La tatucera del Palacio Legislativo

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Por Ricardo Pose(*)

Ilustración por Jorge Fuentes(**)

Dicen refranes populares que la ley “muerde el pie descalzo” o es como “el mango de cuchillo, defiende a quién lo maneja”.

Varios dirigentes del actual gobierno son expertos en hacer de dichos refranes una forma de su gestión política y de su vida personal, pero, condecorados éstos con esta actitud en los primeros lugares del podio, lo institucional va imprimiendo esa lógica al resto del elenco político de disfrutar de sus beneficios.

Lo primero que se percibe claramente son los problemas éticos que dichas conductas provocan, pero además, empieza a degradar la aplicación pragmática del sistema representativo.

El sistema Republicano hace gala de una sociedad que se ve representada por los legisladores que ha electo; yo prefiero hablar de padrón electoral antes que de sociedad o Pueblo porque si bien la elección obligatoria impone que los votantes sean una porción importante de la sociedad, las nuevas tendencias de votar imágenes de personas sobre ideas y programas, no asegura que sus resultados emerjan de una decisión políticamente meditada.

¿Pero cómo ha reaccionado el sistema cuando por ejemplo un Ministro ha perdido la confianza de la sociedad y aún de su gobierno? Pues el sistema le da el premio consuelo de volver a ocupar su banca, a refugiarse en la “tatucera del Palacio Legislativo”.

La sábana y los candidatos

El primer argumento con el que uno se topa es: “fue elegido por la gente”.

La unción de los candidatos en una partidocracia con sistema cerrado de su elaboración de listas (en adelante sábanas), merece un poco más de rigor a la hora de analizar la relación entre el candidato propuesto y la decisión de la gente (decisión que obedece a múltiples factores pero entre ellos la emoción, la lealtad generacional, la novedad, la meditación, la imposición, etc.).

Vayamos a lo práctico; en la enorme mayoría de los casos la gente vota por el candidato presidencial y los nombres de los primeros lugares en la lista, amén de familiares y amigos que votan la lista aunque su candidato ocupe el lugar 180 de la sábana.

Sin enredarnos si los “mascarones de proa” de las listas arrastran al resto de los candidatos y en los actuales tiempos se apela a lo afectivo y efecticista, si es dable no menospreciar la inteligencia del electorado, depositando la confianza en que “el candidato” encarna buena parte de lo que él quiere proyectar en materia política.

Lo que no parece tan seguro al menos masivamente (salvo quienes integran la “cocina” partidaria) es que la gente vote al senador o diputado, valorando su posible gestión como Ministro.

Y ahí empieza la imperceptible trampa de escudarse en haber sido electo para que, cuando “salta el fusible” y se deje de ser Ministro; se vuelva a la tatucera.

En el actual periodo de gobierno ha habido al menos tres ministros que debieron abandonar sus cargos por pérdida de la confianza política por temas reñidos con la ética en la gestión pública.

Y si de haber sido electos hablamos, si el recibir el apoyo de un espectro del electorado, es un cheque de impunidad, comparemos.

De Raúl Fernando a Heber

Raúl Fernando Sendic fue Vicepresidente, y senador por su sector en el periodo pasado; si bien es cierto que generó el primer antecedente de tener que renunciar a la vicepresidencia, tampoco apeló a ocupar su banca en el senado.

Es cierto que buena parte del sistema político le habia soltado la mano por la compra de un colchón y una malla de baño (cuestionable desde el punto de vista de gestión pero menos caro que otorgar un apartamento o liberar un narcotraficante o contratar una agencia de publicidad trucha).

En ese caso, la corrección política estuvo presente en todos los gestos.

Dos de los legisladores que volvieron de los ministerios a sus bancas en el parlamento, hicieron “astillas” del árbol caído del vicepresidente, pero no siguieron su antecedente.

Luis Alberto Heber, Germán Cardoso e Irene Moreira son tres de los ministros que volvieron al refugio del Parlamento; en la lista podíamos incluir a Adrían Peña pero estamos convencidos que se “comió un garrón” culpa de la burocracia administrativa.

Integrantes de los tres partidos más importantes de la coalición multicolor aportaron a la construcción de la tatucera.

Mientras reina el silencio en el Partido Nacional, los debates y renuncias internas acaecidas tanto en Cabildo Abierto como en el Partido Colorado, son un buen ejemplo de lo que expusimos up supra sobre la relación voto- voluntad.

Para ser más claro: los colorados que votaron a Cardoso como diputado no lo hicieron para que gestionara en el Ministerio de Turismo llevando adelante un manejo turbio de los fondos destinados a campañas de publicidad.

La gran pregunta es: ¿este Cardoso post ministerio es el mismo diputado votado en octubre del 2019?

La entrega indiscriminada de viviendas por parte de la senadora Irene Moreira ha generado un terremoto entre los cabildantes, con renuncias de dirigentes y creación de nuevas agrupaciones cuestionadoras de la conducción partidaria.

Vale la misma pregunta que para Cardoso: ¿ésta Moreira post Ministerio es la misma que la votada como senadora en octubre del 2019?

En el Partido Nacional parece haber un “pacto no explícito” sobre la renuncia de Hebert pero lo cierto es que al parlamentario que estuvo más años en el parlamento parece pocos probable que el grueso de los votantes lo halla electo en octubre para luego ser ministro de Transporte y menos, ir a parar a la “tumba de los cracs” que es el Ministerio del Interior.

Tampoco es exclusivamente volver a las bancas para ampararse en los fueros; es una lógica del sistema que se impuso con “naturalidad”, una suerte de trinchera (tatucera) que el poder político ofrece a sus integrantes, amparado en un distorsionado concepto de la representatividad de lo popular.

El sistema degrada paulatinamente lo poco virtuoso que persiste de un sistema republicano y representativo para irlo convirtiendo en una caricatura que más allá de leyes, decretos, institucionalidades y constitucionales, se rige, como desde los fondos de los tiempos (no siempre en forma explícita), por la correlación de fuerzas.

(*) Ricardo Pose es Periodista en Caras y Caretas, Presidente sector Prensa Escrita (APU). Columnista en Mate Amargo, CX 40 Radio Fénix, Radio Gráfica, Tierra de periodistas Rocha FM, Notero en Telesur y tvg China.

(**) Jorge Fuentes , Ilustrador, caricaturista, pintor con acrílico y acuarelista. Ha colaborado con medios nacionales e internacionales.

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