Por Ricardo Pose(*)
Postal 1
Mayo de 1979. “Un día me llevaron al “recreo”, se me acercaron tres oficiales jóvenes y comenzaron a interrogarme, en un tono agresivo, sobre un tal Daniel Ortega a quién yo tenía que conocer… Pensé que se trataba de alguien vinculado al MLN…a las estructuras orgánicas del MLN. Le conteste la verdad: no conocía a ningún Daniel Ortega. “dale no te hagas el vivo..mirá si no lo vas a conocer!” (Eleuterio Fernández Huidobro Memorias del Calabozo).
Postal 2
A fines de mayo de 1979 tras el llamado a una huelga general el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) lanza la ofensiva final.
14 de Junio. Diriamba al sur de la Capital pasa a control Sandinista.
15 de junio. Queda liberado el puesto de Peñas Blancas en la frontera con Costa Rica.
16 de junio. Las columnas del Frente Sur se apoderan de Sapoa. La dirección del FSLN anuncia la formación de la Junta de reconstrucción Nacional.
19 de junio. Los sandinistas controlan más de la mitad de Estelí. Somoza ordena bombardear los barrios alzados en Managua.
21 de Junio. Inicio de los bombardeos de la fuerza aérea sandinista.
20 de julio. Luego de un mes de intensos combates el FSLN ingresa a Managua. Había triunfado la revolución popular sandinista.
Una y mil veces
La revolución popular sandinista representó para mi generación lo que en su momento fue la revolución rusa, la china o la cubana o las luchas de liberación en África y en Viet Nam.
El Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua y el Farabundo Martí en el Salvador se convirtieron en faros para una generación “sedienta” de una transformación radical de las estructuras políticas y económicas y unos tímpanos sensibles a las frases guevaristas de luchas contra el imperialismo.
Pero la revolución sandinista tenía algunos condimentos que la hacían especial, empezando por los colores rojo y negro de su bandera.
Los revolucionarios tenían un fuerte componente juvenil, que además, habían triunfado.
Para los jóvenes de hoy puede parecer un elemento de escasa importancia pero tómese en cuenta que el promedio de edad de los tupamaro/as preso/as en el penal de libertad era de 19 años y aquí hablamos de jóvenes “soldados” en una franja a partir de los 16.
Retornaba la mejor tradición de las brigadas internacionalistas que habían participado en la Guerra Civil Española y que se iba a consustanciar en las brigadas internacionales post triunfo revolucionario durante fines de los 80’, y quienes habían participado militarmente en el triunfo final.
Llegó el momento de dar a conocer la experiencia de aquellos uruguayos en un documental que se está financiando con la colaboración a cuenta gota y que lleva el nombre de “Una y mil veces”.
Testimonios
Juntando los testimonios de las distintas piezas de un puzzle, Mate Amargo entrevistó a dos de los protagonistas de aquella gesta revolucionaria y compartimos su testimonio.
Fernando Mazzeo es uno de aquellos protagonistas y nos cuenta que “En Nicaragua participamos antes del triunfo de la revolución, que es lo que este documental quiere mostrar, 52 uruguayos, 49 proveníamos del MLN Tupamaros, 3 compañeros que se integraron en el grupo nuestro, junto con el último grupo que fuimos, (porque fuimos en tres grupos) del Partido Comunista Uruguayo. Veníamos de derrota en derrota, como quien dice. Es decir, después de los golpes sufridos en Uruguay, algunos habían estado presos, otros salieron del país por orientaciones del movimiento al que pertenecíamos, sin querer exigirse, pero bueno, no había infraestructura para tanto clandestino en aquel momento, y se decidió que salieran hacia Chile. Y posteriormente, con el golpe de estado en Chile, por distintos caminos llegamos a Cuba donde se supone que nos preparábamos para regresar a Uruguay a luchar contra la dictadura. En ese ínterin, en esas circunstancias, se debilita el movimiento nuestro, se alejan las posibilidades de regresar al Uruguay de forma clandestina, y en ese momento es que nos agarra el año 78’, cuando la situación en Nicaragua y la ofensiva del Frente Sandinista se hace más fuerte. Pero necesitaban ayuda. Y para esa ayuda nos anotamos, o sea, nos anotamos en el sentido de que enviamos una carta a la dirección del Frente Sandinista, que fue la que tuvo resultado, y después nos preparamos rápidamente, algunos prácticamente sin preparación, partimos hacia Nicaragua para participar en esa lucha.
