Viejos conocidos

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Por Rolando W. Sasso(*)

Ilustración por Jorge Fuentes(**)

Cuando éramos adolescentes, que íbamos al liceo y soñábamos con el amor y la justicia social, fue cuando nació la esperanza que se llamó Frente Amplio, la que invitaba a los ciudadanos a no irse del país y ponerle el hombro a los cambios. En ese mismo tiempo aparecieron los fantasmas tirabombas, queriendo imitar las juveniles organizaciones fascistas de Alemania e Italia. Son los mismos que ahora aparecen tratando de amedrentar a jóvenes militantes por los DDHH.

En aquellos tiempos los fulanos (nucleados en la JUP) se envalentonaron contando con la protección policial, tanto que salieron a lucir pistolas, a patotear estudiantes, pintar con alquitrán las casas de abogados defensores de militantes de izquierda, violentar los centros de estudio rompiendo mobiliario y pintando esvásticas, o atacar pegatineros de propaganda por el cambio. A medida que actuaban sin que se les pusiera freno, aumentaban sus hazañas llegando a agredir gravemente a jóvenes y mayores sin que la autoridad policial interviniera.

Fundada en 1970, los organizados en la JUP tuvieron entre sus mayores dirigentes a Daniel García Pintos y Wilson Craviotto, su ideología era de extrema derecha y sus métodos no eran precisamente democráticos. Algunos de sus miembros más activos tuvieron notorias vinculaciones con el Escuadrón de la Muerte.

Ahora (el 28 de octubre) apareció una bolsa de nylon con huesos en la puerta de la casa de una militante por los DDHH; acompañaba las osamentas una nota que decía: “Acá hay huesos. No hay en los cuarteles, sigan buscando, giles. JUP”. Todo lo cual quedó en manos del Instituto Técnico Forense. Para completar la hazaña (en estos días) una nueva bolsa-amenaza fue arrojada en casa de la misma joven, esta vez mencionando a Lucía Topolansky.

Esta no es la primera reaparición de la Juventud Uruguaya de Pié en tiempos de democracia, aunque las anteriores intentonas fueron menos difundidas; coincide el modus operandi, una acción en la madrugada y en las sombras del anonimato. El móvil del delito es claramente el de amedrentar y desgastar la militancia por los DDHH en el Uruguay de hoy agitando fantasmas del pasado. Esperamos que las autoridades correspondientes no escatimen esfuerzos en la investigación de los hechos.

No es intención de esta nota darle publicidad al grupo neofascista, sino de advertir a la militancia democrática ante posibles rebrotes de violencia enfermiza que puede llegar a ser peligrosa. No olvidemos que entre los antecedentes de la fundación de la JUP está el asesinato del profesor Arbelio Ramírez, a la salida de un acto en el Paraninfo de la Universidad donde habló el Cte. Ernesto Guevara (17de agosto de 1961).

Estos grupos, aunque minoritarios suelen envalentonarse a medida que van actuando y se auto impulsan a más acciones y a profundizar la violencia contra el enemigo comunista. Pasó en toda América, como en Europa y en otros lugares, que no se disolvieron hasta que llegaron al objetivo del golpe de Estado, que acompañaron entusiastas.

No es de dudar que en la campaña electoral que ya ha comenzado se registren hechos violentos contra militantes sindicales o de izquierda, apuntando a “que no gane el Frente comunista y tupamaro”. Un día puede ser un alquitranazo, otro día una bomba Molotov, mañana un periodista agredido, finalmente las patotas armadas con cadenas y otros elementos. Por eso habrá que cuidar a la militancia e insistir en no entrar en provocaciones que terminan siendo un corral de ramas para los jóvenes que salen a repartir volantes, hacer pintadas o pegar afiches. Siempre será mejor preservar a nuestros militantes y no entrar en el juego de ellos.

(*) Rolando Sasso es fotógrafo, Periodista y escritor. Tiene en su haber varios libros de profunda investigación periodística sobre el accionar histórico del MLN-T

(**) Jorge Fuentes es Ilustrador, caricaturista, pintor con acrílico y acuarelista. Ha colaborado con medios nacionales e internacionales

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