Por Colectivo Mate Amargo
Desde el pasado jueves, traemos a nuestros lectores, las distintas intervenciones en ocasión de celebrarse en la antesala del senado, un muy particular coloquio: “El Moncada y la Revolución Cubana. Su desarrollo en la cultura cubana y latinoamericana». Con fecha 27 de julio, un día después de cumplirse 70 años del asalto al cuartel Moncada en Cuba, compartimos las palabras de la Diputada Micaela Melgar y el Diputado Nicolás Viera. Hoy, en esta segunda parte, tenemos el honor de compartir las palabras del cubano José Ernesto Novaez, de la Historiadora Naguy Marcilla y del Periodista Fabian Cardozo, participantes también de este panel. Se podría sintetizar al final, que el Moncada más que ayer, es hoy, transformando, cambiando, inicio consecuente.
José Ernesto Novaez (*)
Agradezco la invitación, la oportunidad de poder estar en este panel de lujo que se realiza para reflexionar un poco sobre la Revolución Cubana, la cultura, y rendir también homenaje a los 70 años del asalto al Cuartel Moncada.
Me pedían de modo sucinto conversar sobre algunas ideas relativas al Moncada, la Revolución y la experiencia cultural de la Revolución cubana. Y hacerlo, además, en un momento donde la cultura ha pasado a ser, sin lugar a duda, un escenario privilegiado para la subversión en la situación interna cubana, y para el ataque simbólico en contra de la Revolución.
Entonces es el asalto al cuartel Moncada que marca el inicio de la condición de posibilidad de la transformación cultural de la nación cubana. O sea, es el romper, la alborada de un nuevo proceso, una nueva generación que con el triunfo definitivo del 1 de enero del 59, va a transformar sustancialmente a la nación, a la cultura, a las prácticas institucionales. En ese sentido, se puede hablar de que el 1 de enero del 59 es un antes y un después cultural para la nación cubana, pero cultural, no solo en el sentido más estrecho de cultura, las manifestaciones artísticas, literarias, intelectuales. También culturales, en el sentido de que modificó sustancialmente prácticas sociales, formas de entender el mundo, sistemas de valores que estaban en la nación cubana y los sustituyó por otros, que también estaban, pero que no habían jugado un papel quizás protagónico.
Además, con la Revolución Cubana, muchos de estos valores se proyectaron a un nivel que no tiene precedentes en la historia de la isla y eso le ha permitido a Cuba, en campos como la solidaridad, desplegar una política internacional de gran potencia, algo que hubiera sido impensable, si Cuba no hubiera tenido una Revolución como la del 1 de enero del 59.
Porque además, en la lógica de del mundo dominado por una élite y un gran conglomerado de países subordinados, los países pequeños productores de caña de azúcar, como Cuba, no les toca desplegar los 60 años de solidaridad ininterrumpida, que ha desplegado, tanto en la liberación de países, como en salvar vidas en lugares donde jamás había llegado un médico, o brindar los aportes de la ciencia cubana, ponerlos al servicio de la humanidad.
La Revolución también va a ser una profunda transformación en el campo de la cultura en su sentido estrecho, o sea en el campo de las artes y la política cultural de la Revolución Cubana. Una política que va a estar asignada en primer lugar por la creación de un sistema institucional que acoja y ampare a todas estas manifestaciones artísticas, muchas de las cuales subsistían en forma muy precaria antes de la Revolución.
Por eso la revolución triunfante en Cuba no solo va a transformar el pequeño aparato estatal que hereda, un aparato grande en lo represivo en cuanto al ejército y a la policía, pero muy pequeño en cuanto a sus instituciones de carácter social o de naturaleza política interna, incluso internacional. Y lo va a ampliar para darle respuesta a los reclamos que están en la base del proyecto político y social de la Revolución, a los anhelos de justicia social, de soberanía, de desarrollo humano.
En ese proyecto, la cultura va a jugar un papel fundamental. En los primeros años, la Revolución Cubana va a caracterizar por una ampliación permanente del ecosistema de instituciones y otros medios.
En torno a la vida cultural van a surgir muchas instituciones emblemáticas, casi todas las instituciones emblemáticas que existen en la cultura cubana. Hay revistas, premios, cine. Se va a diversificar el consumo audiovisual. Cuba va a pasar de tener un alto porcentaje de consumo exclusivamente norteamericano en 1957, 58, a que ese nivel de consumo de pronto baje a un 30% y empiecen a entrar producciones cinematográficas de otros países. Éramos una nación latinoamericana que no miraba Latinoamérica, miraba a los Estados Unidos.
