Por Geraldina Colotti (*)
“Mira hacia tu futuro”. Con este lema, acompañado de un cartel que muestra a un soldado empuñando un rifle, listo para la guerra, el ejército italiano realiza propaganda en las escuelas, involucrando también a los alumnos de primaria en visitas a los cuarteles y en juegos de guerra.
Una señal más de la dirección ideológica que quieren dar a la sociedad italiana gobernada por la extrema derecha, cuyo camino ha sido preparado por décadas de adhesión a las políticas de guerra de la OTAN, también por parte del “centro-izquierda”. Para fomentar la reconversión de la economía por la guerra, y la consiguiente “filosofía” para hacerla aceptada por toda la sociedad, se han producido giros autoritarios y verticalistas en las decisiones institucionales, que han despojado cada vez más al parlamento (de todo modo gobernado en mayoría por la derecha) de sus funciones.
Los informes que “justifican” con razones de seguridad nacional el creciente gasto militar para financiar las misiones de Italia en el extranjero, en Europa y, sobre todo, en el marco de la OTAN, terminan para mostrar que, en realidad, siguen los intereses estratégicos de la Alianza Atlántica, en el contexto del conflicto en Ucrania y del contraste a China. Italia se encuentra en el centro de varios focos de crisis, empezando por la zona del Gran Mediterráneo. Una área comprendida entre el eje Gibraltar-Golfo de Adén, Oriente Medio y la costa norte del Mediterráneo.
Una arteria que, con la duplicación del Canal de Suez, conecta el Indo-Pacífico con el Atlántico, y por la que pasa un tercio del comercio marítimo mundial. A Italia se le ha confiado el mando táctico de la misión Aspides, enviada al Mar Rojo para contrarrestar las acciones de las milicias hutíes yemeníes, que se oponen al genocidio de los palestinos e intentan impedir el tránsito de los barcos que comercian con el régimen sionista. Esta operación costará oficialmente a los italianos casi 43 millones de euros para todo 2024.
En total, Italia participa en 9 misiones en el contexto de la OTAN, 9 en el contexto europeo o de la Unión Europea y 5 en el contexto de la ONU. A estos hay que sumar otros 3 que actúan dentro del sistema de coalición. Los 10 que quedan, a los que hay que sumar el de Yibuti y el del Golfo Pérsico, que suponen un compromiso especialmente logístico y en cuanto a bases militares, se desarrollan en territorio nacional. En conjunto, entre las renovadas y las aprobadas, las misiones militares en el exterior tienen un impacto económico de 1.492 millones de euros, frente a los 1.313,1 millones de 2023.
Desde que se abolió el servicio militar obligatorio, en 2004, las ventajas de participar en misiones militares en el extranjero se han vuelto decisivas para alentar a muchos jóvenes a unirse al ejército u otros cuerpos militares. De hecho, un soldado puede ganar mucho dinero, comenzando inmediatamente con un salario de 2 mil euros brutos. Se puede ganar desde un mínimo de 17.500 euros brutos anuales que percibe un Primer Cabo Mayor hasta los 26.000 euros brutos anuales que percibe un Teniente Coronel Mayor.
A esto hay que sumarle el salario diario adicional si va a l’extranjero. Por ejemplo, para una misión en el Líbano se recibe una asignación diaria más alta (130 euros por día) que para una misión en Kosovo (80 euros por día), en Letonia (80-90 euros por día) y en Afganistán (120 euros por día). El salario y las asignaciones diarias son dos beneficios separados. Un soldado en misión recibe dos salarios, de diferentes organismos, ya que uno lo paga el Estado, mientras que el otro lo paga la OTAN o la ONU, en función del destino de la misión.
La campaña de reclutamiento tiene más éxito en el sur de Italia, donde la presencia de bases militares de la OTAN es mayor y donde las oportunidades laborales para los jóvenes son casi inexistentes. En los últimos cinco años, los salarios reales han caído mucho, en particular los salarios de los jóvenes en el sector privado han caído a medias cada vez más bajas, alcanzando los 9.546 euros al año para los menores de 24 años, mientras que la vida independiente sigue siendo la mayor demanda entre los jóvenes (65,7%), con un porcentaje cada vez mayor entre las chicas.
El sur de Italia registra tasas de desempleo juvenil significativamente más altas que el norte, la capacidad de los jóvenes para acceder a oportunidades laborales estables es mucho más reducida, y el salario promedio anual es significativamente más bajo. Desde 2018, tanto en el sector privado como en el público (donde la retribución juvenil representa una vez y media el del sector privado), considerando la inflación, se ha producido una fuerte disminución del poder adquisitivo.
