Por Graciela Ramírez (*)
Es solo un niño, tendrá cerca de tres años, mira con sus hermosos ojos árabes desde el horror y el espanto.
El niño aguanta las lágrimas. Su pequeño cuerpo está temblando.
-Muhamad ¿qué te pasa, que pasó, tu estabas durmiendo?
Pregunta el médico, el niño responde asintiendo con movimientos de su cabeza.
-¿Qué fue? ¿el bombardeo?
Muhamad responde: sí, llegó bomba.
-Ya pasó, ya terminó, no tengas miedo, ya, ya…Estoy contigo, no tengas miedo…
dice el médico que también fue un niño como Muhamad.
Un niño palestino temblando de miedo y horror, abrazado por un joven médico de su tierra arrasada. Los ojos de ambos, el niño y el médico nos interpelan a todos.
Iba a cerrar mi celular noches atrás cuando llegó por la red social X la imagen desgarradora difundida por el sitio web Palestina Hoy
@HoyPalestina
No pude contener la emoción. Recé a mi madre, a lo que existe y lo que no existe. Es solo un niño temblando con sus hermosos ojos, tratando de sacar fuerzas desde su infancia destrozada, rompiendo en llanto como si fuese un alivio, ante el abrazo, el calor y los besos del joven médico palestino que también nos mira con sus enormes ojos desde el sufrimiento de su pueblo.
Un niño temblando y un hombre abrazando. No hay mayor alegato que el de estas imágenes que en sólo 45 segundos deberían parar de una vez y para siempre el Holocausto que comete el sionismo de Israel contra el pueblo palestino, al que se le niega todo, desde el agua hasta una tregua, un alto al fuego.
Los niños en Gaza comenzaron a escribir sus nombres y edades en sus propios brazos para facilitar su identificación en caso de muerte.
Me pregunto cómo ha permitido el mundo llegar a esta barbarie en el que la legalidad internacional es burlada, pisoteada y bombardeada y los niños tienen que autoidentificarse ante el riesgo inminente de su muerte.
Los ataques continuaron contra la población civil mientras entraban este viernes sólo 20 camiones que llevaron desde Egipto medicinas básicas y escasos alimentos al sur de la bloqueada Gaza.
Los ojos del médico que calma con su abrazo y su beso a Muhamad saben bien de ese horror.
Son los ojos palestinos que interpelan y harán levantar al mundo. Son los ojos que nos miraban desde la belleza poética, la literatura comprometida y feminista de Heba Abu Nada, que murió en un bombardeo. Son los de la artista visual Heba Zaqout aplastada junto a su pequeño hijo en el edificio donde vivían.
Son los ojos de los más de cuatro mil 187 civiles hasta la noche de este viernes, y los de más de trece mil 162 heridos, cuyo 70% son niñas y niños.
Son también los de los mil 400 gazetíes que están bajo los escombros, y los 720 niños que entre la vida y la muerte esperan que los rescaten.
La masacre en el Hospital Bautista, los bombardeos a escuelas, edificios, viviendas y templos de oración, la destrucción de la tercera iglesia más antigua del mundo, la Iglesia de San Porfirio, fue destruida en Gaza se detalla en el último informe que desde la resistencia fue emitido por la Oficina Central de Información del Frente Popular para la Liberación de Palestina sobre esta crueldad sin límites.
En la Iglesia de San Porfirio se refugiaban centenares de cristianos y musulmanes cuyos hogares habían sido destruidos. Se calcula en 500 los muertos, con los mismos ojos con los que nos mira el niño Muhamad.
El mundo no podrá negar los crímenes de guerra y lesa humanidad que está cometiendo el sionismo israelí contra Palestina.
Cuando un niño tiembla ante el horror vivido hará temblar toda la tierra.
Nota: Las cifras corresponden con el último informe publicado por el FPLP al momento de escribir la crónica. La Habana, 21 de octubre de 2023
https://twitter.com/i/status/1714599130767478790
(*) Graciela Ramírez, periodista argentina, residente en Cuba, directora de Cuba en resumen