Por Juliana Marino (*)
En las dos primeras décadas del siglo 21 con los gobiernos progresistas de nuestros países, se suscitó en Argentina esa revolución de las hijas y de las nietas, esa marea verde que permitió leyes extraordinarias.
Nuestra historia como mujeres tiene que ser contada por nosotras, porque nadie lo hará si no. Así que yo quiero rendir un homenaje a las mujeres de la Guerra de la Independencia en Argentina y de los distintos momentos de la reorganización nacional, hasta llegar a principios de siglo 20, donde feministas algunas políticas y otras no, algunas sufragistas y otras no, fueron peleando por nuestros derechos políticos y por algunas medidas que tenían que ver inclusive con nuestros propios hijos, hasta que en el año 1951 Eva Perón logró la ley de voto femenino.
Recién en ese momento las mujeres en Argentina pudimos votar y solo a partir de allí más de 20 mujeres fueron diputadas y seis senadoras. Ahí se progresó con la equiparación de los hijos matrimoniales y extramatrimoniales, la ley de divorcio, la ley de patria potestad. Todas ellas fueron luego eliminadas por la dictadura, las diferentes dictaduras militares, hasta que, en un breve lapso de gobierno popular, en la década del 70, pudimos nuevamente incorporar algunos avances, por ejemplo, en la Ley de Contratos de Trabajo, nuestros derechos laborales y la creación de un sistema de jardines maternales también.
Todo esto se quedó sin efecto por la dictadura militar más sangrienta, hasta que en la recuperación de la democracia, durante lo que se conoce como transición democrática, las mujeres políticas de los distintos partidos políticos de Argentina, junto a académicas que abrían sus centros de reflexión junto a compañeras feministas que abrían sus ONG y sus organizaciones, pudimos avanzar en algunos temas lentamente. Para las mujeres políticas era muy importante pelear por la participación política, que no es que no existiera, éramos miles y miles de mujeres en la base de los partidos, sobre todo en ese florecer democrático. Pero no llegábamos a los parlamentos y tampoco a la conducción de los partidos ni del Gobierno.
Luego de crear el Encuentro Nacional de Mujeres que por más de 35 años, todos los años reúne a miles de mujeres en cada provincia, luego de armar una multisectorial de partidos y crear el Consejo Nacional de la Mujer, pudimos lograr la Ley de Cupo. En el año 1991. La ley de cupos obligó a que las listas tuvieran un 30% de mujeres. Esto iba a permitir ir juntando, o aumentando una masa crítica de compañeras que pudieran pelear leyes que nos beneficiaran.
Sabemos nosotras, las mujeres que necesitamos leyes, porque la situación de desigualdad de oportunidades entre varones y mujeres, y algunos temas como la división sexual del trabajo que nos asigna la responsabilidad de la atención de las labores domésticas y el cuidado de los niños, de las personas de la tercera edad, de las personas con discapacidad, hace que no tengamos las mismas oportunidades de desarrollo, de incorporación laboral.
Fue un proceso que fue desenvolviendo todos nuestros temas a medida que íbamos caminando.
A partir de la ley de cupos sumamos 80 mujeres en la Asamblea Constituyente y esas 80 mujeres lograron incorporar en la Constitución Nacional de la Argentina el principio de igualdad de oportunidades, la legitimidad y la constitucionalidad de las acciones positivas, como por ejemplo la propia ley de cupos y también la incorporación de casi todos los tratados de derechos humanos, incluida la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
En la década del 90 nosotras logramos la incorporación de las amas de casa al sistema de jubilación y pensiones.
Comenzamos con una ley breve sobre protección contra la violencia familiar y la aprobación de la Convención de Belém do Pará, referida al tema de violencia de género. Hubo luego un programa importantísimo de igualdad de oportunidades y se pudo avanzar en la reforma del Código Penal en relación a los delitos contra la integridad sexual.
Y así llegamos al comienzo del siglo 21, al año 2000 en la Ley de Cupo Sindical, para que también se pudiera garantizar en las conducciones sindicales la presencia de mujeres, o sea que estaban obligados a colocarlas en las listas de elecciones internas. En el año 2006 la ley de ligadura fue muy importante, tratando de completar un programa de salud reproductiva que ya había comenzado a desarrollarse en la década del 90. La educación sexual integral (ESI) fue muy importante porque en realidad cada una de nosotras había resuelto su sexualidad, no sin dificultades, muchas veces sin conocimiento, sin información suficiente, encubierto todo por prejuicios sociales. No había costumbre de trabajar estos temas con los niños. Así que la ESI es la Ley de Educación Sexual Integral obligatoria en las escuelas en todos los niveles, para trabajar la sexualidad como central en la vida de las personas. Todavía hoy estamos con dificultades para que sea extendida en todos los colegios, en todas las provincias.
Luego la Ley de Prevención de la Trata de Personas para explotación sexual. Se creó también la Asignación Universal por Hijo y se completó la Ley de Protección contra la Violencia ampliando todas las figuras vinculadas (violencia económica, violencia política, violencia obstétrica). Se aprobó la ley de parto respetado que permitió a las personas gestantes elegir con quién estar acompañadas, que se garantice que el niño esté con ella y una serie de cuestiones más que sería largo de contar, para que el parto sea un parto humanizado.
