Erosionadas las capacidades disuasorias de Biden y Netanyahu en Medio Oriente
Por Carlos Fazio (*)
En una impresionante exhibición de destreza militar, al filo de la medianoche del sábado 13 de abril, el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán (CGRI) llevó a cabo una operación híbrida sin precedentes contra tres objetivos castrenses de Israel en los territorios ocupados de la Palestina histórica, en respuesta al ataque terrorista del régimen de Benjamín Netanyahu contra el consulado iraní en Damasco, capital de Siria, el pasado 1 de abril, con saldo de 16 personas asesinadas, entre ellas dos generales expertos en contraterrorismo.
Denominada Promesa verdadera, la acción de retaliación iraní tuvo un carácter limitado y proporcional a la agresión israelí que violó de manera flagrante la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, y se dio en el marco del Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas y en el ejercicio de su derecho a la legítima defensa, en momentos en que el Estado canalla sionista continúa con sus acciones ilegales, genocidas y de castigo colectivo contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza. Según el presidente de Irán, Ebrahim Raisi, la operación materializó la promesa del líder de la Revolución y de la República Islámica, el ayatolá Alí Jamenei, de “abofetear” al agresor israelí. Desde la perspectiva iraní, el ataque al consulado fue una línea roja que, de no ser respondida, borraría cualquier noción de disuasión, abriendo la puerta a acciones militares israelíes aún más descaradas, incluidos ataques directos a Irán.
De acuerdo con funcionarios israelíes citados por medios occidentales como CNN, AP, Reuters y The New York Times, Irán lanzó 185 aviones no tripulados (drones), 36 misiles de crucero y 110 misiles tierra-tierra, la mayoría de los cuales fueron derribados por los sistemas de defensa aérea de Israel y Estados Unidos sobre el espacio aéreo sirio, con apoyo de la aviación del Reino Unido y Francia, y baterías antiaéreas de Jordania en su espacio jurisdiccional. Israel tiene una red de defensa aérea de múltiples capas (Patriot, Cúpula de Hierro, Honda de David, Arrow y Flecha 2 y 3), que incluye sistemas capaces de interceptar una variedad de amenazas, incluidos misiles de largo alcance, misiles de crucero, drones y cohetes de corto alcance.
Aunado a lo anterior, cabe citar una declaración del portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel, Daniel Hagari, según el cual durante los últimos seis meses (es decir, desde que comenzó su campaña genocida en la Franja de Gaza) el régimen de Tev Aviv ha estado “operando en estrecha coordinación con sus socios (de la OTAN), encabezados por el Mando Central estadunidense, el Reino Unido, Francia y otros países”. El militar detalló que “Francia dispone de muy buena tecnología, aviones, radares”, y que sus fuerzas “contribuyeron a patrullar el espacio aéreo” durante el ataque iraní. A su vez, el general Erik Kurilla, jefe del Comando Central del Pentágono, estuvo en Israel durante el fin de semana anterior codirigiendo la defensa aérea con el alto mando militar israelí.
Sin embargo, la simultaneidad de ataques híbridos tipo enjambre de Irán, dificultó las posibilidades de defensa, incluso con los sistemas de EU emplazados en su enclave israelí y en su red de bases militares en Medio Oriente, y hacia la medianoche del sábado 13 de abril el cielo se pintó de rojo en Israel, desnudando una vez más, como ocurrió con la Operación Inundación de Al Aqsa de Hamas el 7 de octubre pasado, el mito de la capacidad de disuasión estratégica de EU, Israel y la OTAN en la subregión.
El ataque proporcional y limitado de Irán tuvo como objetivo principal la base aérea de Nevatim, la más importante de Israel en el desierto de Neguev, al sur de la Palestina ocupada, desde donde despegaron los aviones del régimen sionista para atacar la sección consular de la embajada iraní en Damasco. En sus atentados contra Irán, Israel ha usado drones, misiles de crucero y cazas F-35. Por lo tanto, la CGRI utilizó equipos similares durante su operación de retaliación; además, el ataque fue contra la principal base israelí que alberga los aviones furtivos F-35. Otro objetivo fue infundir temor en los territorios ocupados, y enviar el mensaje de que Irán puede “infligir grandes daños y arrasar esa tierra, si lo deseamos”.
