Por José Ernesto Nováez Guerrero (*)
En Argentina acaba de verificarse hace pocos días la asunción del cargo de presidente de la república por Javier Milei, un candidato autodefinido como anarco-capitalista y libertario, el cual logró conquistar la mayoría del voto con un discurso sumamente agresivo en contra de los que denomina como “la casta” y con promesas que incluyen una importante contracción del estado y un rudo paquete de ajuste económico.
Su gobierno, a pesar de todo el discurso electoral, está lleno de viejos rostros de la política tradicional, algunos fuertemente asociados al expresidente Mauricio Macri. Las primeras medidas del ejecutivo actual auguran momentos muy duros para el pueblo argentino. La inflación sigue en ascenso y se esperan miles de despidos en el futuro cercano. El presidente promete que en seis meses la economía del país retomará el ciclo de crecimiento.
Ante este panorama, donde peligran importantes conquistas sociales, la comprensión de los factores que posibilitaron el ascenso de una figura como Milei resulta esencial para la organización de las fuerzas populares en esta nueva etapa de lucha. Para un análisis inicial de un fenómeno tan complejo, conversamos con la investigadora argentina Paula Klachko (PK). Ella es socióloga y profesora de la UBA, autora de varios libros, el más reciente de ellos con Atilio Borón. Es también coordinadora del capítulo argentino de la Red en Defensa de la Humanidad.
Paula Klachko- Quisiera comenzar hablando de esta victoria de Milei. Aunque ahora muchos analistas dicen que ellos la anticipaban desde muchas semanas antes, lo cierto es que la mayor parte de los análisis que uno leía sobre el tema, siguiendo además los resultados de la primera vuelta de las elecciones, daban una ventaja de Massa. Algunos con más ventaja, otros más apretados, pero todos daban una victoria de Massa. ¿Qué factores en lo inmediato, pero además también qué factores en la historia reciente de la Argentina explican que un candidato con un discurso como el de Milei, que se presenta como outsider, pero que al final está reproduciendo en forma más escandalosa lo peor de la lógica, y lo más pedestre también, de la lógica del sistema, sea una opción viable para millones de argentinos al punto de tener una victoria tan importante numéricamente como la que tuvo?
Todavía estamos, te podría decir, en un estado de shock. No sé quiénes decían que lo sabían y lo adelantaban, no sé quiénes eran porque en general no fue así. Después de la primera vuelta electoral y de tener que escuchar al señor este que ganó excediéndose en un montón de aspectos, creíamos que eso iba a generar un choque más fuerte con la opinión pública en general, cosa que no sucedió. Había como una sensación de triunfo pequeñito, digo por pequeña diferencia, pero había una sensación de triunfo del candidato de la Unión por la Patria. La verdad que lo subestimamos, como se subestimó en su momento a Bolsonaro en Brasil.
¿Cuál fue el campo fértil para que este experimento que sembraron artificialmente se desarrolle y haya tenido esta victoria que tuvo? Estamos en pleno análisis, pero puedo mencionarte tres. Una, la profunda decepción que sufrió el pueblo argentino, con el gobierno del Frente de todos, todas, todes, de Alberto Fernández, que junto con su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, en la campaña electoral de 2019 para vencer a la derecha de Macri, nos prometieron que íbamos a volver, incluso a volver mejores. Esa era la consigna, el volver era el volver al kirchnerismo, volver a un capitalismo, pero con mayor grado de justicia social, de soberanía política, de independencia económica, de bienestar social, de más derechos, y eso no sucedió.
Eso es lo primero. En el gobierno de Fernández no hubo un retroceso formal en los derechos adquiridos, como tampoco, y acá te hago un paréntesis, tampoco Macri avanzó en la destrucción de los derechos a nivel formal. Los destruyó, de hecho, la calidad de vida, depauperando, achicando los salarios, la capacidad adquisitiva del salario, aumentando la pobreza. Pero no avanzó en la destrucción de los derechos adquiridos, por lo menos legalmente. Del otro lado, Fernández tampoco los destruyó, que no era el plan, obviamente, pero no los recuperó tampoco. Hubo algunas conquistas, como el derecho al aborto, que fue la lucha de las mujeres reconocida por el Parlamento, pero no hubo grandes avances en derechos. Por sobre todas las cosas, siguió la inercia del macrismo de empeorar la calidad de vida. Y eso en un gobierno de derecha, bueno, es lo que se espera. Ahora, en un gobierno que viene a prometer otra cosa, y que es peronismo, y que es kirchnerismo se suponía diferente, eso generó una decepción muy profunda.
