SE QUEDÓ EN EL REBOTE
Por economiapolitica.uy *
Héctor Tajam **
Dibujo de Adán Iglesias Toledo ***
La economía uruguaya se ha detenido. Al cabo del primer trimestre del año 2024, comparado con el mismo trimestre de un año atrás apenas creció 0,6%, medido por la evolución del Producto Bruto Interno (PIB), que reúne el resultado global de los diversos sectores económicos. Si la medición la realizamos comparando el PIB acumulado durante un año, lo que se denomina año móvil, el resultado es crecimiento cero. En sus diversos componentes, la mayoría registró resultados negativos, con excepción del consumo de los hogares, las importaciones, y de las actividades agropecuarias en su conjunto, de los servicios financieros y de los servicios brindados por la administración pública.
En el año 2020, con el país afectado por la pandemia Covid 19, la economía nacional tuvo una brusca caída del orden del -7,4%, una situación compartida con el resto de los países de la región. Cuando se cae tan fuerte por una situación particular, la actividad económica habitualmente genera a continuación un proceso de recuperación, denominado “rebote”. Es tal cual, un rebote, como se puede apreciar en la gráfica 1. Al segundo trimestre del año 2022, el PIB había recuperado y superado el nivel prepandemia (2019) en 1,8%. Pero hasta allí alcanzó el brevísimo período de crecimiento (15 meses), sin duda impulsado por un excepcional aumento de la demanda internacional (en precios y volumen), que también tuvo su “rebote”, y por las etapas finales de la inversión extranjera en la producción de celulosa (planta UPM).
De allí en adelante, hasta los últimos datos proporcionados por el Banco Central del Uruguay (BCU) en estos días, el crecimiento económico ha estado ausente, de tal forma que desde aquel segundo trimestre de 2022 hasta el primero del año 2024 el volumen del PIB es apenas un 1% superior. En la comparación regional, este débil desempeño de los recursos humanos y materiales utilizados a escala nacional implicó que Uruguay fuera el país que con menor diferencia superara en 2023 los niveles alcanzados del PIB en prepandemia (2019). Es lo que muestran el gráfico 2 y el cuadro 1.
Se han difundido expectativas de crecimiento para el PIB en 2024 superiores al 3%. En particular el Banco Mundial 3,2%, Cepal 3,6%, FMI 3,1%. En el contexto que estamos analizando, nos parece que un crecimiento en torno al 2,5% es más ajustado.
EL CONSUMO SALVA DE LA RECESIÓN
La política salarial del gobierno de coalición multicolor, impuesta en la negociación tripartita junto a las patronales, se asociaba en primera instancia con la expectativa de crecimiento económico que seguiría al “rebote”. Fue así que se alentó la inversión privada con bajos salarios, ajuste fiscal y mercado laboral más flexible, estirando la recuperación salarial hacia el fin del quinquenio. Pero en este quinquenio que se termina, el estancamiento económico se instaló a la vez que debían cumplir con la recuperación acordada con los trabajadores. El consumo de los hogares entonces sostuvo de alguna manera la demanda y evitó que el PIB ni entrara en recesión.
En los últimos doce meses a marzo 2024 el consumo creció 2,6%, incidiendo para que el PIB no sufriera una caída real a principios de este año. Aumentó el consumo de los hogares en ese período, basado en la recuperación salarial y el aumento del empleo (4% y 2% respectivamente), que se ubican a su vez 0.8% y 3% por encima del nivel de 2019. Al respecto el Informe de Cuentas Nacionales del BCU destaca textualmente: “En el primer caso, se destaca la incidencia positiva del gasto en vehículos, prendas de vestir, servicios de transporte de pasajeros y de restaurantes y hoteles”, lo cual ya nos da un indicio de la forma desigual en que se ha distribuido el aumento de la masa salarial entre los hogares. Lo que veremos más adelante.
