Por José Ernesto Nováez Guerrero (*)
Hay que poner la comuna como eje central para la construcción de una sociedad socialista
La experiencia comunal venezolana es, sin dudas, una de las búsquedas postcapitalistas más interesantes del mundo contemporáneo. Anclada en la rica tradición de resistencia popular y antioligárquica del país, hunde sus raíces en el pensamiento y la práctica libertaria de importantes figuras como Simón Rodríguez, Simón Bolívar, Ezequiel Zamora y el comandante Hugo Chávez.
A pesar de los efectos de las inmorales sanciones imperialistas contra el proyecto bolivariano, los venezolanos y venezolanas han persistido en su apuesta por la construcción de esa nueva forma de organización social, política y productiva. Recientemente, el sábado 24 de febrero de este año 2024, la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, insistía en un encuentro en La Guaira en la importancia de consolidar el poder comunal y popular.
Para seguir reflexionando sobre esta realidad que impulsa el pueblo venezolano, conversamos con la investigadora Cira Pascual. Ella es profesora de estudios políticos en la Universidad Bolivariana de Venezuela. Es además miembro y co-fundadora de la Red Internacional por la Democracia Comunal y educadora y parte del equipo de la Pluriversidad Patria Grande, la escuela de formación política de la Comuna El Panal. Junto a Chris Gilbert ha elaborado la colección de libros Resistencia comunal frente al bloqueo imperialista, disponibles en www.observatorio.gob.ve/bibliotecas. También es cofundadora del espacio Escuela de Cuadros, disponible en https://www.youtube.com/escuelacuadros.
JENG: ¿Qué elementos diferencian a las comunas como forma de organización social hoy en Venezuela con respecto a otras organizaciones y colectivos que se articulan en el país?
CP: Bueno, la comuna es el proyecto estratégico de la revolución bolivariana. Es la hoja de ruta que nos deja Chávez para superar la lógica del capital. Chávez, con Meszaros, reflexionan sobre el hecho de que no es suficiente expropiar a los expropiadores. En el caso de Meszaros, él está reflexionando sobre lo que ocurre con las experiencias del “socialismo real”, concretamente de la URSS y se pregunta por qué implosiona ese “socialismo real”. Ciertamente en la URSS no había explotación asalariada, pero las relaciones despóticas propias del sistema capitalista perduran en la URSS y, bueno, la hipótesis es que la implosión de ese proyecto es precisamente porque esas formas despóticas perduran en el tiempo. Por supuesto eso no implica que no tengamos muchísimo que aprender del “socialismo real”, pero digamos que esta reflexión es importante porque ciertamente para nadie es un secreto que el socialismo real implosionó.
Ahora, para las revolucionarias, los revolucionarios, la pregunta es si no solamente es necesario superar la explotación asalariada sino que también se debe superar la enajenación y todas las formas de opresión y dominación que el capital impone, entonces, ¿cuál es la respuesta? Y de nuevo, con Chávez, que reflexiona ya desde el año 91, 92, sobre la cuestión de la democracia participativa y protagónica, y con Meszaros, que hace una reflexión muy importante sobre la democracia sustantiva, sobre la construcción de una sociedad socialista en un contexto de democracia sustantiva en todos los aspectos, que supere todas las formas de opresión y dominación, o sea, la construcción de una sociedad donde los seres humanos están al mando de forma directa, no solamente de la producción, sino que también van construyendo nuevas relaciones sociales que vayan desplazando las viejas formas capitalistas.
Entonces, la gran pregunta es, por supuesto, cómo hacer esto, y la respuesta que se le da es la comuna. En la comuna la gente controla los medios de producción y toma decisiones de forma asamblearia en el ámbito de la producción, en el ámbito económico, político, cultural, etcétera. Cuando nos vamos al ámbito de la producción, por ejemplo, la gente, las comuneras y los comuneros, deciden en contexto asambleario qué se va a producir, cómo se va a producir, y, súper importante, qué va a ocurrir con el excedente, qué se va a hacer con el excedente.