Una persona que vive sola, en Italia, gasta una media de 800 euros al mes, incluyendo el alquiler y los gastos obligatorios como agua, electricidad, gas y la compra de alimentos, sin incluir transporte, imprevistos, entretenimiento y extras diversos. El gasto mensual medio de las familias italianas ronda los 2.571 euros y el impacto más significativo se produce en el gasto en vivienda, transporte y alimentación. El salario promedio de un obrero con empleo fijo (en Italia no existe salario mínimo) es de 1.500 euros al mes; y además, tener un trabajo fijo se está convirtiendo cada vez más en una quimera.
Debido a la creciente inestabilidad en el mercado laboral, donde el empleo precario supone 41 % de menores de 35 años, la fuga de cerebros se manifiesta de forma preocupante. Sobre una población de 58 millones 990 mil habitantes, hay alrededor de seis millones de italianos en el extranjero, un tercio de los cuales están altamente cualificados, en busca de mayores oportunidades garantizadas por el mercado único y el espacio Schengen. Según datos del Istat, entre 2011 y 2021, 377.000 italianos de entre 20 y 34 años emigraron a los países económicamente más sólidos de la UE. Y a nivel europeo, cada vez más jóvenes altamente cualificados hacen las maletas: en 2021, el 32 por ciento de los ciudadanos europeos que abandonaron su país de origen tenían un alto nivel de educación, un aumento respecto al 28 por ciento en 2016.
La inteligencia italiana también está llevando a cabo una campaña masiva de reclutamiento en las universidades, que busca urgentemente “conocimientos y habilidades específicas” en los sectores de armas de destrucción masiva (ADM), misiles, materiales de doble uso y redes de adquisición, ciencias del comportamiento y elaboración de perfiles y actividades, pruebas de penetración y metodologías de red teaming, inteligencia sobre amenazas cibernéticas, ingeniería inversa, análisis de malware y análisis forense digital. También se buscan, como el año pasado, expertos en inteligencia artificial (ingenieros de aprendizaje automático, científicos de datos e ingenieros-arquitectos de big data), en algoritmos de criptoanálisis y fotointerpretación de imágenes de satélite, así como en archivo y digitalización de documentos. Sectores de investigación en los que las universidades italianas entrelazan sus intereses con los del régimen sionista, hoy fuertemente contestados por los universitarios ante el genocidio palestino.
El 1 de enero de 2024, la población residente en Italia tenía una edad media de 46,6 años. La población mayor de sesenta y cinco años, en su conjunto, a principios de 2024 asciendía a 14 millones 358 mil personas, constituyendo el 24,3% de la población total, frente al 24% del año anterior. También aumenta el número de personas mayores de ochenta años, los llamados ancianos mayores: con 4 millones 554 mil personas, casi 50 mil más que 12 meses antes, este contingente supera al de los niños menores de 10 años (4 millones 441 mil individuos).
Por el contrario, los individuos en edad activa y los más jóvenes están disminuyendo: los de 15 a 64 años pasan de 37 millones 472 mil (63,5% de la población total) a 37 millones 447 mil (63,5%), mientras que los muchachos de hasta 14 años de edad disminuyen de 7 millones 344 mil (12,4%) a 7 millones 185 mil (12,2%).
El descenso de la población juvenil ha tenido claras repercusiones también en el electorado joven, que en 20 años se ha reducido drásticamente, desde el 30,4% en 2002 hasta el mínimo histórico del 21,9% en 2022. El recorte de parlamentarios ha afectado casi exclusivamente a los menores de 35 años, con una caída drástica de los jóvenes electos, que entre 2018 y 2022 sufrieron una disminución del 80%, pasando de 133 a 27.
La influencia de los más jóvenes en la política es cada vez menor. Las encuestas muestran un fuerte sentimiento de alejamiento de las instituciones, percibidas como ineficaces para responder a sus necesidades por el 85%. La percepción cambia si miramos a la Unión Europea, que recibe una puntuación aprobatoria (6/10) en el índice de confianza. Cifras muy alejadas de las que caracterizan la participación política y protagónica en Cuba o la Venezuela bolivariana, donde la juventud constituye una fuerza social fundamental. Países a los que los gobiernos de la vieja Europa querrían dar lecciones, introduciéndose en las decisiones con las medidas coercitivas unilaterales impuestas por los EE.UU.: también para empujar a los jóvenes a alejarse de la política o abandonar su país.
(Tomado de Resumen Latinoamericano 26/4/2024, gentileza de la autora)
(*) Geraldina Colotti, Poeta, escritora y articulista italiana. Ha publicado más de diez libros entre ensayo, poesía, cuentos y novelas.