Por Rolando W. Sasso(*)
Ilustraciones por Jorge Fuentes(**)
Dicen nuestros queridos viejos que el arte de la política es ganar las grandes masas. Y también dicen que quien tenga a las masas de su lado podrá ganar cien batallas y sobre todo ganar la guerra (concebida como la política por otros medios). Eso es, ganar la batalla electoral para gobernar aplicando las transformaciones que se le prometió al pueblo. Y para eso será necesario aplicar la más amplia política de alianzas que nos permita sumar voluntades, corazones y mentes, transformados en fuerza que empuje los cambios que la sociedad reclama.
Esto no es nuevo, son muchos los que lo han sostenido y argumentado, pero pocos los que lo han llevado exitosamente a la práctica. Requiere de una gran dosis de humildad y de renunciamientos. Habrá que abrazarse con los que hasta ahora estábamos furiosamente enemistados. Habrá que tragarse sapos y culebras como diría “Pepe”, en pos de ampliar la base electoral y a riesgo de que en lo mejor del proceso se nos dé vuelta la taba y los aliados (tal vez temerosos) den un paso al costado sumándose a las huestes de nuestros rivales.
Dicho así parece sencillo, pero no será tan fácil como proclamar a los cuatro vientos que los cambios revolucionarios se lograrán encolumnándonos los trabajadores y eligiendo a los mejores para conducirnos triunfalmente al paraíso. Habrá que dialogar mucho, escuchar puntos de vista, proponer políticas de cambios razonables y coherentes, pero por sobre todo habrá que demostrar en la práctica nuestra amplitud de criterios sin abandonar los principios.
De tranqueras abiertas
Para ganar las grandes masas se requerirá todo eso y mucho más, se nos demandarán cosas que tendremos que ir aprendiendo en la difícil construcción del edificio de la evolución social, se nos exigirá dejar de lado planteos de máxima a cambio de lograr reivindicaciones hoy aceptables por todos. Se nos demandará ir paso a paso buscando soluciones para el presente y postergando lo estratégico para más adelante.
Tal vez sirva de ejemplo el PT de “Lula” da Silva en Brasil, que se alió con la derecha neoliberal y conservadora (el vicepresidente Geraldo Alckmin pertenece al PSB y votó contra Dilma Rousseff cuando fuera destituida en 2016) para ganar la elección nacional y retornar al gobierno con la meta de recomponer todo lo destrozado por el gobierno de Jair Bolsonaro.
En nuestra realidad, el Frente Amplio está dando pasos en ese sentido, dejando abiertas las tranqueras partidarias para que se puedan sumar todos los que lo consideren positivo, aunque tal vez no sea lo suficiente ni sea tan convincente como quisiéramos. Si así fuera, habrá que seguir tejiendo acuerdos aunque los mismos avancen pasito a pasito, procurando no distanciarnos de quienes prefieren avances más rápidos y con mayores contenidos programáticos.
Generalmente no es posible hacer alianzas con los más principistas a riesgo de caer en la orfandad. Nuestras sociedades suelen estar divididas en dos mitades o en ocasiones en tercios y los que se paran por fuera de este esquema tienen un discurso bien radical y contundente, pero sin llegar a las grandes masas. Si el objetivo es acercarse en lo posible a una sociedad más armoniosa, más inclusiva y sin grandes injusticias, parece razonable ir avanzando poco a poco, cerrando la brecha y conquistando así pequeños logros que sumados -al final del período– marquen la diferencia.
Planteadas así las cosas, parece prudente acordar políticas de corto y mediano plazo, sin renunciar a los principios ni a las políticas de fondo y de largo plazo, por las que deberemos seguir peleando. No podemos pedirle a un batllista o a un wilsonista que proclame la sociedad sin clases y aplique las máximas marxistas, más bien pidámosle que apoye las políticas de combate a la pobreza, de creación de fuentes genuinas de trabajo, de redistribución de la riqueza producida por ese trabajo. Acortar la distancia entre ricos y pobres podría ser entonces lo mejor para todos.
Seguiremos avanzando como en su momento lo hicieron nuestros mayores, recibiendo el aporte de Zelmar Michelini, Alba Roballo, Francisco Rodríguez Camusso, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rodolfo Nin Novoa y muchos otros que vinieron de los partidos tradicionales y se pasaron a las fuerzas del pueblo con un planteo progresista que empujaba al conjunto hacia adelante.
(*) Rolando Sasso es fotógrafo, Periodista y escritor. Tiene en su haber varios libros de profunda investigación periodística sobre el accionar histórico del MLN-T
(**) Jorge Fuentes es Ilustrador, caricaturista, pintor con acrílico y acuarelista. Ha colaborado con medios nacionales e internacionales