Por Daniel Olesker(*)
Conocí a Renato en 1972.
Yo había ingresado a Facultad y a la agrupación del 26 de Marzo en 1971. En 1972 ingresó una barra grande y potente que venían del FER 68’. Renato era uno de ellos.
Sobre su sobrenombre, estaba ligado a un programa de televisión en que alguien no entendía un chiste y le decían “Renato, amigo mío”. Y nuestro Renato era un poco así, no los entendía.
Dados nuestros criterios de compartimentación, hasta muy adelante -yo, al menos- no sabía que se llamaba Julio César.
Fueron años de mucha militancia, Renato era un partidario de la agitación callejera y de las movilizaciones duras y se entusiasmaba con ellas. Está lleno de anécdotas de aquellos años.
Luego vino el golpe y mantuvimos la militancia clandestina y Renato fue un pilar. Siempre estaba de buen humor y daba para adelante. Siempre sonriendo.
Luego vino la cárcel y en jefatura, en esa primera etapa que no era fácil, siempre ponía la cuota de humor. Decía «vamos a salir pronto»
El cayó en la segunda tanda y sabía de nuestra caída y el riesgo de caer. Cuando cayó y le preguntamos porque no te fuiste dijo: «cómo iba a dejar a los compañeros»
Cuando llegabas a Punta Carreta siempre te hacían una joda. Renato llegó a la celda con Galgo y Martin Ponce. Y le dijeron: “mirá, Oterito (uno de nuestros guitarristas) me pidió que le afinara esta cuerda. Así que agarra de las dos puntas, bien estirado y lleválas a su celda sin que se te arrugue” Y allá fue Renato.
Compartimos celda con el Negro Viñas, algo que Renato siempre quiso. Admiraba al negro.
Salió poco antes que yo y el día de mi salida estaba en la puerta de jefatura esperándome. Y 4 días después me acompañó a buscar a Eli que salía ese día.
Había estado en la celda con el viejo Pío (Héctor Rodríguez) y al salir se encontró con su familia y terminó casado con Mirita. Fuimos, junto a Martin Ponce de León, testigos de su casamiento del que nacieron Emilio, Leandro y Laura.
Como frustrado jugador de Yale, le emocionaba el éxito de Emilio y Leandro. Y sobre todo estaba orgulloso de su actitud en la vida deportiva. Cuando Leandro asumió la presidencia de BUA (gremio de basquetbolistas) el Garza le dijo a Renato “Hijo de tigre”.
Al salir volvió a la militancia en el MLN y todos los recuerdan con el cariño de un tipo afectuoso y simpático. Cuando les avisé a varios de ellos, me dijeron que el ex Frente Juvenil del MLN le estaba organizando una fiesta sorpresa por el cumple de 70. Eso también muestra lo que sembró.
Compartimos rancho en bello horizonte y algunas vacaciones.
Fue un activo militante de los 90’ y con su compañera Silvia nos encontrábamos en las marchas, en los asados de crisol y en tantas jornadas militantes.
Silvia es de la salud y daba para conversar esos temas mientras trabajaba en la reforma de salud.
Siempre, a veces más serio, a veces irónicamente, siempre tenía algo para decir.
Desde hace 50 años me decía judío y lo mantuvo hasta las últimas veces que nos vimos.
En 50 años de militancia de las personas más querible con las que milité.
(*) Daniel Olesker es Economista, Magister en Economía, Docente Grado 5 en UdelaR, fue Ministro y Senador de la República