Por Rolando W. Sasso(*)
Ilustración por Jorge Fuentes(**)
La historia de los pueblos es como un péndulo, con avances y retrocesos pero al final nos queda la experiencia y la enseñanza que nos dejan los ciclos políticos: como “ningún cordero se salvó balando” habrá que trancar la pata colectivamente y resistir para volver a avanzar pasado el mal suceso.
El pasado lunes 27 de noviembre los uruguayos conmemoramos el acto masivo que se tituló “Un río de libertad” y con el tiempo se transformó en un hito (entendido como acontecimiento puntual y significativo que marca un momento importante de un proceso) del fin del oscurantismo y el comienzo de un nuevo ciclo democrático. En resumidas cuentas un hecho histórico.
En todo el continente se recibía con júbilo el fin de una etapa (caracterizada por el avance de las derechas neoliberales y reaccionarias) que daban paso a formas más progresistas de vivir en sociedad. Por doquier sonaban los clarines en retirada a los cuarteles, no solamente en Uruguay sino en toda América Latina. En Argentina asumía Raúl Alfonsín la presidencia de la República y un par de días después mandaba en cana a los principales oficiales del proceso, a los dueños del bastón de mando, de la capucha, del tacho y la picana.
Eran tiempos de entusiasmo, de participación, del hacer colectivo frente a una dictadura (en casi todo el continente) que se resistía a entregar el mando. Eran momentos felices que nunca imaginamos que pasado algún tiempo se transformarían (después de un buen respiro) en un nuevo ciclo de avance de la extrema derecha continental y por qué no decirlo: que es un fenómeno mundial que se esparce como el aceite en el agua al menos en nuestro mundo occidental.
En 1983 estábamos orgullosos porque en nuestra región habíamos logrado el renacer de las instituciones y un constante avance de las fuerzas del pueblo que no sólo votaban, sino que sobre todo participaban organizadamente. Ese proceso llevó luego de cierto tiempo a vivir la satisfacción lograda de tres períodos (15 años) de gobiernos frenteamplistas además de los avances democráticos obtenidos a lo largo y ancho de la patria de nuestros libertadores.
Hace 40 años nos zambullíamos en ese río de libertad para edificar mejores formas de participación democrática que abarcara a todos. El pueblo se hacía oír pero el huevo de la serpiente ya estaba incubándose, pronto a reiniciar el proceso de destrucción de la democracia y sustituirlo por un régimen totalitario con ropaje de cordero, en beneficio de unos pocos, los mismos malla oro de siempre.
No habrá que esforzarse demasiado para recordar que desde la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) vemos el constante avance de los núcleos de derecha, armados de mentiras y fantasías cuando no de armas más contundentes y manifestaciones violentas. El crecimiento de los Le Pen en Francia, de Vox en España, de la extrema derecha en las ex repúblicas soviéticas hoy desligadas de Rusia. El avance de los Trump, de los Bolsonaro, de lo más rancio de la derecha en Países Bajos o en Grecia; el avance de los admiradores de Hitler en Alemania como en toda América Latina y para colmo coronado con el triunfo electoral de Javier Milei en Argentina. Todo ello condimentado con furibundos discursos xenófobos.
El avance de las ideas retardatarias (aunque se auto proclamen libertarias) terminan siempre en represión para el pueblo como forma de aplicar sus programas de ajuste, de venta total del Estado y de libertad para el lobo de comerse a los corderos (hablando de economía) que se dejan comer al no tener otra defensa que el balido.
La historia de los pueblos es así, como un péndulo, con avances y retrocesos, pero al final, luego de tamizar los hechos más importantes nos queda una enseñanza que nos dejan los ciclos políticos: como “ningún cordero se salvó balando” habrá que trancar la pata colectivamente y resistir con inteligencia al capitalismo salvaje esquivando las andanadas que nos va a mandar la derecha fascistoide.
Hoy es la hora de ponerse nuevamente en marcha, resistiendo a la mentira y la corrupción, construyendo espacios de participación, apostando al diálogo pero sin comerse la pastilla, para que oigan hasta los sordos (parafraseando a Alberto Candó) que no quieren oír el reclamo popular de combate a la corrupción, al narcotráfico, a la desocupación, por trabajo y jubilaciones con dignidad y por una “patria para todos”.
(*) Rolando Sasso es fotógrafo, Periodista y escritor. Tiene en su haber varios libros de profunda investigación periodística sobre el accionar histórico del MLN-T
(**) Jorge Fuentes es Ilustrador, caricaturista, pintor con acrílico y acuarelista. Ha colaborado con medios nacionales e internacionales