Siguiendo la evolución del ataque desde el primer momento a través de la cadena CNN en español, fue patético ver al veterano corresponsal sionista José Levy −contumaz propagandista de las matanzas de Israel en Medio Oriente los últimos 40 años en medios mexicanos como los consorcios Televisa y Grupo Fórmula−, trasmitir en tiempo real desde su bunker en Jerusalén, con una mezcla de histrionismo e histeria, el tiempo de vuelo de los artefactos lanzados por Irán: los drones de 6 a 7 horas; los misiles cruceros 2 horas y los misiles balísticos, 12 minutos. A medida que avanzaba el reloj, otras cadenas difundieron imágenes sobre el estado de pánico extremo e incluso llanto de los colonos supremacistas israelíes cercanos a los eventuales lugares de los impactos. A pesar de la férrea censura del alto mando militar israelí, esas dramáticas imágenes confirmaron que la multicitada Cúpula de Hierro y los sistemas de interceptación de EU no pudieron impedir a los misiles iraníes alcanzar sus objetivos, y fallaron en su propósito de proteger las instalaciones militares sionistas. Después, publicaciones de periodistas israelíes mostraron varios misiles mientras alcanzaban objetivos militares en el Neguev, desde donde partió el ataque hacia el consulado de Irán en Damasco.
Las distintas fases de la Operación Promesa verdadera
Debido a que la operación de retaliación había sido anunciada desde el 3 de abril, militarmente Israel tenía condiciones favorables de defensa. De allí que el comandante de la Guardia Revolucionaria, general Hossein Salami, dijera que superar los sistemas de defensa sionistas y estadunidenses en la región y alcanzar los blancos designados no fue una cuestión fácil; pero los planes militares iraníes fueron creativos y lograron penetrar las distintas capas de los sistemas de defensa antimisiles israelíes y de sus aliados. De acuerdo con las estimaciones, Irán lanzó los drones desde múltiples ubicaciones y a distancias de entre mil y mil 500 kilómetros.
La Operación Promesa verdadera iraní contó con varias fases. Según reportó el canal satelital Pan-árabe Al Mayadeen citando como fuente a PressTV, los ataques con drones y misiles fueron precedidos por una serie de ataques cibernéticos contra la infraestructura eléctrica y los sistemas de radar del régimen sionista, los cuales provocaron apagones masivos y obligó a cerrar el espacio aéreo sobre los territorios ocupados.
Alrededor de las 23:00 horas de Irán, la división aeroespacial de la CGRI lanzó su operación militar de represalia contra el régimen sionista. La primera oleada incluyó docenas de drones kamikazes Shahed-136, una munición merodeadora con forma de ala delta, poco observable y de baja señalización, con un alcance de dos mil kilómetros y que posee una ojiva de 50 kilogramos. El dron tiene una velocidad de unos 200 km/h, por lo cual necesitó un vuelo de unas cinco horas antes de llegar a su objetivo. Tras la primera oleada, sucedieron otras tres a intervalos de media hora. En total lanzaron entre 400 y 500 drones.
Según el periódico británico Financial Times, el enjambre de aviones no tripulados fue diseñado para explorar las respuestas de Israel y EU, y rastrear las ubicaciones y rutas de sus activos defensivos. La siguiente fase fue el lanzamiento de una serie de misiles balísticos y de crucero. Al respecto, hay que tomar en cuenta que desde 72 horas antes todas las capacidades de combate militar (desde los sistemas de defensa hasta los aviones de guerra) del régimen israelí y su patrocinador, EU (y también, como se supo después, la aviación del Reino Unidos y Francia en la subregión), estaban movilizadas al 100% para contrarrestar los ataques de Irán. El punto es que la mayoría de los misiles de crucero, drones suicidas e incluso misiles balísticos fueron disparados con el objetivo de saturar los sistemas de defensa aérea, y objetivos predeterminados fueron alcanzados por otra serie de misiles balísticos que atravesaron las defensas del régimen israelí.
De acuerdo con expertos militares, la ofensiva de la noche del 13 a la madrugada del 14 de abril fue sólo una ola de ataque, y las posteriores oleadas de ruptura y destrucción no se llevaron a cabo. En la dimensión militar convencional, ese tipo de ataques se llevan a cabo en varias oleadas para lograr una eficacia definitiva y real. En los momentos finales de los ataques iraníes, cuando la primera oleada de ataques se acercaba a su fin, los sistemas de defensa aérea del régimen israelí comenzaron a experimentar saturación, y fue en ese momento que algunos de los misiles balísticos, al atravesar la barrera defensiva, impactaron las bases aéreas de Nevatim y Ramon. Ese era el momento en que la segunda, tercera y posteriores oleadas deberían haberse llevado a cabo para destruir los objetivos, pero Irán, en el verdadero sentido de la palabra, se “contuvo”. La razón: el objetivo del ataque de “ola única” era enviar un claro mensaje de advertencia al régimen israelí (abofetearlo, según el ayatola Jamenei), y a EU y la OTAN, para que comprendieran la capacidad militar de la República Islámica. De allí que no hay que dejarse engañar por las mentiras y la propaganda de los funcionarios israelíes y los medios occidentales sobre la falta de éxito del ataque iraní.