En esta última década se creó el Ministerio de las Mujeres. Con este ministerio lo que pretendemos es transversalizar al resto de los ministerios para facilitar la aplicación de estas leyes, porque la ley no siempre garantiza su aplicación. Hay obstáculos de carácter estructural, hay obstáculos por las costumbres. Se necesita mucho tiempo. La legislación va por delante de las transformaciones culturales, que son mucho más lentas.
Podemos nombrar algo muy importante que fue la ley de matrimonio igualitario para que las personas de igual sexo puedan contraer matrimonio. Se completó la Asignación Universal por hijo.
Se trabajó otro decreto para la erradicación de mensajes que fomenten la prostitución. Se completó el tema de matrimonio igualitario con la Ley de Identidad de Género para que las personas puedan registrarse con su género auto percibido. Se completó el combate a la violencia con una ley que instituye la figura del femicidio como agravante.
No hemos logrado la disminución de los femicidios en Argentina, pero sí estamos llevando adelante políticas importantes apoyadas en la ley. Hemos logrado presupuestos para proteger a las mujeres en situación de violencia. Lo que pasa es que ahora es más visible, hay más denuncias y probablemente haya una resistencia importante del patriarcado en relación a nuestros avances.
En el plano de la salud reproductiva, que ya había un programa de salud reproductiva que garantizaba los anticonceptivos en los hospitales, pudimos lograr la ILE interrupción legal del embarazo, ampliando las figuras en que se autorizaba. Esto fue el producto de una extraordinaria movilización social de mujeres de todas las generaciones y también de muchos varones. Esta ive interrupción voluntaria del embarazo fue completada además por la ley de los mil días, que obliga al Estado a atender a la niñez de 0 a 3 años, y luego la Ley de Fertilización Asistida, por la cual el Estado se obliga también a procurarle a la mujer métodos de concepción para tener niños aquellos que no pueden tenerlos por concepción natural. Con estas cuatro leyes, se completó lo que la consigna de una campaña de más de diez años de movilización permanente por el aborto planteaba: educación (la ESI), para decidir, anticonceptivos para prevenir, aborto legal para no morir en la maternidad.
Por resolución del INDEC y del Ministerio de Economía, se estableció un índice de crianza. que los jueces puedan determinar con rapidez en las cuestiones de litigio. Se suma la completa jubilación, que reconoce el trabajo de la ama de casa y el trabajo de cuidado en la familia es que se incorporaron. Se incorporan dos años de reconocimiento de laboral por cada hijo y está en tratamiento en el Parlamento el sistema de cuidados.
Por ahora se está trabajando la ampliación de licencias y luego se va a continuar tratando de lograr un aporte económico a las tareas de cuidado, a la niñez, a la discapacidad, a las personas mayores en cada hogar y también a las tareas comunitarias que muchísimas mujeres realizan.
Quería mencionar también la Ley Micaela, por la cual el Estado se obliga a capacitar a funcionarias y funcionarios para que atraviesen las políticas de sus ministerios con medidas que sumen la perspectiva de género; y la Ley Brisa, que es la ley por la cual el Estado se obliga a reparar y a cuidar a las hijas e hijos de las víctimas de femicidio.
También decir que se extienden bastante en Argentina los grupos de masculinidades mediante la cual los varones tratan de comprender nuestras demandas y las transformaciones que estamos planteando.
Por último, señalar que se completó la Ley de Cupo con la Ley de Paridad. Lamentablemente la violencia política en nuestro país se ha ejercido al más alto nivel, logrando la proscripción de nuestra compañera y líder Cristina Fernández de Kirchner, que no ha podido presentarse a las elecciones y ejercida también violencia política sobre otra mujer, líder social, dirigente social de una organización popular, Milagro Sala que lleva más de ocho años en prisión. Nuestra presidenta sufrió un atentado el 1 de septiembre del 2022 que todavía la justicia se empeña en ocultar.
La violencia política es una devolución y una respuesta activa del patriarcado, motivo por el cual, es importante que sepamos a quiénes vamos a votar. En Argentina, algunas fuerzas políticas ya están amenazando con eliminar el Ministerio de las Mujeres, con meter presa a Cristina Fernández de Kirchner, volver atrás la Ley de Educación Sexual Integral y la Ley de IVE.
No tenemos duda que aunque venimos con un caminar desde hace mucho tiempo, los gobiernos progresistas han sido y son mucho más favorables y amigables con nuestra ética feminista. Es una revolución. Es un paradigma que transforma y modifica el orden social.
Nota Mate Amargo:
(1) Presentación realizada por Juliana Marino en curso de formación en el MPP, que nos pareció más que oportuno publicar hoy, ante el resultado electoral del domingo pasado, mostrando así parte sustancial de lo que está en peligro
(*) Juliana Marino, fue diputada nacional y embajadora de Argentina en Cuba, designada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, entre otros cargos, como legisladora y concejal de la ciudad de Buenos Aires. Miembro de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (Capitulo Argentina) y de su Colectiva Feminista “Libertadoras”