Ese cambio, incluso de perspectiva, va a ser fundamental para el momento político y el proyecto político de la Revolución, y la política cultural de la Revolución Cubana, va a estar signada en sus bases fundamentales, por sumar y por apoyar a la cultura tanto como sea posible. Es una política cultural que desde luego, no está exenta de errores, porque no es una política cultural que se ejerce en el aire, sino que se ejerce por hombres y mujeres concretas, con sus fortalezas y con sus limitaciones concretas, típicas de todos los seres humanos.
Sin duda es una política donde se han cometido errores. Lo que pasa es que la grandeza del proyecto cultural de la Revolución Cubana es que de los errores que se cometieron se aprendió, y no se han vuelto a cometer, se han cometido otros y se cometerán otros más, pero ha subsistido, en primer lugar, la voluntad de la Revolución, de apoyar la cultura, aún en momentos tan difíciles como el actual o como fueron los años 90. Se ha mantenido además, la disposición de dialogar, de trabajar, de atender a la cultura, a las diversas manifestaciones culturales.
Entonces, leer la política cultural de la Revolución cubana, como pretenden hacerla algunos enemigos de Cuba, solo en sus momentos negativos, es empobrecedor, no ayuda a entender por qué si se han cometido tantos errores y si supuestamente es una suma sucesiva de arbitrariedades y de negaciones injustificadas, ha florecido la cultura de la manera que lo ha hecho en la Revolución. Solo es comprensible porque amén de esos errores, ha habido un aprendizaje autocrítico y hay una voluntad política de sostener eso. Voluntad política que durante una buena parte del proceso vino acompañada, además de una capacidad material del Estado de apoyar la cultura a través de las instituciones, de la crisis del periodo especial, las transformaciones del mundo y lo que le ha impuesto eso, también a la Revolución cubana. Han obligado a que la institucionalidad deba transformarse. Pero no siempre lo ha logrado, no siempre lo ha logrado con la prontitud que se demanda y muchas veces no cuenta con los recursos para apoyar y sostener.
Uno de los retos que tiene la política cultural de la Revolución hoy es cómo las instituciones se atemperan a las transformaciones objetivas que se han dado en los diversos sectores de la cultura y lo hacen dándole continuidad a un proyecto que pone la cultura en el centro, no para el desarrollo de los artistas, sino para el desarrollo espiritual de la nación. O sea, es un modelo de la cultura en el cual el desarrollo de los artistas es un resultado de su arte al servicio de la emancipación y el desarrollo espiritual de los otros.
Esto es fundamental porque estamos en un momento en el cual se impone o se intenta imponer una visión elitista del arte, de la cultura, de los cultores. Y la cultura solo tiene sentido, solo tiene valor, en tanto se produce y se consume socialmente. Es accesible para todos, es posible para todos si tienen el talento, realizarse como artistas Y ahí el sistema de instituciones específicas que ha creado la Revolución Cubana es fundamental y que se mantiene hoy, a pesar de las numerosas carencias y dificultades.
Pero además, crea acumulados de belleza, acumulados de sensibilidad a nivel popular, que son fundamentales también para que la gente entienda un nivel subjetivo, un proceso del cual son sujetos y objetos al mismo tiempo y ya no solo deben trabajarlo, sino más bien vivirlo, deben sentirlo y deben entenderlo a nivel racional y a un nivel emotivo afectivo, que es donde, en última instancia, se anclan de verdad los procesos en el corazón de los pueblos.
Entonces el Moncada es el inicio de este largo ciclo, de esta hermosa e inmensa transformación que ha sido la cultura de la Revolución Cubana y ha sido la política cultural de la Revolución Cubana. Un camino que no está exento de contradicciones, que las tiene y que debemos aprender de ellas, que se han analizado, se han escrito muchas cosas, publicado mucho sobre el tema, pero que es empobrecedor reducirlas.
Ahora en el presente tenemos el gran reto de cómo adaptar nuestra institucionalidad a este nuevo medio cultural y esta nueva realidad y este entorno siempre cambiante del mundo contemporáneo.