Blancos impactados
El sitio web Press TV apuntó que los objetivos principales eran bases militares del régimen de ocupación sionista, desde los Altos del Golán hasta el desierto del Negev. Y todo indica que al menos siete misiles hipersónicos impactaron la base aérea de Nevatim, conocida como Hatzerim, ubicada a mil 100 km de territorio iraní y a 15 km al sureste de la ciudad de Beersheba, en el desierto de Negev. Como se dijo arriba, la base alberga aviones de combate furtivos F-35 utilizados en el ataque terrorista sionista contra el consulado iraní en Damasco, además de unidades de F-15 y F-16, y grandes almacenes de armas sofisticadas. La agencia estatal de noticias iraní IRNA consignó que misiles Kheibar Shekan, con un alcance de mil 450 kilómetros y una ojiva de media tonelada golpearon dicha base. El canal 12 de la televisión israelí confirmó que siete misiles impactaron en la referida base. Según voceros de Israel, la instalación militar sufrió “daños menores”.
Fuentes iraníes señalan que también habrían sido impactadas una base militar secreta del Mosad (los servicios de inteligencia y espionaje de Israel) en Jabal al-Sheikh, ubicada en el Monte Hermón, al norte de los Altos del Golán y la base aérea de Ramon, otra importante base militar en el Negev, cercana a la clandestina planta nuclear de Dimona. Asimismo, se menciona que fue alcanzado un edificio del Mosad en Tel Aviv. Ninguna ciudad o asentamiento de supremacistas israelíes fue objetivo de los ataques iraníes, y no se registró ninguna víctima mortal. Medios de prensa israelíes reconocieron que el ataque iraní fue “el más coordinado y concentrado en la historia de la seguridad mundial”, con el uso de misiles de gran precisión.
Si bien el Ejército iraní proporcionó pocos detalles sobre qué armas se utilizaron en el ataque masivo, medios locales sugirieron que empleó muchos de sus sistemas avanzados. Pero la información no es todavía precisa. Según el sitio IslamWorldNews, se utilizaron docenas de drones kamikaze HESA Shahed-136, económicos y rentables; misiles de crucero simples y misiles Rezvan de propulsor líquido de bajo costo, que se almacenaron en grandes cantidades y permanecieron sin uso durante mucho tiempo. De hecho, esos armamentos se utilizaron principalmente para saturar los sistemas de defensa aérea, y entre ellos, también se utilizaron algunos misiles de propulsor sólido como Haj Qasem y Kheibar Shekan, de mediano alcance y con una carga útil de media tonelada. A diferencia de otras versiones, el medio niega que se hayan utilizado poderosos y avanzados misiles hipersónicos iraníes, como los tipos Fattah 1 y 2, con un alcance de 1.400 kilómetros y con capacidad de evadir las defensas aéreas debido a su alta velocidad y maniobrabilidad o el misil Khorramshahr, con alcance de 2.000 kilómetros y está equipado con una ojiva altamente explosiva que pesa 1.500 kilos.
Balance de costos: ataque vs. defensa
Con la información militar conocida hasta ahora, se puede afirmar que los misiles iraníes lograron sortear varias capas de defensa aérea israelí y estadunidense, incluido el sistema Terminal de Alta Altitud de Defensa (THAAD) del Pentágono en Jordania y el SM-3 (RIM-161 Standard Missile 3) utilizado en buques de la Armada de EU en el Mediterráneo, lo que se considera el nivel más alto al que puede estar expuesto un ataque con misiles. Esos datos confirman que la famosa “cúpula de hierro” resultó no ser inexpugnable y, por el contrario, se mostró altamente costosa para Israel.
Según FieldMarshal, el costo aproximado para Irán se estima de la siguiente manera: 110 misiles balísticos: entre 30 y 50 millones de dólares; 45 misiles de crucero: entre 4 y 7 millones de dólares, y 170 drones Shahed: entre 4 y 5 millones de dólares. Lo que da un total aproximado de entre 38 y 62 millones de dólares para Irán.