Más allá de las circunstancias, de las valoraciones políticas, pesaban definiciones elaboradas sobre el papel del internacionalismo y el compromiso en la lucha con otros pueblos.
Sí, por supuesto, pero esas luchas, esas definiciones, ya las teníamos desde la formación y desde la militancia en Uruguay. En primer lugar, éramos herederos de la vocación internacionalista de los compatriotas que pelearon en la guerra civil española para defender la República de la Ofensiva del Fascismo, que fueron muchos uruguayos a pelear allá, y en todas las declaraciones siempre estuvo presente ese ejemplo. Después, por otro lado, teníamos la propia vocación internacionalista desde el ejemplo del Che y de muchos compañeros que ya en los años 60’ y pico empezaban a participar solidariamente con otras organizaciones revolucionarias del continente. (En particular uruguayos que fueron a pelear a Brasil N. de R) Después, ese mismo internacionalismo lo vivimos en Chile, estando junto a los chilenos en lo que pudimos, o por lo menos a las órdenes para resistir el golpe de estado contra Salvador Allende. Para nosotros la lucha era una lucha continental, y no exclusivamente nacional.
¿Cómo fue en ese contexto participar de este proceso en Nicaragua?
En aquellos momentos nos unían muchas cosas, aparte de ser como decía, como destacaba mucho Raúl Sendic, en el sentido de los movimientos de liberación nacional y su papel en las luchas de liberación de América Latina. Nosotros, desde el punto de vista personal, hacía muchos años que teníamos dificultades para comunicarnos con nuestras familias acá en Uruguay, y en general ya teníamos familias formadas allí, con Cuba mismo, con hijos, con compañeras, etc. Y bueno, fue un paso en el cual participamos todos, tanto compañeras como compañeros. Hubo más o menos unos 100 aproximadamente, no tengo la cifra, pero unos 100 compañeros y compañeras dispuestas a ir a participar. Pudo participar la mitad, pero quedó otra mitad dispuesta a ir a combatir si era necesario. Por suerte no fue necesario, porque el triunfo llegó antes. Pero fue una tarea colectiva y sobre todo voluntaria. Es decir, lo que nosotros queremos destacar en ese documental es que nosotros, por las raíces que teníamos, nos ofrecimos nosotros para ir a luchar, y no nos envió una organización o un partido en este momento. Ese es un punto que queremos rescatar.
Una cosa que me interesa, si se puede conversar, es este asunto, porque ustedes en realidad venían de la participación de una experiencia prácticamente, bueno, de una definición que está ahí todavía, entre una guerrilla urbana o una organización política con armas, a pasar de golpe a una pelea casi que de ejércitos convencionales, o de guerra convencional, por decirlo de alguna manera. ¿Cómo fue ese salto?
Lo que pasa es que no era tan así, digamos, en Nicaragua lo que se vivieron fue una lucha de guerrilla rural y urbana cuando nosotros fuimos allí. Entonces, a pesar de que aparentemente se trataba de una guerra convencional, no lo era tanto. No había una línea del frente definida. Si bien usábamos obviamente, armas de guerra, o sea, fusiles, fusiles automáticos, cañones y retrocesos, y hasta morteros y ametralladoras antiaéreas, por todo el apoyo internacional que se logró en ese momento. Era un mixto entre una guerra de guerrilla rural y una guerra convencional. Aunque obviamente, como el ejército de Somoza nos atacaba con obuses y con bombas aéreas y todo lo demás, había que hacer trincheras y pozos de tirador.
Para ustedes era una experiencia inédita, que era finalmente el triunfo de la revolución sandinista. ¿Cómo vivieron ese momento?
Bueno, aquello fue muy emocionante por el hecho de que veías a la gente, al pueblo, es decir, festejar aquel triunfo. Es decir, aquello no fue un triunfo nuestro, por supuesto, fue un triunfo del pueblo nicaragüense, fue un triunfo de los pobres, de los humildes, de los rezagados, y eso fue lo más grandioso de aquel momento, además del triunfo de una revolución en América Latina. Obviamente, yo personalmente no pude vivir la entrada del Managua, porque un grupo muy pequeños, éramos cuatro nada más, nos asignaron quedarnos allí en el frente sur, donde estábamos, para guardar la frontera, para enseñar a otra gente a utilizar las armas que allí quedaron, para fiscalizar la documentación de la gente que entraba desde Costa Rica a Nicaragua en aquel momento. Entonces no viví el triunfo, pero otros compañeros como Osvaldo Ronqui o como Miguel Ángel Ortiz nos pueden contar bien.