Esto ocurre en las comunas vinculadas directamente con el Panal, pero en todas las comunas que hemos visitado, que son unas cuantas, digamos que estos procesos son procesos centrales e importantes en el proceso organizativo. Y, bueno, es importante resaltar que en las comunas el órgano superior es precisamente esa asamblea. La asamblea en la que todas y todos son iguales, en la que todos y todas tienen derecho a voz y voto. O sea, que la forma comuna no reencarna las viejas formas autoritarias. Aunque en la comuna que todos conocemos hay mucho recorrido por hacer, pero, bueno, la hipótesis, y, digamos a lo que apunta la evidencia, es a que poco a poco se van desplazando las viejas lógicas despóticas de la vieja sociedad. O sea, poco a poco, por la vía de la práctica, se va desplazando el racismo, el patriarcado, por vía de la democracia sustantiva, y todas las formas de presión existentes. De hecho, Chris Gilbert, con quien yo trabajo a menudo en el contexto de la reflexión sobre las comunas, en su libro reciente, Comune or Nothing (Comuna o Nada) de Monthly Review, él hace una reflexión sobre este tema que es bastante relevante.
Bueno, entonces, un poco para terminar con la pregunta ¿cuál es la diferencia entre las comunas y otras formas organizativas? Bueno, yo plantearía que, como en cualquier país, en Venezuela hay un sinfín de organizaciones con propuestas postcapitalistas. En Venezuela todas estas organizaciones son chavistas, movimientos sociales, juveniles, núcleos feministas, organizaciones antirracistas, antiimperialistas, sindicatos, partidos, etcétera. Todo eso florece aquí en Venezuela. Unos espacios más potentes, otros espacios menos potentes, pero todas esas formas organizativas existen aquí en Venezuela. Pero yo plantearía que, siendo que la comuna es el proyecto estratégico de la revolución bolivariana, siendo que es nuestra hoja de ruta, yo plantearía que las organizaciones no comunales que operan en un ámbito de lucha necesario, como las feministas, las de la vivienda, todas las sindicales, todas las que venía mencionando, cuando son realmente rupturistas, tienden a incorporar el horizonte comunal en el proyecto.
Te voy a dar un ejemplo. Yo sé que hace un tiempo tú entrevistaste a algunos compañeros del movimiento de Pobladores, de Campamento de Pioneros. El movimiento Pobladores es un movimiento asambleario por el hábitat. En el movimiento de pobladores la gente se junta digamos con el objetivo de resolver su problema de la vivienda. Pero se le da un golpe al capital, porque la forma en la que se le da soluciones es una forma colectiva, por vía de la autoconstrucción, expropiando a los grandes terratenientes urbanos de la tierra que no utilizan y tomando todas las decisiones de forma asamblearia. Pero Pobladores, precisamente porque es una organización revolucionaria y dentro del proyecto chavista, también plantea que la comunalización de la vida, la comunalización de nuestra sociedad, es la única forma que puede darle respuesta o que puede darle la vuelta a la ciudad segregada y alienada del capital. Entonces ellos, compañeras y compañeros de Pioneros, de Pobladores, ponen hincapié en la necesidad de la comunalización. Entonces, para todos los que estamos dentro del ámbito de la construcción revolucionaria en Venezuela y dentro del ámbito chavista, pienso que confluimos en darle mucha preponderancia a la cuestión de la comuna.
JENG: ¿De qué raíces históricas y prácticas se nutre la experiencia comunal venezolana?
CP: Bueno, el siglo XIX venezolano, sobre todo con las guerras zamoranas, nos deja un legado antioligárquico y profundamente democrático. Las guerras zamoranas terminaron con las viejas oligarquías, aunque luego hubo una suerte de restauración, pero en gran medida terminaron con las viejas oligarquías. Y el “tierra y hombres libres” de las tropas de Zamora, las tropas zamoranas, es una de las raíces más importantes del proceso bolivariano y que le tributan precisamente al proyecto comunal.
