Por Gabriela Cultelli (*)
Fotografía Gastón Barbosa (**)
El último congreso del Frente Amplio tuvo múltiples e importantes instancias decisorias. Pero una de peculiar avance y que muestra a este, nuestro Frente Amplio, como lo que es, en definitiva, hijo de nuestras historias, fue la cuestión indígena. Raíz de los y las olvidadas, pero por fin, visibilizada.
Se construyó y aportó desde la diversidad que se unifica en esta herramienta popular. Uno de los militantes del Comité “19 de marzo Álvaro Balvi”, Andrés Delgado, así argumentaba la postura al respecto aprobada por alrededor del 80% de los frenteamplistas reunidos:
Darle voz al silencio.
Sin pedir permiso y sin silencio, Mate Amargo (M.A.) salió a buscar una vez más aquellas voces de siglos acalladas. Nos entrevistamos con Noelia Lagos Cuntai (N.L.C.), trabajadora, militante del CONACHA (Consejo de la Nación Charrúa) y su comunidad Jaguar Berá, también adherente del Frente Amplio.
M.A.: ¿Cuáles fueron los aportes programáticos aprobados en el último congreso del Frente Amplio relativos a la población indígena del Uruguay?
N.L.C.: La ratificación del convenio 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), el reconocimiento en todas las políticas y cuestiones de género a las mujeres indígenas y afro, y la reparación histórica y reconocimiento del genocidio.
M.A.: ¿Qué importancia tiene para las organizaciones sociales de la Nación Charrúa, pero sobre todo para el Uruguay, estos acuerdos aprobados por amplia mayoría?
N.L.C.: La importancia es la reconstrucción de nuestra historia, de nuestra memoria. La memoria de un pueblo que no pudo ser exterminado por el terrorismo de Estado en 1831 en manos del presidente Fructuoso Rivera. Es el reconocimiento y la visibilización del pueblo charrúa.
Este es el primer logro: que las y los militantes del Frente empecemos a abrir nuestra conciencia y terminemos con el mito de un país sin indios. Que realmente sea antirracista, porque ser antirracista no es solamente decirlo, es accionar, es tomar acciones frente a todo tipo de racismo instalado en la sociedad.
Este reconocimiento es un avance para comenzar a reconstruir una historia que fue silenciada, que fue cercenada, deterioraron nuestra cultura. Nos impusieron el miedo para que la cultura no fuese transmitida, perdimos nuestra lengua, perdimos un montón de legados, de herencias, de saberes, de conocimientos, un montón de formas de vivir.
Reconocer el genocidio de Salsipuedes, es reconocer que el Estado uruguayo en su gestación cometió crímenes de lesa humanidad, como en la última dictadura.
Las mujeres que fueron traídas a pie desde Salsipuedes hasta Montevideo, fueron vendidas como personal doméstico y las que ellos consideraban más bonitas, vendidas como esclavas sexuales. También les quitaron, sus hijas/os y si quedaban con ellas, las dejaban tuertas si las o los gurises hablaban nuestra lengua, pinchándole un ojo a las madres para que ellos dejaran de hablar esa lengua y empezaran a hablar el idioma impuesto: el idioma castellano.
Las y los indígenas estuvimos presentes en todas las luchas contra toda opresión, desde Salsipuedes, y antes, en la última dictadura y hasta el presente. Somos hijas, hijos, nietos, nietas, sobrinas de expresos políticos, de exiliados políticos. Seguimos en esa lucha, incluso ahora también, con este gobierno.
Nosotros arrastramos desde hace 200 años esos dolores. 200 años desde Salsipuedes. Con esos dolores de despojos, de silencios, de separación. Tenemos todos esos dolores adentro. Pero también tenemos en nuestra sangre mucha rebeldía. Tenemos la sangre muy cargada de rebeldía que es la que nos sigue dando esa fuerza para seguir en pie de lucha por nuestros derechos, por nuestros ancestros, por nosotros, por los que vendrán, por las que vendrán.