Entonces, la decepción. El otro factor es la inflación. En Argentina, como en otros países, hay una memoria muy viva, una herida muy profunda, que si le echas sal, enseguida rinde sus frutos políticos, que es la inflación. Tenemos la memoria de las hiperinflaciones vividas, que fueron un shock muy fuerte, muy desestructurante. En el capitalismo el dinero es la mediación de todas las relaciones sociales. Al caerse el dinero, se caotiza la sociedad, se desarma, se desestructura, y eso genera consecuencias, una descomposición que genera impactos subjetivos, fuertes. Y no llegamos a la hiperinflación, pero sí a una inflación sostenida y en avance.
En el plano electoral hubo también un retroceso. A principios de los 80, la disputa electoral era entre democracia o dictadura. Después, en los 90, la disputa electoral pasaba, justamente, por devaluación o estabilidad, porque era lo que más afectaba a la población. El menemismo con la cuasi-dolarización fue la estabilidad, que después se fue a donde se fue, a arruinar la economía nacional, la industria nacional, la agudización de la deuda externa, de la dependencia, el empobrecimiento, la miseria, la desocupación, bueno, la venta del país entero. En los 2000, a partir del kirchnerismo, la disputa política avanzó en cada batalla electoral. ¿Hacia qué modelos de país? Todo dentro del capitalismo, porque ahí se dirimía, pero capitalismo con mayor grado de justicia social, o el modelo privatizador del gran capital, ¿no? Ahora hemos retrocedido, ahora estamos discutiendo, ya no qué modelo de país, sino bien para atrás, estabilidad o hiperinflación, y democracia o dictadura.
Entonces, esto es lo que retrocedimos a discutir en estas elecciones. ¿Por qué? Porque la democracia se pone en juego. Alfonsín en los 80, por ejemplo, el primer presidente del retorno de la democracia formal, él decía y prometía: con la democracia se come, se cura, se educa. Bueno, otra vez nos pasa que con la democracia ni comimos, ni nos educamos, ni nada. Eso genera una frustración enorme, la decepción, la frustración, que genera un cimbronazo en la identificación política de la propia base social del peronismo con sus referentes. Además, la derecha operó para decir que era el kirchnerismo, y este gobierno que está terminando ahora no es, no fue, el kirchnerismo, porque Alberto se distanció de Cristina. Eso también desestructuró a la militancia, que no sabía si enfrentar un gobierno que se suponía propio, pero tampoco estar aplaudiéndolo, entonces la movilización, que siempre la hay, no pudo encausarse hacia algo productivo y quedó medio desarticulada en cuanto a las causas por las cuales pelear.
El tercer elemento fuerte es la pandemia. La pandemia que, evidentemente, también muchos repetimos, y tenemos que seguir pensando los efectos subjetivos que deja, sobre todo en las juventudes, esos años de pandemia. En un país como la Argentina, tan grande, tan diverso, el encierro, que estuvo bien, porque no teníamos otra manera de cuidarnos, pero dejó heridas subjetivas muy profundas en un contexto social muy injusto, muy desigual, y sobre todo en la juventud. Y esa digitalización, que con la pandemia se profundizó de manera acelerada, donde también todas nuestras relaciones sociales, de explotación, o afectivas, hasta sexuales, pedagógicas, educativas, todas pasaron a digitalizarse y a transcurrir en esas plataformas que son monopolios supranacionales, que tienen todos nuestros datos a disposición. Realmente, eso se aceleró con la pandemia. Tienen absolutamente todos nuestros datos.
Y eso fue muy hábilmente manipulado. Esa ira que la juventud expresaba en esos momentos, esos nuevos lenguajes, de ahí construyeron esos monopolios, esa burguesía imperial, como decía Fidel, que ahora tienen los nombres de los dueños de las grandes plataformas, construyeron este personaje y sabiamente lo hiperdifundieron en las redes.
Vamos muy para atrás porque el actual gobierno pone en cuestión valores de derechos humanos que en Argentina todavía eran, no quiero hablar en pasado, todavía son populares, ¿no? Esos no son los derechos humanos de, no sé, de los Estados Unidos que los usan para sus intervenciones humanitarias, para aplastar países y pueblos, esos son conquistas sociales concretas. En Argentina los derechos populares son del pueblo, son vinculados a las luchas populares.
