La apuesta a querer ser y verse desde el Guruyú Waston

0

Entrevista Ricardo Pose(*)

La remozada sede de la Institución Deportiva Guruyú Waston se encuentra en la calle Maciel esquina Reconquista, a una cuadra de la rambla.

Su secretario, Eduardo, hace 63 años que nació y vive en la Ciudad Vieja y siguiendo la tradición paterna, tiene la identidad del Waston, un “club de barrio” que como tantos otros clubes peleó por su supervivencia, encontrando en la fusión con el Guruyú un motivo para seguir siendo.

Hay una clara tendencia al perfil social del club, que en épocas de Sociedades Anónimas es un aspecto importante, y el sueño de volver a aquella sociedad donde el club era un lugar de encuentro, en la necesidad de la gente de querer verse.

Contame un poquito el origen del fusionado.

Nosotros éramos Institución Deportiva Waston estábamos en Maciel 1470, Maciel y 25 de mayo. Donde estamos nosotros ahora (Maciel 1277) era del Guruyú que era un club natación y de waterpolo que tenía una chata en la escollera.


¿Estamos hablando de qué años?


Y, estamos hablando de 1940 y pico, 50 y pico, el Guruyú se fundó en el año 34’ y Waston en el 38’ como club de básquetbol, pero siguiendo con la historia del Guruyú
competían en waterpolo y toda la gente del barrio que no podía pagar una cuota social en un club con piscina, aprendía a nadar en el río y le enseñaban acá. Lógicamente la mayoría, toda la gente de Waston venían a dar acá, o sea que había ya desde el principio una Unión.


En 1998, cuando el club se está quedando sin gente, nos habla para fusionarse con nosotros. Se hace la fusión y la idea era vender el terreno que teníamos allá, que era nuestro, vender este terreno y poder hacer algo acá, porque esto era mucho más espacioso.


En ese momento estábamos dedicados al básquetbol y el sueño era el sueño de todo hincha, estar en primera y competir con los mejores. Pero todo eso lleva su precio.


Bueno, la cuestión que ascendimos a primera jugamos contra Aguada, Malvín, todos los mejores cuadros y descendimos. Pero claro, el costo fue muy grande económicamente.

Pasó que nos quedamos sin sede porque se vendió y nos quedamos con un terreno baldío sin sede y sin la plata, que eso era lo peor. Y, bueno, la situación estaba muy difícil, muy difícil y la idea era abandonar y bueno, desaparecer como club, como desapareció otro club de barrio: Las Bóvedas, por ejemplo, eterno rival de todas las horas, que era acá en la aduana.

Y ahí un montón de muchachos, junto a una gloria de Waston, “el gallego” Walter Laje, que fue olímpico y campeón sudamericano, llamó a unas cuantas personas, entre ellos y yo para ver si podíamos sacar adelante el club.

Empezamos con los organismos del Estado, tuvimos dos años y medio regularizando deudas de esto para dejar todo bien, se empezaron a unir -a los cuatro meses- mujeres del club que también empezaron a dar una mano, a vender camisetas, hacer feria americana, hoy en día la presidenta del club es mujer, eh, bueno, mucha gente. Mi señora, que también formó parte de todo esto y bueno, empezamos a sacarlo adelante.

Cuenta Eduardo que la pertenencia del club con el barrio era tan grande que ya a mediados del siglo pasado cuando un temporal destrozó la chata del Guruyú, de cara a la fusión, los vecinos empezaron a comprar el terreno donde hoy está la sede, de a un metro cuadrado, de a cinco, y así consiguieron hacerse del terreno.


En 1998 nos fusionamos, y seguimos allá en el club nuestro y con la competición de básquetbol y ellos participan.

Por ejemplo se llama Guruyú primero, porque fue el primero en fundarse pero lleva los colores del Waston que son celeste, rojo, azul y blanco, el escudo con el tiburón es del Guruyú cuando competían los equipos.

Seguimos jugando al básquetbol hasta que en el 2009 ascendimos a primera, y descendimos después, seguimos jugando 2 años más en el Metro, lo que vendría a ser en la época mía segunda y al otro año volvimos a subir a primera.