Pero si nos vamos más atrás, por ejemplo, en los tiempos de la colonia, pues nos encontramos con las cumbes, las comunidades cimarronas, que eran enclaves de gentes que rompieron las cadenas de la dominación española. Indígenas y negros que se habían liberado del esclavismo y que fueron tejiendo espacios profundamente democráticos, en los que la propiedad era social y las formas de organización eran democráticos. Estos espacios, por supuesto, heredaron o recrearon las formas solidarias de organización precolombina, precolonización.
Estas experiencias, ciertamente son experiencias del pasado, pero que también le tributan y terminan dejando un legado en la cultura venezolana que luego desemboca en la comuna. Pero además, si viajamos al presente venezolano, la sociedad venezolana es una sociedad que poca afinidad tiene con las jerarquías. O sea, es una sociedad que aprecia la igualdad, además es una sociedad donde perduran formas de mutualidad y de solidaridad precapitalista que son muy interesantes. Déjame que te dé un ejemplo. Más allá de mentar la madre, ¿cuál sería el insulto más duro que se le puede hacer a un venezolano? Bueno, decir que es pichirri. ¿Qué quiere decir pichirri? Bueno, es un venezolanismo. Que es alguien que es agarrado, que no es generoso, que no es solidario. Y ese es un insulto, si llamas a alguien pichirri, o alguien que sea considerado pichirri, bueno, eso realmente es inaceptable en esta sociedad. La solidaridad es muy propia de esta sociedad.
Además de eso, hay prácticas como la callapa, o la yunta en los Andes, pero hablemos de la callapa, o el sancocho, que son muy importantes y están muy insertas y muy vivas en la vida del pueblo venezolano, sobre todo del pueblo trabajador. Bueno, la callapa es una forma organizativa. La etimología de la palabra callapa es incierta, pero posiblemente tiene un origen pemón. La callapa es una práctica comunitaria colectivista en la que la gente, por ejemplo, en un barrio, se junta un sábado para resolver un problema, ya sea limpiar las calles o resolver algún otro problema colectivo. Y todo eso se hace festejando, digamos que celebrando el que la comunidad se junta para resolver ese problema o para solucionar alguna cuestión específica que deben resolver. Y siempre termina la callapa con un sancocho, que es un almuerzo colectivo, donde quien puede pone algo y quien no puede, no pone nada, y todos comen juntos, disfrutan juntos del almuerzo, del sancocho.
Entonces, las formas de mutualidad precapitalista perduran en nuestra sociedad. Por supuesto, esto no es único de Venezuela, en todas las sociedades hay formas de mutualidad precapitalista que subsisten, que perduran. Pero es interesante que en la sociedad venezolana, bueno, podemos ver claramente estas formas que subsisten y que son formas que están vinculadas a la mutualidad, a la solidaridad y en ese sentido, pues, vienen a desembocar de una forma, digamos que muy rica, en las comunas que hoy existen y las comunas que se están construyendo hoy día en el territorio venezolano.
JENG: Hace poco convocaban un gran encuentro para pensar en colectivo la democracia comunal en Venezuela. ¿Cómo funciona? ¿Cuáles son sus particularidades?
CP: Bueno, la Red Internacional por la Democracia Comunal es un espacio híbrido de reflexión, de diálogo y de investigación que junta intelectuales, digamos que vinculados con las luchas, con experiencias prácticas. Y todo esto está vinculado con la reflexión sobre la democracia comunal. La Red junta organizaciones e intelectuales de Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Colombia, Cuba, Países Vascos, Países Catalanes, Italia, entre otros.
En julio de 2023 nos encontramos efectivamente en un encuentro de la Red, en un encuentro regional, digamos que de la zona de Venezuela y países cercanos. Entonces, nos encontramos en la Comuna El Panal. El encuentro lo organizamos desde la Comuna El Panal con la Red y nos encontramos unas 200 personas de unas 45 organizaciones de vocación comunal. Era un encuentro al cual estaban convocadas organizaciones específicas. No era tanto un encuentro abierto, aunque sí que era un encuentro entre iguales, un encuentro también autogestionario y, de hecho, 100% promovido en términos económicos desde la Comuna El Panal.
