(Tomado de Caras y Caretas, 17 de noviembre de 2023)
Por Ricardo Pose(*)
El 30 de noviembre a las 18 horas, en el ex edificio de Sanidad Policial, en las calles Gaboto y Cerro Largo, Crysol, la FEUU, el Pit-Cnt y el colectivo Jacarandá colocarán una Placa de la Memoria en homenaje al integrante de la FEUU, militante político y funcionario policial, Abel Ayala, detenido desaparecido en democracia. Con tal motivo, el ex preso político Ariel Ayala conversó con Caras y Caretas.
Abel y Ariel eran dos gurises del departamento de Rivera, que encontraban en la fiesta del río donde su madre lavandera lavaba la ropa, uno de los momentos de feliz infancia que quedaron en el recuerdo de Ariel.
Nacidos en el Uruguay de mediados de los 50, Rivera formaba parte del norte “invisible” a los ojos de la política montevideana donde campeaba la pobreza, que sería exhibida en las primeras misiones pedagógicas del maestro Julio Castro, y que luego la lucha de los trabajadores de la caña de azúcar en el vecino departamento de Artigas convertirían en centro de atención.
Corría el año 1969 cuando los hermanos Ayala vinieron a Montevideo al local de la parroquia para jóvenes católicos de la Iglesia católica en el Cerrito de la Victoria, en busca de ampliar su horizonte.
Abel empezó a estudiar Medicina en Montevideo, formación que le permitió, en el único liceo de su tierra natal, dar clases de Biología y Física, e ingresó como funcionario policial en tareas administrativas en la Sanidad Policial, dependencia del Ministerio del Interior.
El clima político estaba ya más que tensionado por las medidas del Gobierno de Pacheco Areco que contaba con estudiantes asesinados en la represión a manifestaciones estudiantiles, Medidas Prontas de Seguridad, organizaciones políticas declaradas ilegales, medios de prensa censurados, las movilizaciones de la reciente central sindical y el accionar de la guerrilla urbana.
Ariel cuenta que “un día allá, en Rivera, Abel me empezó a hablar de lo que estaba pasando en el país, de las causas de la pobreza que conocíamos y que no se podía seguir indiferente; me dijo que se había integrado al Movimiento de Liberación Nacional–Tupamaros y yo decidí ingresar también”.
Abel tenía 27 años cuando «desapareció»; el 17 de julio de 1971 concurre por la mañana a clases en la Facultad y, sobre la tarde, regresa al hogar estudiantil. Luego de las 18 horas informa a sus amigos que salía para encontrarse con una amiga, compañera de estudios y de trabajo en Sanidad Policial, a quien debía entregar un libro. Desde entonces no se tienen más noticias del joven.
Cuenta Ariel: “A mí me ubicaron los muchachos que vivían con Abel en la parroquia y me dijeron que era raro que hubiera desaparecido sin hablar; yo sabía que la mano venía brava porque una de las tareas que Abel hacía para el MLN era trabajar en los servicios de información; como él trabajaba en Sanidad y tenía acceso a las fichas de datos personales de los funcionarios policiales, iba pasando esas fichas y había hecho un dibujo del cuartel de la Guardia Republicana que quedaba al lado de Sanidad Policial. Copia de esas fichas y el dibujo fueron encontrados por la policía en un local del MLN que cae, y sobre todo calculando el lugar desde donde había hecho el dibujo es que dieron con Abel. Yo le pedí que se fuera del país pero no quiso”.
Ariel también había ingresado al MLN y trabajaba en el taller mecánico de automotores de la organización, por lo que tenía una cobertura importante, lo que le permitió dar los primeros pasos en la búsqueda de Abel.
“Como era funcionario del Ministerio del Interior fui a hacer la denuncia a Jefatura, porque además era raro que al no presentarse a Sanidad Policial como en cualquier trabajo pero más en este, nadie averiguara qué pasó, pero nadie me decía nada. La desaparición no era algo conocido en Uruguay y si bien sospechaba que se lo podía haber llevado la policía, en algún lugar tenía que estar. Tomé contacto con compañeros por las dudas de que estuviera en alguna casa de seguridad de la organización. Me pidieron un tiempo para averiguar y lograron recabar la información de que había sido secuestrado por el Escuadrón, dato que me confirmó el entonces senador del PDC Juan Pablo Terra. Yo reconozco que en aquellos años no era muy fácil para muchos andar pidiendo datos a la policía de detenidos que de integrantes del Movimiento”.
Según las declaraciones del fotógrafo policial Nelson Bardesio al MLN, a mediados de 1971 se conforma el Escuadrón de la Muerte que empieza a funcionar inmediatamente reivindicando sus atentados con bombas y otras acciones como Comando Caza Tupamaros. El secuestro y asesinato de militantes políticos fue una de sus principales líneas de acción. En Uruguay regía el Estado de derecho.