José Ernesto Nováez –Desde el punto de vista de los análisis que están haciendo, ¿cómo valoran la posible implementación y los posibles impactos del programa de Milei? Porque ya han salido voces a cuestionar que realmente él pueda cumplir con mucho de lo que está en la base de todas sus promesas, de la famosa motosierra, de la famosa destrucción de la casta. Entonces, ¿cómo valorar eso? O sea, ¿qué posibilidades reales tiene de aplicarlas atendiendo también a las fuerzas movilizadas y en lucha que hay en la sociedad argentina que, tal vez, perdieron una batalla, pero no están ni mucho menos derrotadas?
Paula Klachko- Varios elementos para tener en cuenta. Una, va a haber mucha lucha, porque en Argentina, y eso sí sigo sosteniendo, hay una fuerte organización popular en sus distintas dimensiones, sindical, política, barrial, etc. Y eso va a estar en la calle. Ya está, ya estamos en la calle. Y además, nos van a venir a echar de los barrios, nos van a venir a despedir de nuestros puestos laborales, porque es la promesa que tienen, achicar el Estado.
Entonces, eso va a generar sin duda una respuesta popular y de lucha que vamos a ver. La clave está en cuán articulados podamos estar. Y no esperar que nos llegue nuestro turno, sino estar activos cuando empiecen a desarrollar sus políticas de expulsión de cualquier puesto de trabajo o de conculcación de derechos. Pero va a haber eso, vamos a ver en qué grado, pero lo va a haber.
Ahora, en cuanto al éxito o el fracaso de sus políticas. Ayer lo hablamos con una compañera, es relativo, porque es lo mismo que Macri o lo mismo que Menem, ¿fracasaron? ¿no fracasaron?, depende desde qué punto de vista lo mires. Desde el punto de vista del país, de los intereses nacionales, del pueblo, obviamente que fracasaron. Estamos hablando de todos los procesos de carácter neoliberal impulsados por las clases dominantes, en sus diversas fórmulas, incluyendo la dictadura cívico-militar.
Vamos a dejar de lado la dictadura y vamos a centrarnos en los 40 años de democracia formal. La dictadura disciplinó, en parte derrotó a las fuerzas revolucionarias, cumplió ese rol. Cuando no la necesitaron más, la dejaron. En los 90, desde el punto de vista de las clases populares, y de los intereses nacionales, obvio que el proyecto de las clases dominantes fracasó, pero la pregunta es, ¿qué les importa? No vinieron a representar los intereses nacionales y populares, todo lo contrario. Desde el punto de vista de las clases dominantes, no fracasó. El macrismo nos hizo retroceder en la capacidad adquisitiva del salario, nos empobreció, nos entregó, nos endeudó, esa deuda millonaria absurda que tenemos con el FMI.
Ahora, desde el punto de vista de los grandes grupos económicos y del capital transnacional, vienen a hacer rápido sus negocios, esta postura siempre de las burguesías latinoamericanas que tienen la mira a corto plazo, de ganancia rápida y a corto plazo siempre con el acecho del capital transnacional al cual no le importa el desarrollo nacional, sino que solo le importa la ganancia a corto plazo a cualquier costo. Entonces en ese sentido tampoco fracasó y ahora van a repetir la misma fórmula.
Ahora, a diferencia de los otros que mencioné antes, Milei ha hecho campaña política diciendo que iba a hacer lo que va a hacer. Macri no, Macri mentía y Menem mintió para ganar las elecciones. Este no, eso es más crudo todavía, porque una parte del pueblo, por distintos motivos, si votó ese proyecto. Entonces ¿hasta qué punto el capitalismo en Nuestra América apunta a eso? Todavía la Argentina es un país con desarrollo capitalista, dependiente, empobrecido, desigual, pero es un país con un grado de desarrollo capitalista importante y cierto orden capitalista que funciona. Yo creo que con esto de retirar al estado tratan de caotizar la sociedad. Necesitan crear el caos, generar territorio libre para bandas criminales. El capitalismo en América Latina en las periferias necesita generar ese desorden de conjunto con un estado que apunte al control social y a la represión.
José Ernesto Nováez- Una derrota como ésta siempre lleva a las fuerzas de izquierda a un ejercicio autocrítico y a un balance que permita entender sobre todo qué errores y circunstancias contribuyeron a que un monstruo como este le pareciera a la mayoría del pueblo argentino una opción viable para resolver su cotidianeidad tan golpeada por la crisis ¿Hasta qué punto ha avanzado este balance? ¿Qué elementos han valorado? ¿Qué lecturas han sacado de la experiencia?
