Venezuela: ¡Eso si que fue fiesta de la democracia!!!

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Por Gabriela Cultelli

Luchando, creando

Poder Popular”

La vieja consigna nos vino enseguida a la memoria y aquella canción de Daniel Viglietti que haciendo referencia a Chile (esta vez por Venezuela) decía:

Queremos todo lo siempre ajeno

Lo nunca nuestro lo tomaremos”

Una mujer nos decía que esta nueva consulta popular era el “proyecto más hermoso” porque realmente les daba la posibilidad de demostrar que si eran capaces de gobernarse, de ejecutar sus propios proyectos, de que “en Comuna se vive mejor”, que se puede hacer realidad el “Estado Comunal de bienestar Colectivo”, porque “Comuna es Socialismo”. Y continuaba explicándonos que ya no era en “las oficinas”, “ahora somos nosotros: obreros y obreras, estudiantes, deportistas, trabajadoras de la educación”. Se estaba refiriendo al nuevo proceso comenzado un tiempo atras en la región de Miranda, y que el domingo 21 pasado, se extendía por primera vez en ese formato a todo el país.

Se trata de una especie de presupuesto participativo. Digo una “especie” porque en realidad es diferente. Venezuela ya pasó por la experiencia de presupuesto participativo, y ahora hace una apuesta de gobernanza comunal mucho más fuerte. La primera y segunda etapa son similares, o sea, primero se elaboran unos 7 proyectos por Consejo Comunal, presentados y discutidos en asamblea, y el domingo se votaba entre ellos. Estos proyectos tenían que tener la característica de ponerse en funcionamiento en el corto plazo y resultar de gran impacto para la comunidad. Lo novedoso vendría después.

Una vez que millones de venezolanos y venezolanas mayores de 15 años, eligieron en cada comunidad este domingo, el proyecto más votado lo ejecutará la propia comuna, además de ejercer el control sobre el mismo. Esto implica, manejar los dineros necesarios que el Estado depositará en cuenta del propio Consejo Comunal, así como los materiales, equipamientos e insumos que el Estado pueda poner a disposición de la comuna para llevar adelante el proyecto y de acuerdo a sus características. Implica además ejecutar el proyecto con mano de obra de la propia comunidad. Implica controlar la efectiva realización de la obra en cuestión. Ahora no es una empresa o una oficina, ahora son ellos y ellas, y sobre todo ellas, porque las mujeres venezolanas marcaban presencia más masiva, fenómeno a la vista de cualquier observador. Las vocerías, pues allí son voceras de la comunidad, no representantes, son mayormente ocupadas por ellas, lo mismo que las jefas de calle, y otras instituciones populares de poder. Ellas si que se “empoderan”, porque se apoderan del futuro.

Nos hablaban del vecindario, de los proyectos sometidos a votación. Un vecino nos contaba de la panadería que nos señalaba, decía que era socialista y no lo sabía, porque aportaba 200 panes diarios a la Comunidad, a aquella Comuna de barrio humilde. Nos mostraban muchachitos jugando en una cancha de basquetbol y nos explicaban que ese lugar antes lo  administraba una empresa, pero que ellos lo ocuparon por estar en el espacio público y ahora es de la Comuna.

Allí estuvimos con Carmen, con Rosa que nos comentaba que “en lo político, en lo social Venezuela vive de elección en elección”. Hablamos con Mariana Blanco, esta última de tan solo 15 años, que cuando le preguntamos si había venido a votar con su mamá nos dijo que sí, y cuando le preguntamos por qué esta vez le había hecho caso a su mamá y otras no, se sonrió y nos dío una verdadera clase de democracia popular y de la necesidad e importancia del proyecto que ella había votado… fotos pidió varias, y luego ella misma escogió una que aquí cumplimos publicándosela. Era la primera vez que votaba y estaba feliz.

Los proyectos sometidos a votación eran múltiples: saneamiento, cañerías de gas, muros de contención para evitar derrumbes en la montaña, espacios deportivos y culturales, pasajes peatonales, calles, reparaciones de plazas, de ascensores, edificios públicos, construcción de escuelas, casas de cuidados para la tercera edad. En estos dos últimos casos nos surgio la duda sobre quién pondría luego los recursos humanos necesarios, así como el equipamiento y una vez terminada la obra. La respuesta fue la Comunidad y el Estado, pues también existía la posibilidad de abarcar proyectos mixtos en este sentido.

El baile se nos presentaba a cada rato y en el mismo lugar de votación, en algún patio o salón que lo hiciera posible, eran niñas y niños, jóvenes que nos recibían felices.

 

Nos contaron de múltiples planes y programas, del “proyecto fachada” de larga data y muy parecido a lo que fuera el plan juntos nuestro, de la compañera que tuvo el permiso para construir arriba de la escuela, con la ayuda de la comunidad y sus 2 hijos que fueron los primeros en cargar los materiales que les “dio Maduro” al decir de ellos.

En otra Comuna, Reyna decía que “Venezuela tenía las puertas abiertas para todos los que quieran venir a ver” porque se trata de una democracia “participativa y protagónica”, porque es “el poder popular empoderado”, tal vez la frase que mejor expresa lo allí vivido.

Fueron 7 centros de votación visitados en 5 Comunas de Caracas. Subimos a los barrios de los cerros, empinados y con escaleras interminables. Nos saludábamos, cantábamos, coreabamos consignas “Comuna o nada” y tantas otras por aquellas calles populares. Al final bailamos todas y todos… eso si que fue una fiesta de la democracia… de la democracia del pueblo.

 

(*) Gabriela Cultelli, Licenciada en Economía Política (Universidad de La Habana), Mag. en Historia Económica (UdelaR), escritora, columnista y co- Directora de Mate Amargo. Coordinadora del Capitulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (REDH)

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