Por Rolando W. Sasso(*)
Hoy insistiremos (con permiso de los lectores) en un tema que ya hemos tratado: el mundo está cambiando aceleradamente y trae consecuencias. La era digital se ha instalado en nuestro planeta y la globalización hace que no lo podamos evitar. Es una verdadera revolución mundial, que afecta los campos económico, político, social y cultural. ¿Cuál será el papel que deban desempeñar los partidos políticos, el movimiento sindical y otros?
Ya no será posible atajar los penales con una mano, la revolución tecnológica y digital nos ganó por goleada. Ahora habrá que adaptarse a lo que inexorablemente se adueña de todo. La vida en sociedad ya no será la misma, el mundo del trabajo se verá afectado en todos sus aspectos y la forma de razonar y de comunicarnos variará notoriamente.
Lo vemos todos los días, ya están cambiando radicalmente las cosas en nuestra sociedad que como país ha hecho todo lo que pudo para no perder ese tren modernizador y estar en punta, al menos en Latinoamérica en cuanto a introducción de tecnología.
Hoy es inconcebible la comunicación sin celulares, quien no accede a las redes sociales no existe, los niños ya no vienen con un pan debajo del brazo, sino con una computadora con wi fi. El Plan Ceibal y el Plan Ibirapitá han conseguido milagros para sacarnos del analfabetismo digital y los uruguayos le estamos tomando el gustito a eso. Y si no nos gusta será igual.
El mundo de internet cambió las cabezas de todo el planeta. Antes los muchachos se enchufaban al grabador o al pasa CDs, ahora se enchufan al internet y allí escuchan música al tiempo que leen el correo electrónico o chatean con sus amigos. Hablan por teléfono sin costo, leen una página web que les informa del funcionamiento del motor de la moto último modelo o de la fiesta de esta noche. Ven estrenos de películas, compran y venden cosas haciendo un clic, tienen acceso a libros, diarios y revistas… Toda la cultura de la humanidad parece estar allí a disposición de quien quiera verla. Condensada para quien quiera estudiarla sin mayor esfuerzo.
Un debate necesario
En el mundo del trabajo los cambios ya han comenzado, pero se vienen transformaciones fundamentales que ni nos imaginamos. Con la implantación de las tarjetas magnéticas, los cajeros automáticos desplazando a los bancarios; de la misma forma están eliminando al guarda de ómnibus; los grandes supermercados introducen tecnología y eliminan personal; hoy se saca el dinero de las estaciones de combustible, mañana se instalarán surtidores automáticos donde el cliente se sirva y pague con su tarjeta magnética; las telefonistas están dejando de ser necesarias, las aplicaciones de celulares hacen estragos y un montón de robots se preparan para suplantar la mano de obra. ¿Qué trabajo podremos hacer los seres de carne y hueso para subsistir?
Estos temas y otros relacionados deberán ser tema de debate al seno del movimiento sindical, porque no alcanzará con oponerse, los cambios se abrirán paso sea como sea. Como en la edad media, con los artesanos defendiendo el trabajo y los secretos profesionales, fueron doblegados por el avance incontenible de la burguesía y su revolución industrial. Aquello fue un paso enorme de la humanidad, pero a un costo social tremendo: hoy las consecuencias serán aún mayores.
Fueron cambios radicales en el mundo de aquellos tiempos, hoy se habla de cambios también radicales y seguramente de mucha mayor envergadura, que no se detendrán ante nada. Se podrá retrasar algo la implantación de la revolución tecnológica de la que hablamos, pero lo estratégico debería ser la búsqueda de salidas al tema: ¿Cómo nos adaptaremos a los cambios? ¿Cómo nos reciclamos y hacia dónde? ¿Qué costo social tendrá para los trabajadores esta nueva realidad? ¿Será posible instrumentar una renta básica para todos?
¿Qué hacer?
Seguramente el tema esté en agenda de los dirigentes del PIT-CNT, pero es una temática que debería llegar a toda la sociedad. No es sencilla la encrucijada porque las máquinas automáticas no se afilian a su sindicato, pero tampoco consumen, entonces ¿Cómo funcionará la economía?
Si las clases dominantes a nivel mundial nos imponen una revolución tecnológica de estas características, buscando por supuesto su beneficio, los afectados deberíamos juntarnos para ver cómo endurecemos el lomo. Si no se puede evitar el ingreso de estas modalidades, cómo nos reciclamos y cuáles serán los trabajos a los que se pueda acceder. Tendremos que capacitarnos, pero con eso no alcanzará ¿Será la renta básica una salida del atolladero? Los dirigentes políticos deberían considerarlo y plantear claramente qué piensan al respecto.
En otros tiempos soñábamos con que la revolución socialista traería un avance de la ciencia y de la técnica que llevaría a un desarrollo tan grande de los medios de producción, que ya no sería necesario trabajar tantas horas y que el ser humano podría dedicar más tiempo al ocio y al cultivo de su intelecto. Cuando nada de lo esencial le faltase a la gente, podría desarrollarse una mejor forma de relacionamiento entre los hombres, sin explotados ni explotadores. Pero el socialismo no logró sus metas y la revolución tecnológica se vino de manos del capital. Entonces surge otra vez la pregunta ¿Qué hacer? Y como tal vez no haya un único teórico que la responda, lo mejor sea iniciar un debate democrático y participativo en torno al mismo. Un debate sin tabúes y abierto a todas las voces, para construir desde abajo el Uruguay y la sociedad justa que anhelamos.
(*) Rolando Sasso es fotógrafo, Periodista y escritor. Tiene en su haber varios libros de profunda investigación periodística sobre el accionar histórico del MLN-T