Por Ricardo Pose (*)
La hegemonía que han logrado imponer los medios de comunicación hace prevalecer en el imaginario colectivo la disputa política gravitante de la sociedad norteamericana entre Demócratas y Republicanos, y aunque asomó en las últimas elecciones la presencia de Sanders como representante del progresismo yanquee, hay movimientos sociales y políticos de izquierda que sobreviven en los márgenes del sistema.
Obreros anarquistas norteamericanos generaron con su lucha y su martirio las recordaciones internacionales del primero de mayo; Juancito el rojo para los mexicanos fue el periodista John Reed que hizo las crónicas de la revolución soviética y mexicana; el también yanquee Dean Reed fue el autor del “No Nos moverán” emulando las canciones de la Revolución Española, tocando su guitarra en la caja de un camión lleno de militantes del flamante Frente Amplio de Uruguay en 1971.
Imposible no recordar toda la gloria del cine independiente norteamericano con sus películas denunciando la política de la Casa Blanca en Viet Nam, desnudando los planes de la CIA e impulsando los movimientos hippies, la lucha de los Pantera Negras y los movimientos antibelicistas.
En los últimos tiempos fue un anarquista yanquee quién saboteo los programas de IBM dando lugar al impulso del software libre.
Descripta esta breve crónica histórica, recurrimos al testimonio del militante social Camilo Álvarez que integra el Centro Martin Luther King Uruguay.
Compartimos la conversación con Álvarez llegado recientemente de un encuentro de formación para militantes sociales norteamericanos.
Empecemos por un pantallazo medio general del CMLK, cuáles son las actividades que vienen realizando.
Bien, el Centro Martin Luther King (CMLK) tiene en Uruguay un centro que básicamente se dedica a tres áreas de trabajo: una tiene que ver con la solidaridad internacional, otra tiene que ver con los diálogos interreligiosos y otra tiene que ver con la educación popular.
Es un centro, digamos, una organización social que se núcleo a partir de las distintas experiencias, núcleos que se van sumando a los distintos espacios.
Su origen es en Cuba, desde los años 80 está presente en Cuba, que nace a partir de la Iglesia Bautista en Cuba y es un centro que bueno, que se dedica a trabajar el tema de la solidaridad, la educación popular con un componente mucho más fuerte con la parte ecuménica; en Cuba si tenemos una relación como bien fuerte con ellos también, pero es en los únicos dos países que está presente así, con estas características. (Cuba y Uruguay)
Después en otros países hay centros pero no vinculados a este relacionamiento que nosotros tenemos.
¿Cuánto hace que está funcionando en Uruguay?
El centro viene trabajando desde el 2014, y es el área de educación popular, digamos la que ha trabajado durante más tiempo, está más robustecida.
Estamos trabajando en proyectos del 2016-2017.
Contame un poco del encuentro en Estados Unidos
Nos convocaron a dirigir un proceso de formación de organizaciones sociales y comunitarias en Carolina del Norte, EE.UU.
Son organizaciones que están trabajando distintos temas vinculados a los derechos civiles, a las cuestiones migratorias, a la vivienda, al consumo justo.
Fue una propuesta de formación de una semana, donde estuvimos trabajando con los líderes de estas organizaciones, con los referentes de las organizaciones en esta línea de educación popular y de fortalecimiento de las organizaciones.
Se tiene la idea muy general de que en EEUU todo medio que se disputa entre demócratas y republicanos, entonces lo que te quería preguntar es cuál es el rol y cuál es un poco la dinámica y la actividad de estas organizaciones sociales y que peso tienen dentro de la comunidad de EE.UU.
A mí me asombró bastante, digamos, se puede decir para bien, en términos de que muchas veces la lectura que uno puede hacer a la distancia termina resumiéndose en esa cuestión de Montesco y Capuleto, entre demócratas y republicanos.