Quiero concluir agradeciéndoles desde Cuba la solidaridad que siempre han tenido en Uruguay con la Revolución Cubana, agradeciéndoles este espacio para pensar y para hablar de la Revolución Cubana. Quiero concluir, yo siempre que me toca hablar, que tengo el honor de hablar de la Revolución Cubana, de la cual soy un hijo joven pero un hijo agradecido, muy agradecido, recuerdo una hermosa frase de Fidel en la cual decía que estamos haciendo una revolución más grande que nosotros mismos. Es la grandeza de la Revolución Cubana, ser una revolución que se hace no solo para Cuba, sino que como dice la canción de Silvio, se hace también para otros.
Muchas gracias. Muchas gracias por creer en Cuba y por querer a Cuba. Me gustaría y voy a estar al tanto de los debates del panel que sé que se publicarán en diversos medios, entre ellos en Mate Amargo, donde estoy seguro que podré leerlo y podré dialogar, aunque sea en retrospectiva, con las valiosas intervenciones. Un abrazo grande, virtual abrazo grande, revolucionario para todos.
Patria o muerte y hasta la victoria siempre.
Naguy Marcilla (**)
Agradezco a la REDH por haberme invitado y a este espacio por permitirnos estar aquí hoy.
Quisiera comenzar con una panorámica del mundo en este 1953. De la cual, claro, se cumplen también 70 años… Veloz y algo caprichosa.
En Bolivia, el año anterior, 1952, había triunfado el Movimiento Nacionalista Revolucionario y en agosto de este 1953 el presidente Paz Estenssoro suscribe el decreto de Reforma Agraria y legaliza los sindicatos campesinos.
También este año en Colombia, se crea la Asamblea del Pueblo en Los Llanos que unifica la acción guerrillera, pero tras conversaciones de paz con el gobierno, su comandante, Guadalupe Salcedo, se entrega y unos 10 mil guerrilleros de los Llanos Orientales, Antioquia, Huila, Santander y Cundinamarca (habían sido 40 mil), entregarán sus armas ese noviembre.
Joao Goulart, recién designado ministro de trabajo en Brasil, duplica el salario mínimo. Y se crea la estatal Petrobrás. Cándido Portinári pinta los fabuloso murales “Guerra y paz” en la sede de la ONU.
Alejo Carpentier publica “Los pasos perdidos”.
En Chile se crea la Centra Única de Trabajadores, dirigida por el inmenso Clotario Blest. El Partido Socialista Popular ingresa en el gobierno y asume los ministerios de Hacienda y de Minas: impulsa la nacionalización de las empresas estratégicas y la cogestión obrera, y se sancionan el salario mínimo agrícola y la Ley de Asignación Familiar, cobrable sólo por la mujer.
En Guatemala, el año anterior se había decretado la Reforma Agraria, gobierna Arbenz recuerdan, y este año se expropia la mitad de las tierras de la “UFCo.” (posee el 11% de la tierra guatemalteca que representa el 63% de la tierra cultivada); se indemniza, lógicamente, con el equivalente de su declaración al fisco; queja del jefe de relaciones públicas de la compañía, Spruille Braden (que ya hemos conocido entrometiéndose en Argentina) y, entonces, Eisenhower autoriza a Allen Dulles (CIA) a iniciar la intervención: “Operation Success” (“éxito”)…. tendrá success al año siguiente.
En México, nueva insurrección de Rubén Jaramillo, veterano “zapatista” y comunista, en Morelos (1953-58).
Juan Rulfo publica “El llano en llamas”.
En Panamá, huelga general de los indios guaymíes, vaya coincidencia!, contra la “United Fruit Co.”
Termina la Guerra de Corea que se cobró la vida de 1.500.000 coreanos del norte, 1.100.000 del sur, 500 mil chinos y 53 mil estadounidenses.
En los dominios franceses del Asia: se independizan Camboya y Laos y surge una guerrilla anticolonial en Vietnam…. mientras que la 7a flota estadounidense protege a Taiwán.
En Yugoslavia asume como presidente el croata Josep Broz “Tito”, en Gran Bretaña es coronada Isabel II, monarca del Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelandia, Sudáfrica, Pakistán y Ceilán, y entre estos dos acontecimientos, muere, en la Unión Soviética, Iósif Vissarionovich Dzhugashvili… (José) Stalin.
“TEN MIS OJOS, CUBA”
Del poema de la cubana Carila Oliver Labra que comienza: “Miras, Abel, sin ojos en la tierra…” en honor a Abel Santamaría
Moncada, Revolución y Haydée
Quisiera rememorar este episodio en una figura protagónica algo relegada, salvo en el mundo de la cultura: Haydée Santamaría. También volando… allá vamos.