Por otro lado, los costos israelíes resultan asombrosamente altos: considerando un número estimado de 300 a 400 aviones que probablemente estuvieron en operación durante 4 a 10 horas, con un costo promedio por hora de 30 mil a 40 mil dólares, el costo sería entre 50 y 160 millones de dólares. A su vez, el costo de interceptar misiles de crucero y drones suicidas: entre 100 y 150 millones de dólares, y el costo de interceptar misiles balísticos, entre 500 y 700 millones de dólares. Teniendo en cuenta los daños estimados causados por los misiles balísticos, entre 100 y 500 millones de dólares, el régimen israelí ha incurrido en un total de 750 millones de dólares en el escenario más pesimista, o mil 500 millones de dólares en el escenario más optimista.
Esa suma millonaria financiada por EU e Israel, fue “sólo por soportar una noche de ataque y por repeler una ola de ataque”. Por lo que si las batallas continuaran sólo unos días, la economía del régimen israelí quedaría paralizada. Eso ejemplificaría que Israel no tiene la capacidad de entablar una guerra de largo plazo con Irán.
Biden dijo “no lo hagas”, pero Irán cruzó la raya
Aún antes de que los últimos misiles llegaran al espacio aéreo de los territorios árabes ocupados, la Misión Permanente de Irán ante la ONU señaló en un mensaje en X que el “asunto” podía “considerarse concluido”. Sin embargo, agregó que “si el régimen de Israel comete otro error, la respuesta de Irán será considerablemente más severa”. Además, advirtió a Washington que debía “mantenerse alejado” del conflicto y que Teherán dará una respuesta “dura y simétrica” a toda acción emprendida contra Irán desde cualquier territorio del mundo. Asimismo, Irán señaló que el ataque masivo sucedió después de más de 10 días de “silencio y negligencia” por parte de organismos internacionales, especialmente del Consejo de Seguridad de la ONU, al que acusó de no haber condenado la agresión israelí en contra del consulado de Teherán en Damasco.
Quedó en evidencia que Israel necesitó del apoyo del Occidente colectivo y de países árabes aliados para defenderse. Como se apuntó antes, en un conflicto abierto esa estrategia no es viable ni sostenible por mucho tiempo. La fragilidad del régimen sionista quedó exhibida. Según indicaron medios en Tel Aviv, Israel fue sometido a una humillación sin precedentes, e Irán, en su respuesta, demostró audacia, potencia de fuego y practicidad; para el Canal 14, la respuesta iraní fue la más severa en cuanto a importancia y contexto desde la creación del Estado en 1948.
La bofetada prometida por el ayatola Jamenei al régimen de Netanyahu y sus aliados representa un momento de cambio radical en la geopolítica de Medio Oriente: el establecimiento de una disuasión iraní que afecta tanto a Israel como a EU. Al dejar establecida una nueva dimensión basada en la proporcionalidad y la reciprocidad, Irán modifica la ecuación de fuerza y las normas para entablar el combate en la región. Aunque la amenaza de una contra-represalia israelí contra Irán ha sido anunciada de manera reiterada por el alto mando militar israelí hasta el cierre de esta edición de Mate Amargo, el hecho es que el objetivo político subyacente del primer ministro Netanyahu en el transcurso de los últimos más de 30 años, a saber, arrastrar a EU a una guerra con Irán, ha sido puesto en jaque mate por la República islámica, una de las principales naciones exportadoras de petróleo que forma parte del BRIC ampliado desde enero pasado y mantiene una alianza estratégica con China y Rusia. De allí que el hecho de que Irán haya establecido una postura de disuasión creíble sin perturbar sus principales metas y objetivos políticos, es la definición misma de victoria. Con un agregado: el vicecanciller iraní, Alí Bagheri Kani, le dijo el lunes 15 a la televisora estatal, que la respuesta de Teherán a cualquier acción retaliatoria israelí se dará en “segundos, ya que Irán no esperará otros 12 días para responder”.
El inminente ataque iraní el sábado 13 de abril, obligó al presidente de EU, Joe Biden, a suspender su estancia en su residencia de playa y teatralizar una reunión en su “cuarto de guerra” en la Casa Blanca. Cuando en una breve conferencia de prensa le preguntaron qué le diría a Irán en relación con un ataque a Israel, él respondió: “No lo hagas”. Pero Irán “lo hizo”. Ergo, junto con la israelí, la disuasión del jefe del imperio ya no funciona y el llamado orden basado en reglas continúa erosionándose.
(*) Carlos Fazio, escritor, periodista y académico uruguayo residente en México. Doctor Honoris Causa de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Autor de diversos libros y publicaciones