativo resultó el “impacto”.