Domingo 26 de julio de 1953, 4:55 de la mañana. Todavía noche. Nerviosismo. En cinco minutos se lanzará la ofensiva de jóvenes insurgentes a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, provincia de Oriente. Fracaso rotundo. Durísima represión. Los sobrevivientes son confinados a la Isla de Pinos, entre ellos, Fidel Castro, que pasará su cumpleaños 27 (13/VIII) en la cárcel. En octubre siguiente, durante el juicio, hará su famoso alegato “La historia me absolverá”.
Mueren 61 combatientes, entre ellos, salvajamente torturados, Abel Santamaría (recordarán la canción de Silvio Rodríguez “El elegido”), Boris Luis Santa Coloma y el joven poeta Raúl Gómez García.
No me detendré en los detalles de la acción, ampliamente conocidos.
Sólo dos mujeres participan en el asalto: Melba Hernández y Haydée Santamaría, tomadas prisioneras.
Haydée Santamaría Cuadrado, hermana mayor de Abel, era pareja de Boris. “Yeyé”, como le decían, había nacido en Encrucijada [fíjense qué premonitorio el nombre], en Encrucijada, provincia Las Villas (hoy, Villa Clara), el sábado 30 de diciembre de 1922 (este año, caerá también en sábado, el aniversario 101 de su nacimiento).
Como vimos, es arrestada tras el asalto al Moncada. Sus carceleros, para que confesara y delatara, le muestran los ojos arrancados al cuerpo de su hermano Abel y los testículos del de su amado Boris. Hay que imaginar esa escena, ¿verdad? derrotada, sola, a merced del enemigo, seguramente resignada a morir, sintiendo el dolor propio y, más aún, el sufrimiento de sus amores, ahora muertos. Pero entonces, ella responde: “¡si les hicieron eso y ellos no hablaron, menos lo haré yo!”… Dice Cintio Vitier: “la muerte fue con Haydée desde el último disparo del Moncada.”
Tras su liberación, funda el Movimiento 26 de Julio, del que integró su dirección nacional. Apoya al destacamento guerrillero que dirigía Fidel Castro en la Sierra Maestra. Éste le encomienda la tarea de obtener fondos y armas en el exterior y aglutinar a los revolucionarios dispersos. Regresó a Cuba al triunfar la Revolución y fundó el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, posteriormente, Partido Comunista de Cuba.
A cuatro meses del triunfo de la Revolución, en abril de 1959, Haydée funda la Casa de las Américas. Sobre este complejo nos iluminó Diane Denoir el año pasado. La Casa ha sido, hasta el presente, sin duda ninguna, un faro cultural no sólo de Cuba si no de toda América Latina.
Dijo Roberto Fernández Retamar: “Haydée fue una extraordinaria organizadora de la cultura, para utilizar una expresión de Antonio Gramsci, marcó a la Casa de tal manera que la Casa sigue siendo la Casa de Haydée.”
A propósito de estos años, es útil leer los recuerdos de Gregory Randall en “Estar allí entonces”.
Pero esta luchadora, que había tenido episodios de depresión y que había perdido hacía poquitos meses a su gran amiga y compañera de luchas, Celia Sánchez (Celia Esther de los Desamparados), esta indoblegable revolucionaria, acompañada por la muerte desde el último tiro del ’53, comete un acto no revolucionario, quasi contra-revolucionario. Dos días después de la conmemoración del vigésimoséptimo aniversario del Moncada, en 1980, se descerraja un balazo en la sien.
…
Haydée Santamaría representa un hilo casi silencioso desde el Moncada a la Revolución y después… en la espinosa, dura, también creativa y gratificante construcción de esa “nueva Cuba”.
Quizás haga falta un mayor reconocimiento a “Yeyé”.