¿Por qué dar a conocer esta experiencia y en este formato documental?
Bueno, los motivos fueron que ya pasaron muchísimos años, todo esto está desclasificado, digamos, de cuestiones de información, y además estamos perdiendo por cuestiones de la biología muchos compañeros que van quedando en el camino. Y además porque fundamentalmente es una experiencia que no nos pertenece a nosotros, sino que pertenece al pueblo uruguayo como tal. Nosotros simplemente fuimos unos exponentes, de donde sabemos que otros muchos hubieran estado en nuestro lugar y hubieran hecho lo mismo. No pudieron estar los compañeros que estaban presos en aquellos momentos, no pudieron estar los desaparecidos, no pudieron estar otros compañeros que estaban en la clandestinidad acá en Uruguay, pero que de corazón estaban junto a la lucha de ese pueblo de Nicaragua.
Otro testimonio al que pudimos acceder es al del “Cholo” Ortiz así que nos cuenta su experiencia.
Bueno, lo que pasó es que había compañeros que habían hecho una carta para ofreciéndose a los sandinistas para participar en ese proceso. Yo no firmé la carta, por decir de alguna forma. Pero sí, al enterarme de que esa posibilidad estaba, yo le dije que a los compañeros que habían hecho la nota, que contaran conmigo. El caso particular fue que yo estudiaba en esa época veterinaria en Bayamo, y cuando pasé por Santiago de Cuba, voy a la casa de Rubén de León, y él me había dejado una esquela, porque no encontré a nadie ahí, donde decía que había llegado la oportunidad, que ellos habían sido movilizados por los cubanos. Ellos fueron los que integraron el primer grupo, que fueron 11. Ellos entendían que iban a seguir citando, entrevistando compañeros que no veíamos en Nicaragua.
Yo había estado preso que en Uruguay. Después tuve la mala suerte que también caí en Chile cuando el golpe. Y de ahí salimos a Suecia. Y de Suecia, justamente por ser miembro en ese momento del MLN fue que apareció la oportunidad de ir a Cuba. Y yo fui a Cuba. Yo no quería estar en Europa.
¿Y cuando sale lo de Nicaragua, a dónde es que llegás? ¿Lo que se pueda contar, no?
Yo fui partícipe del último grupo que fue. No sé si los otros fue similar, creo que sí, nunca lo he preguntado. Llegamos a Panamá desde Cuba; en Panamá, tuvimos una casa de seguridad del Frente Sandinista, y de ahí salimos hacia Nicaragua, hacia la frontera con Costa Rica, en un avión bastante deteriorado, bastante viejo, me acuerdo que volábamos de noche y sin luces muchas veces, cuando Costa Rica es un país muy montañoso. A mí lo que me daba la impresión de que siempre íbamos a chocar sobre la montaña, porque veíamos la montaña y parecía que nos acercábamos a ella. Y ahí nosotros llegamos a Liberia, una ciudad costarricense. Lo que había no era un aeropuerto, había un campo de aterrizaje en esa época. Ahora hay un aeropuerto internacional. Ahí nos bajamos, nos estaban esperando en camiones con toldos, y de ahí fue que nosotros llegamos a la frontera con Nicaragua, a Peñas Blancas, que ya en ese momento Peñas Blancas estaba en poder de Frente Sandinista. Peña Blanca es el puesto fronterizo que está entre Costa Rica y Nicaragua.