Entonces, nos encontramos sobre todo organizaciones venezolanas, pero también, por ejemplo, organizaciones colombianas, como el Congreso de los Pueblos, brasileñas, vino el MST. Y también, pues, tuvimos saludos desde El Salvador, los compañeros del FMLN nos enviaron un saludo. Ellos hacen parte de la Red. Y compañeros de La Tizza en Cuba, que también nos enviaron un saludo.
El encuentro logró alcanzar o lanzar algunas hipótesis colectivas. Yo creo que quizás la hipótesis principal sería que es necesario pasar de la resistencia a la ofensiva en el contexto de la construcción comunal. Efectivamente, todos sabemos que Venezuela en los últimos años ha sido sujeta a un bloqueo imperialista criminal que ha generado un sinfín de problemas en la cotidianidad de la vida del pueblo venezolano. Y eso, pues, implica que muchas comunas, si bien han ido, digamos, creciendo en los últimos años, simultáneamente también se han encontrado, a veces, en un contexto de resistencia. Entonces, pasar de la resistencia a la ofensiva, yo plantearía que fue como la conclusión colectiva general más importante del Congreso.
Bueno, en el Congreso se debatieron diferentes temas, como la democracia liberal burguesa versus la democracia comunal, la construcción de una sociedad poscapitalista desde lo comunal, el sujeto comunal. Y el último tema, que es un tema superimportante, es la necesidad de superar la condición de margen en lo económico y en lo político que tienen hoy día las comunas. Porque debemos reconocerlo. En Venezuela hay un dicho muy divertido: “no podemos vivir en un mundo con pajaritos preñados de amor”. Tenemos que aterrizarnos a la realidad. Y lo cierto es que no es la mayor parte del territorio venezolano que está realmente organizado en comunas donde realmente hay trabajo, donde realmente hay construcción. Formalmente, una gran parte del territorio está organizado en comunas, pero yo plantearía que quizás el 10% de la sociedad venezolana, quizás el 15%, vive en una comuna activa y realmente floreciente.
Entonces, la necesidad de superar la condición de margen en lo económico y en lo político fue una de las cuestiones que nos planteamos en aquel espacio. Y, bueno, en este sentido, pues la gran pregunta es cómo debe ser, cómo hacer, cómo trabajar, cómo organizarnos para que la comuna se convierta en la forma hegemónica de organizar nuestra sociedad. Y eso, por supuesto, hay que disputarlo, ¿no? Disputarlo desde nuestra clase, disputarlo desde los territorios donde estamos construyendo comunas y demostrar que la comuna es un proyecto no solamente, digamos, que utópico, hermoso y hacia un futuro extraordinario, sino que la comuna pueda ser real y tangible hoy día y que, además, las comunas le dan respuestas reales al pueblo venezolano allí donde hay comunas organizadas.
JENG: A tu juicio, ¿en qué fase se encuentran las comunas en Venezuela hoy, sobre todo luego de la guerra económica y las diferentes etapas políticas por las que ha atravesado el país?
CP: Bueno, desde la muerte de Chávez en el año 2013 y hasta el año 2017, diría yo, las comunas estaban en una situación medio de somnolencia. Había poca potencia en aquel momento en las comunas. Sin embargo, en el año 2017, en lo peor de la crisis, o sea, en el momento en el que el bloqueo imperialista realmente nos estaba pegando más duro, resurgen las comunas. Las comunas ya existentes, de alguna forma, reemergen con potencia. Y se vuelven a convertir en un referente. Chávez nos había dejado una hoja de ruta, pero esa hoja de ruta digamos que no había sido asumida con toda la potencia o con todo el compromiso con la que debería haber sido asumida por nosotros y nosotras, al fin, por la gente comprometida con el proyecto de Chávez.