La confirmación
A dos meses de la desaparición de Abel, Ariel cae preso al ser encontrado el taller mecánico del MLN. “Es estando preso que yo confirmo que a Abel lo secuestró el Escuadrón de la Muerte. A mí me llevan directamente al Departamento n.° 5 de Inteligencia en Jefatura donde estaba el comisario Campos Hermida, el subcomisario Delega y en una de las veces el capitán Ernesto Motto, que yo no sabía pero ellos integraban el Escuadrón de la Muerte.
Delega cuando me vio se puso como loco, me miraba fijo a los ojos y llegó un momento que Campos Hermida lo saca del lugar donde me estaban interrogando y me dice ‘vos tranquilo que sos prisionero de guerra y a los prisioneros de guerra nosotros los respetamos’”.
Las maniobras de contrainteligencia hicieron que cuando detuvieron a Ariel, se enviara un comunicado a los medios de comunicación, diciendo que había aparecido Abel y había sido detenido.
“Esto también complicó la búsqueda porque mucha gente que se estaba moviendo cuando apareció esta noticia quedó en la duda”, cuenta Ariel.
Entre amenazas y golpes Ariel pudo concluir que Abel fue secuestrado por el Escuadrón de la Muerte y desaparecido, aparentemente arrojado a las aguas del río cerca de la escollera Sarandí. El escuadrón paraestatal había inaugurado la desaparición forzada.
Razona Ariel: “Yo no entendí por qué lo desaparecieron. La desaparición no era una práctica conocida en Uruguay así que como ‘mensaje político’ iba a demorar en hacer efecto. A otros secuestrados el Escuadrón los había acribillado dejando los cuerpos en la vía pública con algunos mensajes”.
En efecto, el 31 de julio, a poco más de una semana del secuestro de Abel, el Escuadrón secuestra y ejecuta a Manuel Ramos Filippini y deja su cuerpo acribillado en las rocas de la costa de Pocitos y, en agosto de ese mismo año, secuestran a Héctor Castagnetto, que también es arrojado al río, según la versión del agente policial Nelson Bardesio al MLN.
“Lo estoy esperando”
“Para la familia fue un golpe tremendo”, cuenta Ariel en su español italianizado y con un dejo de acento portuñol. “Primero la desaparición de Abel creo que dejó un poco trastocada a mi madre, ya que cuando la iba a ver y veía que no dormía, me decía sentada de noche en la puerta de la casa que estaba esperando a que Abel llegara. Luego fue mi detención y estuve preso hasta 1975, donde me dieron la libertad condicional que implicaba que tenía que irme del país y me fui a Italia”.
Pidiendo plata prestada para el pasaje y con un solo dato de una dirección en Roma, Ariel llega a Italia en 1975 donde pasa su exilio y su reclamo sobre la desaparición de Abel.
50 años del golpe
El 27 de junio de 1973 es la fecha señalada para conmemorar el inicio del quiebre institucional; la fecha soslaya lo acaecido en los años previos en aquel “Uruguay democrático”.
Bajo esa lógica incluso el Parlamento aprobó una ley de reconocimiento a las víctimas por la acción de grupos armados pero, paradojalmente, la víctima y Escuadrones de la Muerte no fueron mencionados en los fundamentos de la ley.
Tanto no se reconoce que Ariel nos cuenta la larga discusión que implicó colocar en la placa que recordará a Abel como “desaparecido en democracia”.
Sintomático de un Uruguay que tuvo por dos veces presidente a Julio María Sanguinetti, que reconoció saber de la existencia de los Escuadrones “pero que no tenían control sobre ellos”, pero tampoco, habría que agregar, se hizo institucionalmente nada contra los mismos por parte del democrático gobierno de Juan María Bordaberry.
Sintomático porque en los muy justos homenajes al asesinado diputado Héctor Gutiérrez Ruiz, pocos recuerdan que fue el único legislador que tomó contacto con el MLN, ratificando lo declarado por Bardesio y uno de los tantos que recibió copias de dichas actas.
Foto de aquella “democracia tutelada” es la del primer gobierno de Sanguinetti que nombró como ministro al dirigente colorado Carlos Pirán, que había organizado un grupo de la Guardia Republicana donde salían a identificar con pintadas las casas de los militantes y familiares de tupamaros presos.
Dice Ariel que en Italia sus calles están llenas de placas que permiten reconstruir historias y que las mismas son fundamentales ahora que la derecha italiana pretende hacer desaparecer la historia de los partisanos.
Está convencido de que la impunidad es una espada de Damocles sobre las democracias y que “ellos quieren que los pueblos pierdan la memoria”.
(*) Ricardo Pose es Periodista en Caras y Caretas, Presidente sector Prensa Escrita (APU). Columnista en Mate Amargo, CX 40 Radio Fénix, Radio Gráfica, Tierra de periodistas Rocha FM, Notero en Telesur y tvg China