La ofensiva final ya estaba largada. Lo que pasa que el Frente Sandinista había intentado entrar por el sur anteriormente, y fueron repelidos. Es decir, ellos entraron por una zona que se llama el Naranjo, que está más hacia el Pacífico, y se incrustaron que tuvieron que salir. Entonces después se repliegan, se reunifican en la frontera con Costa Rica, y preparan la toma de Peñas Blancas. Claro, esa frontera fue lo que permitió decir ahí hubo una situación muy particular, la situación de que estaban varios países, porque si nosotros circulamos por Panamá, es porque se sabía que el gobierno de Torrijos en ese momento había dado el aval. Si pasamos por Costa Rica, es porque el gobierno costarricense había dado un aval. Entonces, esa circunstancia internacional le permitió al frente de que por ahí, por la frontera sur, pudiera entrar armamento, municiones. Bien, nosotros llegamos, nosotros llegamos de noche, me acuerdo que nos cambiamos de ropa, porque nosotros llevábamos el uniforme en una no me acuerdo muy bien, en un bolso, en algo de eso. Y al otro día vinieron mandos sandinistas, y a mí concretamente me ubicaron en una en una batería de mortero, 82 compañeros, uruguayos, ahora me acuerdo que se llama Rolando, pero no hay el nombre de él, muchachos panameños. Empezamos, nos trasladamos, era una batería móvil, no nos ubicaron en ningún punto específico, nos movimos en algunos distintos puntos del frente. Después terminé en una batería que manejaba un mortero 120, que es un mortero mucho más grande, que permite disparar a mayores distancias. También fue móvil. Nos desplazábamos por distintas partes del frente.
¿Vos venías ya con instrucción militar, o fue un proceso rápido de formación ahí mismo?
Fue un proceso rápido de formación, pero claro, fue el grupo que más tiempo pudimos hacer, porque el primer grupo prácticamente no sé cuántos días, nunca le pregunté al compañero, prácticamente muy poca formación. El segundo grupo también. Nosotros la distancia temporal entre un grupo y otro no la tengo, pero nos permitió estar por lo menos15 días más en las unidades que recibimos en entrenamiento militar.
¿Y cuando el ingreso a Managua, vos participaste o te tocó algún otro tipo de tarea más de control?
Bueno, cuando el triunfo de prácticamente todo el frente sur, salvo algunos compañeros que los dejaron ahí en la frontera, se formó toda una caravana hacia Managua. Ahí, digamos, hablando con algunos compañeros que también participaron ahí, cuando empezaron a salir de la trinchera o del monte, increíble lo que era la tropa sandinista del frente sur. Y era increíble, eran fundamentalmente muy jóvenes, que te decían: “con esto pudimos, por lo menos para entretener a la guardia acá”, Y si eran mucha gente joven, mucha con poco avituallamiento, en cierta forma una tropa pobre.
Y se dieron casos increíbles. Yo me acuerdo de un muchacho que para mí era menor de edad, y que tenía cierta discapacidad, y él gatillaba el fusil, el FAL con los pies, porque no tenía fuerza en las manos. Las condiciones no eran las mejores, armamento sucio. Entonces, claro, todo eso afectaba quizás la efectividad pero triunfaron, derrotaron al ejercito somocista.
De ahí se formó toda una caravana que fue pasando por los distintos pueblos hasta Managua. En cada pueblo estaban esperando el paso de la los nicas, la gente le gritaba a los sandinistas, “los muchachos, los muchachos”, porque eran todos jóvenes. La mayor parte de nosotros éramos en cierta forma más viejos que esos.
¿Cuántos años tenías vos ahí?
28 años.
Para compañeros como vos que venían de la lucha en Uruguay debe haber sido un poco como tocar el cielo con las manos.
Sí, la verdad que sí. La verdad que fue una experiencia que para muchos, cada uno lo vivió de una forma, pero para mí fue como decir: al fin ganamos una, no?
Claro, a eso me refiero. Venían de derrota en derrota.
En los orígenes del MLN siempre hubo internacionalismo, porque se habló de la Continentalidad de la lucha y el haber vivido en Cuba fue una enseñanza enorme para todo lo que es el internacionalismo.
(*) Ricardo Pose es Periodista en Caras y Caretas, Presidente sector Prensa Escrita (APU). Columnista en Mate Amargo, CX 40 Radio Fénix, Radio Gráfica, Tierra de periodistas Rocha FM, Notero en Telesur y tvg China
Nota Mate Amargo:
Para aportar al proyecto, los compañeros cuentan con una campaña desde GOTEO donde se pùede aportar:
https://www.goteo.org/project/una-y-mil-veces
o directamente a las siguientes cuentas BROU:
Caja de ahorro en pesos
000270903- 00001
Caja de ahorro en dólares
000270903-00002
a nombre de Álvaro Mazzeo.