Quisiera terminar con fragmentos de un poema que Benedetti escribe evocando el momento, terrible, en que se entera de la muerte de Haydée (lo pueden oír de viva voz en youtube):
yo estaba en otro borde
sin buenos aires ni montevideo
sin la habana ni méxico
sin quito ni managua
exactamente en la plaza gomila
frente a otro de mis varios telones del exilio
(…)
cuando aulló tres socorros el teléfono
y una voz titubeante y remotísima
dijo ayer murió haydée
y volvió a repetirlo
tal vez no tanto para persuadirme
como para de veras persuadirse
(…)
haydée abrecaminos sin camino
haydée mi socia de asma sin su asma
haydée sin esa casa sin su américa
haydée sin el amparo ni la flecha del sol
(…)
sólo en nuestros países tan hogueras
podemos concedernos el dramático lujo
de recibir intacto de la historia
un personaje único encendido de ideas
de inocencia perdones heroísmo
suelta de mariposas y de manos tendidas
al semejante y al desemejante
y consuelos y abismos y tizones
y delirios coraje sufrimiento
y ensueños y bondad
(…)
haydée murió es verdad
alguien lo había alojado para siempre
en mi cabeza incrédula
miré hacia arriba a nadie
y sin embargo supe que después
cuando volviese el día
las venas de este cielo
azules y finísimas
se abrirían en lluvia
copiosa
inconsolable.
Fabian Cardozo (***)
Buenas tardes. Gracias a todos y todas por la oportunidad de compartir este espacio. Como mencionaban recién, tengo el honor de recientemente ser reconocido en la tarea como periodista internacional por el Círculo de Periodistas de México, por el programa que realizo semanalmente para la agencia de noticias Sputnik, que se llama GPS Internacional, donde habitualmente hablamos de cuestiones vinculadas a la política internacional en tiempos convulsionados como este, en tiempos complicados para la paz y mucho de esta América Latina en constante movimiento.
Estoy acá primero que nada por, por el honor que significa hablar en esta casa, en el Parlamento Nacional, y contar básicamente experiencias vividas por la invitación y por el honor de ser parte de la REDH, esta red que integra a gente con muchísimo más talento y conocimiento que yo, como los que están aquí en esta mesa, pero a la cual me integré en mi función de comunicador comprometido con muchas de las cosas que hay que contar de lo que pasa en América Latina y ¿cómo se hace para contar una historia de la mejor manera? La mejor forma de contar una historia es ser protagonista de ella y estar en el lugar de los hechos.
Y así fue que con suerte tuve la oportunidad en un año, el año pasado, estar dos veces en Cuba en ocasión de la convocatoria que el querido UPEC, Sindicato, Agrupación de Periodistas de Cuba, que es la Unión de Periodistas de Cuba, me convocó para primero ser parte de lo que se llama el Comité Organizador del Coloquio Patria. Para eso nos reunimos a fin de año y luego en marzo, y ya con una delegación de comunicadores también comprometidos del Uruguay, participamos de ese coloquio Patria, que se hacía en honor también a quien es la principal pluma de la cultura y del periodismo de la isla y con toda su mirada obviamente hacia el continente, como es la de José Martí.
En honor a él, en honor también al periódico Granma, en honor a Juventud Rebelde y el resto de las publicaciones que han formado parte de la historia cubana, este coloquio Patria, se reunió en marzo para debatir un tema que a los comunicadores cubanos y al pueblo cubano mucho le preocupaba y que, coincidentemente mucho, nos preocupaba acá por el sur de América Latina, que es todo esto de este concepto muy marketinero que se ha instalado, que es el de la polarización que le llaman normalmente.
Los medios que polarizan le ponen el nombre de polarización, pero quienes lo podemos sufrir de alguna manera con la mirada de los pueblos, le podemos decir literalmente discurso de odio y que del cual habitualmente son víctimas los movimientos populares, los referentes, los movimientos populares y todo aquel que tenga una mirada que vaya un poquito más corrida a lo que el sistema propone.
Hoy Cuba es víctima, lo ha sido siempre de campañas de desprestigio, de campañas de violencia mediática y hoy también de discursos de odio. La penetración masiva de las redes sociales y de los medios de comunicación masivos ha llegado también a la isla y ha contaminado la cabeza de los jóvenes en formato de 140 o 280 caracteres, o en formato de pequeñas selfies transformadas en megabytes, que circulan por las redes donde aparecen discursos desestabilizadores y que buscan, provocando la admiración por el consumo que el mercado propone, la desestabilización ideológica de las nuevas generaciones.
Y a pesar de eso, la revolución resiste y la Revolución resiste en base a voces y jóvenes como los que vivimos hoy, como José Ernesto, que tuve el gusto de conocer en Cuba, el máximo referente de la REDH a nivel continental. Un joven con ideas claras y con esa energía que contagia. Hay muchos de esos en Cuba utilizando las herramientas del sistema para transformar mensajes de resistencia ante ese virus contagioso que el sistema quiere hacer llegar, que es atacar lo ideológico y provocar el gusto por el consumo, o por las ideas del mercado.
