Por Gabriela Cultelli (*)
“Cuando me llegó el honor
De la tierra generosa,
No pensé en Blanca ni en Rosa
Ni en lo grande del favor”
(José Martí, Versos Sencillos, fragmento)
En el mes de abril pasado se cumplieron 135 años del nombramiento del cubano gigante como cónsul en Nueva York del Uruguay, esta “Tierra generosa” que en reconocimiento a su pueblo mereció uno de sus versos. Conocida fue su profunda amistad con el Dr. Estrázula, quien luego de emplearlo en el consulado y dado su traslado a Europa, deja a Martí al frente del mismo. Esta labor no solo permitía su dedicación a otras tareas, si no que surgen y han quedado para la historia informes y constancias de participación en diferentes eventos, destacadas como ninguna. Este Martí que pensara “en mi padre, el obrero” es luego nombrado también cónsul de la República Argentina y de Paraguay, cargos a los que renunciara a fines de 1891, para el caso de Uruguay ratificaría su renuncia el 1 de marzo de 1892, cercano a las vísperas de su desembarco libertario en la propia Cuba.
Fueron tiempos de Patria Grande, de conformación de una unidad histórica que hizo al poeta tan nuestro, que generó arraigos que llegan a explicar el hoy de entrelazamiento de pueblos que de alguna manera transcurrieron juntos su historia. Una Revolución martiana, y miles y miles de personas recibiendo aquí en Montevideo, ambas veces en la explanada de la Intendencia, al líder de aquella Revolución. Los cientos de uruguayos y uruguayas refugiados en Cuba cuando lo necesitamos, y de forma similar a muchos jóvenes cubanos que antes de 1959, entre ellos Raúl Roa, necesitaron de la solidaridad de esta tierra generosa, donde nuestra FEUU marcó un ejemplo.
Luego tantos profesionales y médicos graduados, la operación milagro y más de 100 mil personas que recuperaron la vista, el programa “En el País de Varela: Yo sí puedo”, de un lado, y la militancia solidaria del otro que llevó en tiempos de pandemia, y a manera de ejemplo, a enviar la mayor carga de jeringas donadas si lo cuantificamos en relación a nuestra población. Eternos lazos, que en algún tiempo implicaran el reclamo de la muñeca Leonor por niñas de nuestra tierra.
De hecho, este cubano de su tiempo y de todos los tiempos, multifacético y genial, trascendental, inabarcable desde una sola perspectiva al decir de la Dra. Marlene Vázquez, nos sigue llamando a la reflexión necesaria ya sea desde su poesía, dramaturgia, como desde su narrativa, ensayos, artículos periodísticos esenciales para llegar a las raíces de estos lares del mundo, del colonialismo y del imperialismo por aquellos tiempos naciente.
En aquella carta inconclusa a Manuel Mercado, en sus últimas letras escritas, en su último mensaje, Martí nos decía:
“ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber… de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso.
…con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de Nuestra América, al norte revuelto y brutal que los desprecia,
Viví en el monstruo y le conozco las entrañas, – y mi onda es la de David.”
Y lo decía aquel que murió por todas y todos nosotros, pero que sobre todo vivió por todas y todos nosotros, latinoamericanos sin exclusión. Aquel que tenía por concepto de Patria a la Humanidad, “Patria es Humanidad”. Porque se trata de repensar a Martí hoy, en términos de integración Latinoamericana, para transformar el mañana. Es que cada artículo, cada ensayo, cada obra literaria nos obliga a circular ideas; a pensar y repensar nuestra realidad factible de cambio.
Su escogida, pero no única trinchera, la de ideas, marca nuestra identidad irreductible. Vencedor de la muerte llega hoy a interpelarnos nuevamente. Porque como el mismo apóstol de creciente universalidad decía en “Nuestra América”, maravilloso ensayo suyo:
“Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo en la cabeza, si no con las armas de almohada… las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras.”
(Publicado en Portal de la Sociedad Cultural José Martí)
(*) Gabriela Cultelli, Licenciada en Economía Política (Universidad de La Habana), Mag. en Historia Económica (UdelaR), escritora, columnista y co- Directora de Mate Amargo. Coordinadora del Capitulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (REDH)