Y en lo peor de la crisis, que la crisis nuestra, la crisis de Venezuela, pues es la crisis del sistema capitalista, simplemente que al cuadrado, porque nuestra crisis va junto con el bloqueo imperialista, ¿no? Entonces, en lo peor de la crisis, le crecen patas a la hoja de ruta de Chávez. Y comienza a caminar con firmeza el proyecto de la comuna. Entonces, en ese momento, la gente dice, bueno, las soluciones individuales no nos sirven en esta situación de crisis profunda. La solidaridad, la organización colectiva, etcétera, sí nos ofrecen soluciones. Y esto lo vimos todos los que vivimos en Venezuela en aquellos años, pues digamos que pasamos muchas ronchas, perdimos un montón de kilos, etcétera, etcétera. Y bueno, la gente empezó a reflexionar y a plantearse que las soluciones que nos ofrece el capital, el capitalismo, pues realmente no nos resultan a nosotras y a nosotros como clase, como pueblo de trabajador.
Entonces, yo diría que en este período estamos viviendo una reactivación del proyecto comunal. Una reactivación muy hermosa. Por supuesto con un montón de contradicciones, con muchísimas dificultades, con errores, con ensayos, con aciertos y con desaciertos, pero lo cierto es que se viene avanzando en el contexto de la construcción comunal.
Ahora, construir una alternativa comunal en una sociedad bajo un asedio criminal y en una sociedad que está organizada fundamentalmente en términos capitalistas, porque Chávez nos recordaba siempre: tenemos un proyecto revolucionario, pero el Estado sigue siendo burgués y nuestra sociedad sigue siendo capitalista. Entonces, construir comunas en este contexto ciertamente no es fácil. Eso quiere decir, desde mi perspectiva, que para que las comunas crezcan, en términos políticos, en términos económicos y también para que crezcan con autonomía, pero dentro de un proyecto nacional estratégico, que es la comuna, las comunas sí deben tener más potencia en términos económicos y en última instancia mayor autonomía.
Pero como vivimos precisamente en este contexto capitalista en Venezuela, pues, y para nadie es un secreto que en el capitalismo el sistema institucional legisla, subsidia, apoya a la lógica del capital, incluso cuando hay un gobierno progresista o revolucionario como el nuestro. Entonces, es realmente urgente que el gobierno promueva con fuerza, con mucha fuerza, la producción comunal. Esto es necesario, o sea, no se puede esperar que las comunas, que la sociedad se comunalice si no hay mucho apoyo, si no hay un apoyo realmente concreto y tangible y potente a las comunas y ciertamente hay indicios desde el Ministerio de Comunas de que para allí vamos, aunque falta.
Por ejemplo, desde el Ministerio de Comunas se están impulsando los circuitos económicos comunales, que son, digamos, circuitos de distribución de la producción entre comunas, pero en este momento con un subsidio y con algunos apoyos en cuanto a tractores, etcétera, desde el Ministerio de Comunas. Entonces, ese tipo de iniciativas son importantes, pero en este momento son todavía a pequeña escala. Es necesario mucho más apoyo y es necesario, digamos, crecer las comunas y para eso también nos va a tocar, desde los sectores más comprometidos con el proyecto comunal, disputar los recursos que hay, que si bien son limitados, no son inexistentes.
En fin, en este momento hay mucha esperanza, hay mucho trabajo en las comunas, hay mucho sacrificio también, porque las comunas se construyen siempre con el sacrificio de algunos cuadros que están muy comprometidos con el proyecto. Pero para que la comuna realmente se convierta en un proyecto hegemónico, necesita tener más potencia, necesitan las comunas tener más potencia económica, para convertirse en una alternativa real y en un referente visible. Esto es necesario y, pues, como decía anteriormente, nos toca disputar.
JENG: ¿Se pueden extraer lecciones de la experiencia comunal venezolana que sean válidas para extender a otras latitudes? ¿Cuáles serían a tu juicio?
CP: Primero, claro, resaltar que la comuna no es una invención venezolana. Ya Marx, sobre todo al final de su vida, planteaba que la forma comuna, en aquel momento está hablando de las comunas campesinas rusas, que la forma comuna tenía una potencia de proyectar la vida hacia un futuro comunista. Bueno, hay un sinfín de otras experiencias que se han organizado en formas que tienen mucho que ver con la comuna, con lo que concebimos como comuna, como los consejos obreros en Italia o incluso los soviets en la Revolución Soviética y, por supuesto, la comuna china, que sí tiene muchísimo, muchísimo que ver con la comuna venezolana.
