Más americanismo

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Por Carlos Laborde(*)

Es innegable el valor de la historia y cómo ésta marca casi de forma sutil el camino que naciones y pueblos van transitando a través del tiempo y de los tiempos.

Poco importa si son nuevas o por el contrario si los siglos vividos han hecho de ellas su paisaje terrenal, su impronta social, su identidad regional .

Hemos atravesado, a través de siglos vividos, varias etapas que la historia recoge con precisión meridiana. Hemos estado en diversas circunstancias atados o desatados a mandatos que, impuestos desde supuestos centros de poder, de poderes cuyos vínculos van tejiendo las tramas que desnaturalizan las supuestas independencias cuyas conquistas han significado regar con sangre no sólo su materialización sino su propia existencia en los sucesivos tiempos de su vigencia.

Las historias de las naciones latinoamericanas han pasado por sucesivos procesos de emancipación, algunos muy cruentos como todo lo vivido desde la conquista (El descubrimiento de América), otros de reconocimiento de derechos -aún hoy negados- en la tenencia de tierra, como las largas y sostenidas luchas de los Pueblos Originarios, o como el genocidio perpetrado contra la nación paraguaya en el vergonzoso episodio de la Guerra de la Triple Alianza.

A modo de síntesis tan solo señalo episodios que aparentemente aislados, dan cuenta sin embargo de una unidad que se cimenta en la historia, en el lenguaje, en la cultura, en la economía, en las construcciones de identidades sociales, y hoy con un grado de DEPENDENCIA de los grandes centros del poder económico corporativo que nos determina y nos ata a normas más allá de los designios de los gobiernos de turno.

Hoy se nos encomienda, desde esos centros de poder cuyas decisiones toman fuerza de ley de manera global, cuales serán las tareas que se asignan a los diferentes países, parece que nos hemos vuelto simplemente ADMINISTRADORES de los espacios que desde esos centros de poder se dictan, sin duda que los modelos productivos y las formas de producción vienen dictadas y ordenadas desde ese mundo de las finanzas paralelas.

Para esta América de hoy y para muchos de los países que la conforman, cuya común condición es el endeudamiento, el sub- desarrollo, el aumento exponencial de la miseria y la pobreza y de sus consecuencias inmediatas y futuras, las armas de la actual dominación que se utilizan desde los centros del poder y de sus gobernanzas, ya no son los cañones ni las metrallas ni los desembarcos militares ni las ocupaciones de los ejércitos extranjeros.

Esta América rica en recursos, pródiga en producción de materias primas, pero desestabilizada por la corrupción, la propaganda, los escribas serviles a los poderes de turno, por democracias debilitadas por los poderes económicos, donde el ejercicio del voto cada cuatro o cinco años enmascara poderes luego demagógicos, tiránicos y autárquicos, está siendo cautiva de los nuevos órdenes y de las nuevas órdenes del poder global y sus gobernanzas.

Hoy nos manda y regimenta “El grado Inversor ” , “El riesgo Pais ”, “El aumento o descenso del PBI” y las mil y quinientas gráficas y estadísticas de lo que hacemos o debemos hacer para de esa forma pagar las deudas externas, extremas y eternas y sus servicios doblemente respaldados por los documentos que muy alegremente se firman desde los cenáculos del poder, alegrándonos (como el burro que va tirando del carro para comerse la zanahoria) de como toman nuestros activos en el exterior, total, sino se paga igual nuestros recursos son la garantía encubierta de esas operaciones.

Es decir, nos hacen alegrar y festejar nuestra propia dependencia ya que vamos administrando con lealtad y “obediencia debida” sus órdenes y sus intereses.

Creo y quizás sea aspiración de muchos conformar estructuras político-institucionales que procuren establecer mecanismos no sólo de sana y buena administración sino de anticipada visión de aquello que progresivamente vamos perdiendo mediante la sutil penetración ideológico-cultural y económica-financiera. Creo en la necesidad de GOBERNAR, es decir determinar en todos los aspectos el quehacer nacional y verificar con rigor REPUBLICANO todo aquello que nos inunda en lo económico, que nos esclaviza como sociedad, que nos hipoteca como nación, que nos limita como individuos y que destruye los pilares de nuestro futuro al alienar nuestros hijos y nietos con la superficialidad de un mundo de fantasía y al mismo tiempo inexistente para estos modelos de sociedad.

Por lo expuesto creo en la necesidad de recrear los valores de una América unida, Bolivariana, Artiguista, solidaria, emancipada. Creo en los valores de una Patria Grande, por eso y para ello creo en los valores de la educación y en los procesos que nos hagan reconsiderar los modelos educativos siguiendo en la materia la idea de la gran escritora y docente Reina Reyes expresado en su obra “PARA QUE FUTURO EDUCAMOS ”

Sin duda lo del título de este escrito inspira estas reflexiones, por ello creo además en la imperiosa necesidad de recrear un Mercosur cada vez más interactivo, cada vez más ligado a la historia y a las necesidades de los pueblos que forman esta comunidad de Naciones. No pensemos que priorizando algún o algunos sectores de la economía Nacional se abrirán puertas que beneficien nuestras economías, no olvidemos además que detrás de un mundo en movimiento

-movimiento del cual no somos ni seremos parte- van comprometidos nuestros recursos y nuestra estabilidad ecológico ambiental y este aspecto es claramente un activo real de nuestras próximas generaciones.

A modo de finalizar lo expuesto y porque creo que es del caso en función de estas posturas este pensamiento del Martin Fierro, transcribo entonces uno de sus consejos cuando dice:

Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera, tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera”.

(*) Carlos Laborde es Docente, ex candidato a Diputado por el Partido Nacional en Fray Bentos, ex miembro de la Convención Nacional del Partido Nacional, ex integrante del Partido Nacional en Fray Bentos

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