Paula Klachko- Yo creo que ahora los distintos espacios organizativos, están todos y todas discutiendo eso en este momento. Aunque ya se venía de una discusión. Ya te digo que hubo una fuerte autocrítica de lo que fue este gobierno que tuvimos, de Alberto Fernández, de la tibieza que tuvo sus políticas, pero también la tibieza que tuvimos desde el campo popular en no salir a exigirle para que deje de tener esa tibieza y ese retroceso. Incluso en algunas políticas que planteó muy interesantes.
Una de ellas, por ejemplo, que fue terrible porque fue la primera en plena pandemia y que todas y todos estábamos saltando de alegría y festejando, fue cuando planteó expropiar una de las grandes empresas de granos, alimenticias, una empresa que se llama Vicentín, que estaba en quiebra, en una quiebra fraudulenta contra el estado nacional. Entonces se avanzó en plantear la expropiación de la empresa, lo cual iba a ser importantísimo, no solamente para que el estado adquiriera esa gigantesca empresa, con puertos en el Río Paraná, para poder incidir en la soberanía alimentaria. También hubiera permitido incidir en la formación de precios, que siguieron en manos de los monopolios formadores de precios. Con la propiedad de esa empresa, el estado hubiera podido incidir en la inflación, en la moderación de la inflación. En el proceso contra Vicentín, primero se avanzó y luego el gobierno se fue para atrás, por miedo, por amenaza judiciales. Esa fue la primera decepción. Después hubo otras.
Entonces, también una autocrítica por no saber exigir. Hubo como una cuestión de no gritar, de no hablar fuerte las críticas, por miedo a que la derecha entonces se aproveche. Todo mediatizado por la pandemia, la situación de temor que nos generaba la pandemia, que no sabíamos qué iba a pasar, cuándo iba a terminar, si íbamos a estar vivos o muertos. En ese contexto, como que estuvimos en una tregua, bastante calladitas. Y después el tema del FMI, que este gobierno, si bien hablaba y criticaba lo fraudulento de ese crédito inédito del FMI a un gobierno que ya se estaba yendo, de Macri, por 57.000 millones de dólares, que al final se desembolsaron 45.000 millones de dólares. No, tampoco, el gobierno hablar hablaba lindo. Que estaba en contra, que se va a auditar, porque el dinero no se usó para obra pública, que se fugó, que está demostrado que se fugó, pero después no pasaba nada. En los hechos no avanzaba ni la judicialización, ni nada. Entonces, y ahí tampoco hubo voces en contra. Con un gobierno que se supone popular, esto no puede ser, no se puede asumir esa deuda, no la puede pagar el pueblo.
José Ernesto Nováez- Atilio Borón y tú acaban de concluir un libro sobre lo que ustedes denominan el segundo turno, la segunda fase del ciclo progresista en América Latina y el Caribe. ¿Cómo leer desde el análisis que ustedes hacen en el libro, desde las posibilidades y retos que tiene este segundo retorno de la izquierda en la región, cómo leer esta victoria de Milei y sus repercusiones continentales e internacionales para la posible configuración política que se está dando en el continente?
Paula Klachko- El triunfo de Milei para esta segunda fase del ciclo progresista, como decimos con Atilio, es muy grave. Es muy grave porque Argentina es un país de una importancia enorme en América Latina porque tiene por su dimensión territorial, geográfica, cultural, es la segunda economía de América Latina. Entonces es un palo en la rueda muy fuerte que viene a poner Washington directamente, los grandes capitales y los dueños de las grandes plataformas. El interés va a ser poner palos en la rueda a esta segunda etapa del ciclo progresista, a la integración regional, a la CELAC, a la UNASUR, todo esto que estaba rearmándose.
América Latina tendrá que poder construir fuerte esos espacios de unidad y de integración regional sin la Argentina, sin el gobierno en la Argentina. Los pueblos, las organizaciones populares en la Argentina, tendremos que estar muy pendientes de articularnos desde la diplomacia de los pueblos, desde la solidaridad
(*) José Ernesto Novaes Guerrero, Escritor y periodista cubano. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Coordinador del capítulo cubano de la REDH. Colabora con varios medios de su país y el extranjero.