Estas diferentes formas son referentes importantes para nosotros y creo que, posiblemente, para cualquier persona, para cualquier movimiento revolucionario que se plantee la transformación profunda de la sociedad a partir de las experiencias existentes en el pasado. Entonces, la comuna no es propiedad del pueblo venezolano ni de los chavistas, es un concepto y una práctica que yo me atrevería a decir que tiene una potencia universal, pero que sí Chávez tiene la virtud y el proceso bolivariano, la revolución, tienen la virtud de retomar la propuesta comunal y reactivarla en el seno del pueblo. Creo que eso es muy importante. En este sentido lo que hace el proceso bolivariano es reactivar una corriente y una práctica de emancipación colectiva que es bien de la humanidad toda.
Lo que sí es cierto es que desde Venezuela se demuestra que si por un lado es difícil construir comunas, el proyecto sí es viable. Entonces, a mi juicio, ¿qué es lo que le ofrece el proyecto de las comunas, el proyecto de las comunas que se vienen construyendo en Venezuela, ese proyecto tan hermoso que nos lo encontramos en el 23 de enero en Caracas, en el Panal y en el Maizal, en Lara y en la Che Guevara, en Mérida y en tantas otras comunas alrededor del país? Para darte una respuesta a la pregunta, yo diría que lo que le da el proyecto comunal al resto de la humanidad en este momento puntual, es la demostración de que la comuna es la vía, que hay que poner la comuna como eje central para la construcción de una sociedad socialista. O por lo menos que la comuna es una de las formas viables para la construcción de una sociedad socialista.
JENG: Desde tu percepción, ¿cuáles son los principales retos y perspectivas que enfrenta el movimiento comunal en Venezuela hoy?
CP: Bueno, los retos son muchos. El principal reto, claramente, es que vivimos en una sociedad capitalista y además en un país asediado por el imperialismo norteamericano. Pero, a su vez, el hecho de que vivimos en un contexto de asedio también nos obliga a repensarnos la forma de organización de la sociedad. El gran reto que tenemos hoy día es que la comuna debe convertirse en la forma organizativa hegemónica de nuestra sociedad y no lo es en absoluto. Nos toca disputarlo, y disputarlo con el ejemplo, y disputarlo también asegurando los recursos para que las comunas sigan creciendo.
Chávez decía a menudo que las comunas no pueden ser islas socialistas en un mar capitalista, que las comunas se tenían que entrelazar y que cuando una comuna se quedaba aislada en sí misma, esa comuna podía llegar a ser contrarrevolucionaria. Eso lo dice en el Aló Presidente Teórico número uno. Entonces, eso sería uno de los retos que nos encontramos en las comunas, ¿no? ¿Cómo ir articulando?
Y, bueno, en última instancia, el reto de mantener el objetivo estratégico de ir comunalizando la vida toda, que es un reto enorme. Porque no es otra cosa que construir el comunismo. No quedarnos en la construcción a pequeña escala. No somos autonomistas. Admiramos muchísimo a los zapatistas, pero este proyecto tampoco es un proyecto zapatista, el proyecto de las comunas es un proyecto estratégico para la sociedad toda, que debe reorganizar la sociedad toda. Y para llegar allí nos falta mucho.
Las perspectivas para el movimiento, para el movimiento comunal, pues, yo diría, que las más grandes y las más hermosas. La autodeterminación colectiva, la autogestión colectiva. Y para eso hay que trabajar mucho, hay que disputar y hay que seducir. Entonces, querría cerrar con el “Comuna o nada” de Chávez. Con esa reflexión tan importante del comandante, esa reflexión, pues, realmente encapsula lo que es una realidad muy urgente que vivimos la humanidad toda. Chávez dijo en su último gran discurso, el golpe de timón: “Comuna o nada”, o sea, podemos escoger entre la comuna o entre el fin de la vida, por la vía que vamos, porque el capitalismo es un modelo tan destructivo.
(*) José Ernesto Novaes Guerrero, Escritor y periodista cubano. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Coordinador del capítulo cubano de la REDH. Colabora con varios medios de su país y el extranjero.