Eso fue en el 2013, ahí ya no había más plata y se decidió parar todo.


Hoy en día todos los cuadros que desaparecieron son, casi 30, de barrio.

¿Y cómo logran resurgir?


Hablé con un concejal de acá del municipio B y me dice “¿por qué no se presentan al presupuesto participativo?

Ahí la gente se entusiasmó y ganamos, tuvimos 1520 votos, venía gente que vivía en Atlántida, Parque del Plata, llorando, porque eran gente del club.


Empezamos en el 2016 y demoró casi tres años y medio en poder terminar la obra, y se sigue porque todavía falta un montón de cosas, pero por lo menos ya hay actividad.

En tus 63 años has visto el cambio acaecido en la Ciudad Vieja


Yo tengo 63 años acá en la ciudad vieja. Mi padre nació en la ciudad vieja, mi madre en la ciudad vieja, o sea, soy puro de acá familiarmente.

En el Waston viejo, en un día, habían cuatro generaciones, o sea, estaban los que fundaron el club que iban todos los días, estaban los que venían, los que más abajo y los más chicos, y entonces en un día habían cuatro generaciones. ¿Me entendés? Pero ¿qué pasa?, era una época donde el hombre salía de la estiba o del puerto, o de otro trabajo, y lo primero que hacía era venir al Waston, porque era una religión y pienso que en todos los clubes de barrio, de diferentes barrios, es lo mismo. O sea, había que pasar por el club para ver a tus amigos y a tomar una Copa, y mándale la vuelta a aquel y mándale la vuelta al otro y en la cancha estábamos todos los chiquilines, o sea, era vida.


Después pasaba que alguno decía, “me voy porque mi señora tiene la comida pronta”, o venía uno de los chiquilines y le gritaba, “papá, mamá, te dice que la comida está pronta,” me entendés, había vida, no había celulares, el cable HD, o sea, era la vida de querer verte, y todo eso fue cambiando.


Acá había un montón de pensiones donde en una pensión habían 12 piezas y en cada pieza había una madre o el padre con 5 hijos, entonces vos en un mismo lugar tenías 60 personas que eran todos que iban al club, y todo eso era un movimiento constante. Vos tenías de 60 a 80 personas en el club.


Luego tiraron las pensiones abajo y prácticamente pensiones acá no existen, se reciclaron. De muchas casas hicieron dos casas donde habían doce habitaciones, luego el tema de los alquileres que te cobran como si estuvieras en la rambla de Pocitos.

Tengo amigos que crecieron conmigo y hoy viven en Melilla o en Punta de Rieles y me dicen: “no sabes como extraño la aduana pero escúchame por una habitación y un baño me cobraban 20 mil pesos de alquiler y allá, por esa misma plata, tengo dormitorios, un living y un fondo con parrillero.


La gente nueva que está viviendo en estos edificios no tiene convivencia con el
barrio, mucha gente no se adaptó al barrio, no se incluyó al barrio.

Contame las actividades actuales


Nosotros cuando abrimos el club lo primero que hicimos es darle prioridad a la Escuela Portugal, que es la bandera del barrio. La Escuela Portugal, siempre, de por vida y ellos de alguna manera inauguraron el club, con sus clases de gimnasia.

Después la idea fue hacer una escuelita de básquetbol, pero no para competir, sino para que los niños estén acá y aprendan, que lo tome como un divertimento, después pusimos gimnasia para hombres y mujeres, le agregamos yoga.


Y tenemos esas 3 actividades y de mañana y de tarde las Escuelas vienen de lunes a viernes, entonces recién después a las 18:00 h de la tarde comienza la actividad nuestra.


Nos volvimos a presentar en el Presupuesto Participativo, volvimos a ganar y ahora vamos a hacer un mini gimnasio en el fondo y de futuro posiblemente una piscina.

(*) Ricardo Pose es Periodista en Caras y Caretas, Presidente sector Prensa Escrita (APU). Columnista en Mate Amargo, CX 40 Radio Fénix, Radio Gráfica, Tierra de periodistas Rocha FM, Notero en Telesur y tvg China

Comments are closed.