Ahí fuimos un grupo de comunicadores. Acá está Marina también, que acompañó esa delegación hace un tiempo. En marzo de este año estuvimos en el Coloquio Patria y ¿saben qué? Vimos la verdadera Cuba, no la Cuba de las agencias de noticias internacionales, sino la Cuba pujante, la del pueblo que a pesar del bloqueo sigue ahí, la del pueblo que te quería contar historias. Te quería contar cómo hacía para seguir viviendo a pesar de un bloqueo asesino como el que resiste Cuba hace décadas. Con jóvenes entusiastas que iban a las universidades, muchos de ellos a estudiar periodismo y a entender el periodismo, pero con una mirada desde los pueblos del continente, con muchos colegas entusiastas que tenían muchas ganas de que les contemos cómo estaba el resto de América Latina. Y ahí le contábamos, como el neoliberalismo nos iba haciendo pedazos mientras ellos pensaban que estaban mal.
Yo les contaba la historia de lo que implicaba, por ejemplo, haber llegado a Cuba y volver a escuchar mi programa de radio que hago en una agencia rusa bloqueada por el sistema mediático internacional. Si hoy quiero escuchar mis contenidos que produzco para una agencia de noticias rusa en Uruguay, no puedo escucharlos porque la agencia de noticias Sputnik y la agencia de noticias Russia Today, el gobierno liberal los prohibió. Sin embargo, en la “dictadura” cubana, vaya que ironía, yo podía escuchar lo que quería, podía escuchar la las emisoras cubanas. Entonces ¿qué curiosidad, no? en el supuesto país donde están “restringidas las libertades de expresión”, uno escuchaba contenidos que en “el paraíso de la democracia liberal” del sur de América uno no puede escuchar.
Y esas historias las fui contando y recibía devoluciones. Intercambiábamos sobre eso y nos poníamos a discutir dónde está la libertad de expresión y dónde están los derechos de uno a la hora de recibir la información que uno quiere escuchar y que quiere leer, recibir o ver. A nivel de medios masivos de comunicación, ahí hay bastante material.
Pueden encontrar lo que significó ese coloquio Patria. Salimos con una declaración muy clara, haciendo referencia a lo que implica primero la necesidad de combatir la estigmatización de los mensajes que van hacia muchos de los procesos que se están dando en América Latina y también sobre la necesidad de formar nuevas generaciones de comunicadores para entender ese fenómeno.
Y eso también es un aporte de la Revolución Cubana hoy. Tuvimos el gusto también de conocer al presidente Díaz-Canel en el Palacio y conversar con él sobre América Latina y sobre esa necesidad de dar el debate sobre la democracia, que tiene muy claro hoy Cuba, la verdadera democratización de los medios de comunicación y cómo eso se debe efectuar. Y le dijimos que cuenten con nosotros desde una pequeña organización de trabajadores del Uruguay, desde un pequeño colectivo de comunicadores, desde esta red que también amplifica y cuando puede, trata de colocar mensajes en los medios masivos sobre la verdadera Cuba. Que cuenten con nosotros, que para eso estamos, que nuestra tarea tiene que ver con fomentar esa democratización de los medios, y con transmitir ante todo la verdad. ¿Y qué concepto delicado la verdad? La verdad, no solamente la que fabrican las fábricas de noticias, que muchas veces son fábricas de desinformación, sino la verdad que es la que tuve la oportunidad de ver con mis propios ojos en las calles de esa hermosa Habana, la de un pueblo pujante que resiste al bloqueo y que, sobre todo, tiene muchas ganas de seguir adelante. Gracias a todos y todas.
(*) Colectivo Mate Amargo: Colectivo integrado por las y los compañeros que construimos a diario este medio de comunicación alternativo.
(**) José Ernesto Novaes Guerrero, Escritor y periodista cubano. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Coordinador del capítulo cubano de la REDH. Colabora con varios medios de su país y el extranjero.
(***) Naguy Marcilla, historiadora, Secretaria académica de la Fundación Vivian Trías, miembro de la REDH
(****) Fabian Cardozo, destacado periodista uruguayo, corresponsal de importantes medios, Consultor de comunicaciones en Comunicación Política.