M.A.: Específicamente como mujer charrúa, ¿podrías dejarnos un mensaje para Mate Amargo?
N.L.C.: Este mensaje es un mensaje para mí también, porque es lo que yo siento en esta lucha por la visibilización, por el reconocimiento, darle voz a tanto silencio.
Es reencontrarme y es liberar a todas las mujeres que me antecedieron y que fueron oprimidas, torturadas, silenciadas, violentadas. Es cicatrizar heridas abiertas y dolorosas que quedan en cada mujer que ha sufrido y que son transmitidas de generación en generación.
Es visibilizar a las mujeres guerreras que siempre hicieron la historia, aunque se las reduzca como mujeres de los caciques. Es entender que estas mujeres eran guerreras y salían al frente de batalla con sus lanzas, salían a defender su pueblo.
Siempre nombro las charrúas, “las viudas de los charrúas” como le dicen en lo que es hoy el departamento de Salto, en el “arroyo de las Viudas”. Allí fueron las mujeres que se enfrentaron al ejército de Rivera después de Salsipuedes. El ejército de Rivera había matado a todos los hombres y arremetido contra las tolderías. Fueron luego a buscar a las mujeres, y ellas enfrentaron a ese ejército y lo derrotaron. No podemos seguir reduciendo a las mujeres como solamente las compañeras de los caciques. Ellas también eran guerreras. Se trata de contar una historia que nunca nos contaron, ni en la escuela, ni en los libros.
Esas mujeres son las que me inspiran. Me inspiran a no rendirme a pesar del cansancio, de las frustraciones, de los llantos, de los disgustos. Ellas están en nosotras y nos potencian. Yo las cargo todo el tiempo conmigo y me potencian.
M.A.: El Congreso del FA resolvió ratificar el convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales, ¿quisieras compartir una reflexión al respecto?
N.L.C.: Me gustaría compartir algo de un punto importante sobre el Convenio 169. Lo que más rechazo genera cuando se habla de su ratificación, es el tema tierras. Realmente no sé qué se piensa la gente cuando se habla del tema tierras, porque nos cuestionan mucho. Es muy cuestionado cuando nosotros pedimos algún pedacito de tierra para vivir en comunidad, para poder plantar, un espacio para levantar nuestras casas. Pero no se cuestiona las tierras que fueron robadas. Nosotros no vamos a hacer lo mismo.
Quisiera saber si esa misma gente cuestiona las grandes extensiones de terrenos que hay en nuestro país y que son propiedad privada de empresas o de latifundistas. Grandes extensiones en las que entran cerros, cascadas, serranías. Basta con ir a pasear al interior del Uruguay para ver los alambrados, “No pasar: propiedad privada”. Por ejemplo, hay cascadas en nuestro país que son propiedad privada y para ir a visitarlas tienes que pedirle permiso al dueño. Pero eso no se cuestiona. No se cuestiona que los pozos de agua sean privados. Pero se nos cuestiona un pedacito de tierra. Esa es la parte más problematizada del convenio, que cuesta mucho.
Se aprobó en el Congreso del FA a través de una lucha muy larga de varios y varias hinchalá (hermanos/as) que están desde hace años en esta pelea, con esta lucha, por este reconocimiento, por esta visibilización, y que dejaron sus vidas.
Dejamos en esto nuestro tiempo, dejamos todo por esta lucha, dejamos la vida por esta lucha y se va logrando de ganar el Frente Amplio. Porque también nos damos cuenta que, con lucha, las cosas se ganan. Esto continúa, va a seguir. Seguimos caminando estas huellas.
(*) Gabriela Cultelli, Licenciada en Economía Política (Universidad de La Habana), Mag. en Historia Económica (UdelaR), escritora, columnista y co- Directora de Mate Amargo. Coordinadora del Capitulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (REDH)
(**) Gastón Barbosa, fotógrafo uruguayo y técnico informático.