A su vez, la otra variable del consumo interno, la inversión en bienes de capital, la variable principal que empujó el “rebote”, continúa en descenso a raíz de la caída de las obras de construcción, “principalmente por la finalización de la construcción de la tercera planta de pulpa de celulosa y por la menor inversión en la construcción del Ferrocarril Central” (Idem BCU).
La demanda externa tampoco colaboró con el crecimiento en los últimos doce meses si la observamos desde su variación anualizada, con una caída de -0,6% en su volumen exportado y una importante reducción en los precios promedio de nuestros bienes y servicios exportados. Frente a un aumento del volumen de las importaciones y una menor caída de sus precios, el balance comercial y los términos del intercambio se deterioraron nuevamente.
Y LA DESIGUALDAD AUMENTA
Si bien, como ya vimos, la distribución del ingreso fue mejorando en 2022-2023 con vistas a recuperar el nivel alcanzado en prepandemia. Lo hizo en función de los componentes de la masa salarial, el empleo y el salario real. Pero el entorno de política económica y de estancamiento ha determinado que esa evolución sea acompañada de un aumento de la desigualdad. Observando la información proporcionada por la CEPAL (Comisión Económica para América Latina de la ONU) nos encontramos que los únicos hogares que mejoraron su participación en la distribución del ingreso nacional entre 2019 y 2022, fueron aquellos que pertenecen al 20% (quintil 5) más rico. TODOS los demás quintiles, incluido el 20% de familias más pobres, perdieron participación en la distribución del ingreso generado en el año 2022. Es lo que mostramos en el cuadro N° 2.
Esta evolución reciente fue precedida por un largo período (15 años de gobiernos del Frente Amplio) en el cual el ingreso nacional progresivamente fue repartido beneficiando a los grupos poblacionales más pobres. El cuadro 2 también nos muestra este resultado desde el 2007 al 2019, período en el cual los hogares más pobres, pertenecientes al quintil 1 de ingresos, accedieron a un reparto a su favor un 22% mayor. Por el contrario, entre 2019 y 2022, ese mismo 20% más pobre perdió participación en el orden del 7%.
Recientemente, prácticamente se viralizó una gráfica de la consultora ExAnte donde justamente se mostraba que en 2023 la distribución del ingreso solamente había favorecido a los hogares pertenecientes al 20% más rico, dejando por el camino todo atisbo de la presencia del famoso derrame del cual se ha hablado tanto. Lo cual corrobora las conclusiones derivadas de los números que manejamos con fuente en la base de datos de la CEPAL.
Sin duda se está frente a desafíos que abarcan las principales áreas de la política económica, el crecimiento y la distribución de sus frutos. En ese orden es necesario definiciones estratégicas, pero que comienzan ahora, que promuevan una progresiva desalineación de la determinante de nuestros ciclos, que nos derivan en un crecimiento inestable e insuficiente en el mediano y largo plazo. Es lo que ha sucedido con los precios internacionales de nuestros, pocos, productos exportables y con la inversión extranjera que fluye detrás de ese fenómeno. Y no se debe esperar al crecimiento para una mejor distribución. Luego de un intenso proceso de acumulación y concentración del ingreso y de la riqueza, se puede comenzar ya a revertirlo, convirtiendo a la propia distribución en un componente del crecimiento, en una dialéctica que puede transformarse en un círculo virtuoso.
Gráfico 1
Gráfico 2
Cuadro 1
Cuadro 2
(*) EconomiaPolitica.uy es un Programa de asesoramiento, investigación y formación en Economía Política.
(**) Héctor Tajam es Economista, Director del Programa EconomiaPolitica.uy y Columnista de MateAmargo. Fue Diputado (2005/10) y Senador (2010/15) por el MPP – Frente Amplio. Miembro del Capítulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (RedH)
(***) Prof. Adán Iglesias Toledo, Director del Medio humorístico DEDETE del Periódico Juventud Rebelde, miembro de la UNEAC. Colabora con varios medios de prensa en su país y en el extranjero.