Y la verdad que la red de organizaciones sociales y comunitarias que hay, que tienen acciones concretas en los barrios, si bien están lejos de la incidencia masiva o estructural de la sociedad, sí en términos locales y comunitarios tienen un despliegue bien interesante incluso de posiciones y de acciones que uno no se las imagina, por lo menos en EE.UU.
Donde además también lo que lo que pudimos notar es que el retroceso en los derechos civiles es tremendo, los problemas vinculados a las deudas estudiantiles son brutales.
Y por otro lado, esta lógica que se da de fragmentación entre gente que tiene por ahí los mismos intereses pero que están ubicados en agrupaciones o en agrupamientos distintos, como por ejemplo los inmigrantes por un lado, los movimientos afro por otro, bueno, los propios movimientos que llevan adelante los estadounidenses.
Esa lógica de la fragmentación también hace que tengan un peso muy relativo en la estructura y que tengan un alcance más masivo en su radio de acción.
Supongo que también involucra a la importante comunidad latina que hay en EEUU.
Sí, que ahí tiene también dos factores, porque en realidad, por un lado está las consecuencias que tienen los latinos cuando se mueven y que cualquier barrera, digamos, de inspección que le pongan cerca puede generar que por no tener la documentación sean deportados.
Y por otro lado, que también muchos de los que van, van con la idea del sueño americano y que el sueño americano implica, entre otras cosas, mirar a América Latina como el patio trasero.
Entonces esa carga en el imaginario y en la subjetividad también está presente y es de las cosas que están trabajando muchas organizaciones.
También vinculaba cómo generar procesos de concientización de los propios latinos que están ahí, que puedan ver la sociedad y activarla desde otro lugar.
¿Y cómo se posicionan en términos generales estos movimientos sociales con respecto a la política exterior de EEUU?
En general muy crítico con la posición de EEUU, vinculado ahora por ejemplo con el conflicto en Palestina.
Y muy críticos en general también con esta normalización de EE.UU saliendo a vender una democracia perfecta o a imponer una democracia perfecta en otros países cuando ahí adentro la cosa está complicada.
Entonces eso me pareció algo muy interesante también, el posicionamiento que tienen y el activismo que llevan adelante también para favorecer otros intentos también en términos de incidencia con algunos factores políticos que si bien se arriman a estos movimientos, también queda claro que no tienen espacio de incidencia ellos mismos adentro del sistema.
Me queda claro que son movimientos sociales y que bueno, que hay un perfil claramente marcado, pero de alguna manera ¿cómo esto colabora en un proceso de acumulación progresista o de izquierda dentro mismo de EE.UU?
Yo creo que ahí tocaste como una fibra que es fundamental, porque por un lado a muchos de estos movimientos les cuesta verse reflejado, por ejemplo, el movimiento latinoamericano, y por otro lado también a muchos movimientos latinoamericanos les cuesta poder reflejarse en el movimiento que está adentro de EE.UU.
Entonces por momentos siento que se da como una doble exclusión y si hay que fortalecer un diálogo inmediato, digamos, con este movimiento y después por otro lado los posicionamientos que ellos tienen.
Ni que hablar los migrantes con lo que sufren en muchos de los países de origen, pero además también la posibilidad que da hoy las redes de conocer un montón de cosas que pasan, permite conocer también que los problemas que están teniendo ahí son problemas comunes en otros países.
También se vio que en esta posibilidad de comentar experiencias que suceden en América Latina, también a muchos de ellos les permitió enfocar sus posibles lazos con organizaciones más de América Latina y bueno, permitir correr esa mirada que ellos tienen como muy puesta en algunos procesos de Europa a la realidad de América Latina.
(*) Ricardo Pose, Ricardo Pose es Periodista en Caras y Caretas, Presidente sector Prensa Escrita (APU). Columnista en Mate Amargo, CX 40 Radio Fénix, Radio Gráfica, Tierra de periodistas Rocha FM, Notero en Telesur y tvg China