Por Carlos Pereira das Neves(*)
A 5 años de tu desaparición física, habiendo tantas y tantos compañeros que recorrieron mucho más camino con vos, acá estoy escribiendo y encontrando semejanzas filosóficas con uno de tus nombres de yuto.
No sabría decir si el nombre lo elegiste consciente de las virtudes de ese filósofo griego llamado Zenón de Elea, cuya originalidad consistió en la ejercitación formal de la dialéctica al punto que Aristóteles lo llamó el inventor de la dialéctica. Su aporte a la historia de la filosofía fue, sobre todo, metodológico. Y, a pesar de que no se conoce mucho más de su pasar -como suele suceder con los filósofos presocráticos-, si se sabe que tuvo una gran actividad política y apoyó el derrocamiento del tirano eleata Nearco o Diomedón.
Repaso los ámbitos compartidos, las discusiones, las charlas de formación o las conversas informales cuando te pasabas todo los campamentos de la gurisada como uno más. Insistías con el método, con la formación y con la práctica. Tus 18 años de militancia en el Partido Socialista que solías repetir, apurando nuestros cálculos sobre a qué temprana edad ya te sumabas a la lucha por cambiar la realidad, tan tiránica como la propia tiranía que había que combatir sin importar las renuncias que demandara.
De pura lógica tendría que pensar que estabas al tanto de esas semejanzas. Esa misma lógica con la que intentabas explicar como se desarmaba y se volvía armar desde un reloj a un fierro, o con la que definías tu apoyo crítico a la etapa progresista, o con la que volvías a releer a Erich Fromm y su “Miedo a la libertad” en tu supuesto “reposo de guerrero” o “retiro a cuarteles de invierno”. ¡Qué revuelo que armaste viejo! Propios y ajenos salieron a jubilarte de apuro, ¡mirá si te ibas a dar ese lujo!
Pero no voy a entrar en ese lugar común, parte del enredo en el que estamos también tiene que ver con ese desvío patrimonial con el que usamos la memoria de nuestros compañeros. Sería anacrónico, como mínimo, determinar tu posición frente a una multiplicidad de acontecimientos analizados individualmente y a partir más de la necesidad de tener razón que de cambiar la situación. Siempre hablaste con todos, discutiste con todos, formaste y te aprestabas a seguir formándote con los conocimientos específicos de quienes andaban en la vuelta…veteranos o gurises, técnicos o militantes. Y las diferencias que estableciste nunca fueron personales sino por lo que representaban, consciente de los límites del proceso, consciente del enemigo de clase y los espejitos de colores del sistema.
Estas pocas líneas son para volver a traerte al ruedo, con cariño por el compañero y el símbolo de un colectivo, con un poco de vergüenza también, con la necesidad de alumbrar otras discusiones o las mismas discusiones pero sin tanto miedo/corrección/cálculo.
Julio Marenales, Zenón, “Viejo Julio”
PRESENTE
(*) Carlos Pereira das Neves es escritor, columnista y co-Director de Mate Amargo. Coordinador del Colectivo Histórico “Las Chirusas” y miembro del Capítulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (RedH)