Por Rolando W. Sasso(*)
Es increíble la capacidad que tienen los representantes blancos del gobierno de coalición para transformar lo negativo en positivo, lo que los incrimina en lo que los disculpa. Con gesto enojoso minimizan sus errores y descalifican a quienes los denuncian y siempre atacan las administraciones frenteamplistas.
Parece mentira pero es verdad.
No importa si son denuncias por corrupción, por clientelismo, por delitos sexuales, o si refieren a seguimientos ilegales. Se declaran cansados de las filtraciones y acusan sin pruebas a la Fiscalía que es parte del Poder judicial. Y si no son los fiscales entonces son los periodistas. No se les ocurre mirar por ejemplo hacia el Ministerio del Interior donde están en custodia los celulares conteniendo la información revelada y tal vez filtrada.
No importa si los caudillos denunciados lo son por llamados telefónicos que individualizan la voz del que ofrece renovar un contrato de trabajo a cambio de sexo en las oficinas de la municipalidad; o si la filtración señala la entrega del pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset.
No importa si los dirigentes están acusados de la violación de una menor en la fiesta donde se celebraba un resultado electoral. Se ignoran los delitos más descarados y se arreglan con una sonrisa que deslizando un “algo habrá hecho” revierte las pruebas en contra de la víctima.
Peor aún es el caso Gustavo Penadés que involucra a menores a cambio de dinero y en reiteración real. Todo esto condimentado con intentos de interferir con la justicia, con seguimientos y pesquisas para conocer a los denunciantes protegidos para presionarlos. Hay procesados por todos estos delitos.
Con la mejor de sus caretas de palo niegan los hechos, alegan desconocimiento sobre lo que todo el mundo comenta y ridiculizan declaraciones de la oposición política que reclama explicaciones. En reportajes de los medios desestiman lo que no les favorece y elevan al acusado a la categoría de “valiente” por renunciar al directorio del Partido Nacional tras un escándalo de presión sobre fiscales para favorecer al acusado Penadés. ¿Dónde está la valentía de Iturralde?
En ocasiones recurren a que “el asunto es privado” y no involucra a las instituciones, pero no es así porque los acusados en las filtraciones pertenecen a un ministerio, son depositarios de jerarquía política, integran el órgano legislativo o revistan en cargos públicos con bienes del Estado a cargo. Son seres políticos que hablan de asuntos políticos, no de cuestiones privadas y tienen consecuencias políticas.
En ocasiones renuncian a sus cargos públicos por sospechas de corrupción y retornan a sus bancas parlamentarias y a sus fueros. ¿Será que el Parlamento Nacional no merece las mismas exigencias morales?
En suma, la escenografía en la que todos los blancos participan está pensada y orquestada para impactar sobre la opinión pública desde una posición de alegre inocencia, haciendo alardes de machismo al pecherear periodistas y en la negativa de cualquier error.
“Pasé a saludar” dijo el presidente Luis Lacalle Pou a cuento de la reunión en Torre Ejecutiva donde se decidió eliminar pruebas perdiendo celulares y destruyendo documentos. “Perfecto” escribió el presidente en un chat con Alejandro Astesiano que le informaba sobre el seguimiento al presidente del PIT-CNT Marcelo Abdala. “Siempre recibí información” contestó el mandatario desmarcándose del hecho ilícito.
No sólo es un hecho ilegal sino que cualquier ciudadano podría ser víctima de espionaje sin orden judicial. Pero desde presidencia están “cansados de las filtraciones”. ¿Estaremos todos en la mira?
(*) Rolando Sasso es fotógrafo, Periodista y escritor. Tiene en su haber varios libros de profunda investigación periodística sobre el accionar histórico del MLN-T