Por Lauro Meléndez*
Digitalización por fotogrametría de Císero Moraes
Dentro de un mes estaremos celebrando el ”Día Internacional de la Mujer Indígena”
Para ello realizaremos una actividad en la antesala del Senado de la República junto a grupos representativos de la lucha por la identidad indígena en todos sus aspectos.
Lo hacemos porque entendemos que el tema lo amerita y por ello debe ocupar todos los espacios disponibles, para generar el debate necesario sobre la condición de la mujer indígena en toda nuestra América y en Uruguay en particular.
La actividad se enmarca en la conmemoración instituida en 1983 durante el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América, para centrar la atención en las mujeres indígenas, su historia, su situación y sus perspectivas.
Estamos esperando los datos del censo para tener claro cuantas son las mujeres que se autodefinen indígenas en nuestro Uruguay de hoy, será un dato relevante en el contexto de las investigaciones y descubrimientos realizados por estudiosos uruguayos como: ”la Eva mitocondrial”, la identificación por métodos científicos del caudal de población que tiene ancestros indígenas entre todos los que tienen.
Pero hay otras investigaciones que dejaremos para más adelante y que refieren a los estudios del esqueleto de Vaimaca Perú perteneciente al subaplogrupo C1D+16288 o “charrúa”, como lo llaman los investigadores sobre ancestrías.
En ese marco aunque los cerritos de indios no se adjudican a esta etnia, se confirmó una continuidad genética entre ambas poblaciones.
Sea como sea, ese linaje sobrevivió incluso al genocidio de Salsipuedes, donde se creía que había terminado una población que ahora este estudio “rescata”, como explicó Sans. Al menos desde la genética.
Teniendo esto en cuenta y para seguir derribando los mitos sobre los pueblos originarios, intentamos construir una memoria latinoamericana que tenga como referencia el homenaje a Bartolina Sisa, mujer dirigente indígena Aymara que fue asesinada el 5 de septiembre de 1782 tras liderar una sublevación indígena contra la corona española, cercando la ciudad de La Paz.
Durante esta fecha organizaciones sociales, organismos internacionales y autoridades se manifiestan haciendo énfasis en las condiciones de vida actuales de las mujeres indígenas, así como realzando la información acerca del aporte de las mismas en la sociedad en todos sus ámbitos en el presente y durante toda la historia.
El 5 de septiembre de 1782, la guerrera Aymara y virreina del Inca fue brutalmente asesinada y descuartizada por tropas realistas españolas durante la rebelión anticolonial de Túpaj Katari en el Alto Perú.
Bartolina Sisa se convierte ahí en una referencia histórica de las mujeres en la lucha de la resistencia, se trata de una mujer indígena luchando contra el sistema colonialista del Alto Perú (hoy Bolivia), que congregó a más de 80 000 personas que luchaban por sus derechos. Fue tal la importancia de su figura y su liderazgo entre el pueblo indígena que incluso fue declarada virreina.
El cerco de La Paz finalmente acabó con victoria española y Bartolina fue condenada a una condena cruel: fue atada por los pies, arrastrada por un caballo y descuartizada. Los trozos de su cuerpo se utilizaron para amedrentar a la población indígena ante posibles futuros levantamientos.
Sisa es un ejemplo para mujeres indígenas bolivianas y de toda Latinoamérica sobre la necesidad de su participación activa en las decisiones de su pueblo y sus comunidades.
Pero también aprovechamos ese día para recordar en la Banda Oriental a María Micaela Guyunusa (1806-1834) fue una mujer indígena perteneciente a la macroetnia Charrúa, símbolo de la resistencia de una colectividad que durante tres siglos sobrevivió al régimen colonial y que fue exterminada durante el siglo XIX, en tiempos republicanos.
Guyunusa nació en 1806 en el actual departamento de Paysandú, zona ribereña del noroeste uruguayo. Creció en un contexto revolucionario en el que la Banda Oriental (antiguo nombre del territorio uruguayo) buscaba la independencia. Un contexto en donde comunidades indígenas ‘bravías’, como los charrúas, lucharon por conservar su libertad.
Fueron los charrúas leales integrantes del ejército de José Gervasio Artigas en la lucha revolucionaria y las mujeres no estuvieron ajenas a ese proceso.
Tras su derrota se convirtieron nuevamente en una amenaza para el orden que se quería imponer, acorde al modelo económico y político impulsado por élites criollas y extranjeras. Guyunusa fue víctima de un recordado episodio en la historia local; en el año 1831, el ejército de Fructuoso Rivera (Presidente en ejercicio de la naciente República Oriental del Uruguay), emboscó mediante el engaño a los charrúas, asesinando a muchos y apresando a la mayoría de los pocos sobrevivientes. Guyunusa fue tomada como prisionera y posteriormente entregada a François De Curel (francés), junto con otros tres charrúas: Senaqué, Tacuabé y el cacique Vaimaca Perú.
Fueron trasladados contra su voluntad a Europa y exhibidos como curiosidad en un circo en Francia, se podría afirmar con certeza que fueron los primeros en exilio forzoso por resolución de la naciente República, Guyunusa falleció según un acta médica a causa de una tisis pulmonar. Su hija, junto a Tacuabé, desapareció en las calles de París y se desconoce su suerte.
Seguiremos explorando en la memoria colectiva para integrar más mujeres al recuerdo de éste día histórico.
Si nos buscamos nos seguiremos encontrando.
(*)Lauro Meléndez Cadiac es Jubilado, ex Vice Ministro de Desarrollo Social, ex Director de Salud en Cárceles (SAI-PPL-ASSE), Senador por el MPP-FA (s)