Por Mate Amargo(*)
Ayer, a la hora en que cerrábamos la Edición para hoy, los números de las Elecciones Internas en Uruguay nos decían que Yamandú Orsi (alrededor del 60% de los votos al FA), Álvaro Delgado (alrededor de 77% de los votos al PN) y Andrés Ojeda (alrededor de 35% de los votos al PC), serían los candidatos a disputar la Presidencia por sus respectivos partidos.
Pero antes de tener estos números, durante toda la jornada, fuimos obteniendo otros números. Los números de la participación de la gente, que ya desde el mediodía indicaban que serían menores a los de los comicios anteriores…incluso se habla del menor porcentaje de votos en la historia de nuestro país.
¿Explicaciones? De todo tipo: que la Copa América, aunque dudo que el millón ochocientas mil personas que faltaron a la cita estén todas en gringolandia; que el frío, aunque el día no pudo haber sido el mejor; que las internas ya estaban definidas de antemano, aunque en el Frente Amplio pero en especial el Partido Colorado sabíamos que iba a haber disputa.
Por ahí algún osado se ha animado a decir que últimamente vivimos en campaña y eso cansa. Que la cartelería ya empieza a molestar, a los que manejan y no saben cual de todas las velocidades es la permitida (ya que muchos partidos han decidido propagandear sus números de listas con círculos redondos igual a los que utilizan los Departamentos de Tránsito) pero también a los que -sin ser “ambientalistas”- saben que esos cartonplast van a terminar en la vía pública cuando el viento se encargue de ellos. Aunque en estas elecciones se empezó a implementar la huella digital como plan piloto, suponemos, de futuras elecciones digitales y así evitarnos el disparate de hojas desparramadas que además siempre llevan a confusión a la hora del cuarto oscuro.
Lo cierto es que ya durante los anteriores gobiernos del Frente Amplio se instaló la idea de una campaña sin fin, y estos 4 años y pico no han sido la excepción. Siempre hay algún tema con el cuál reclamarle al gobierno de turno y estos 4 años hubo temas todos los días. Bienvenidas todas las voces siempre, es el juego electoral, un ejercicio que supere el juego mediático sería analizar ¿cuáles de todos los temas en boca de la oposición de turno son estructurales y no han habido gobiernos que los puedan resolver completamente? Y hacia allí dedicar nuestros mayores esfuerzos, sin descanso y sin traer de los pelos al miedo de que si no hacemos cosas visibles hipotecamos un futuro gobierno de nuestro signo. Porque lamentable, pero realmente, los problemas invisibles son los más…las personas invisibles son las más.
Y con este gobierno de derecha ese número de personas aumentó sustancialmente, y para poder abarcarlos el progresismo va a tener que hacer algo más que solo gestionar mejor. Capaz incluso va a tener que gestionar más, llevar gestión adonde solo entra el lobby, llevar gestión adonde solo entra el secretismo, llevar gestión adonde solo entran los entendidos que no hacen ningún esfuerzo porque hayan más entendidos, llevar gestión adonde el Estado se retiró. Y también va a tener que cambiar el concepto de gestión, le va a tener que poner cara, brazos y piernas. De nada servirán los grandes números ni los grandes porcentajes si todavía hay cuerpos sometidos al sistema, si todavía hay cuerpos sometidos a la actual gestión del actual sistema.
Un gran espacio del campo popular está contento con los resultados del Frente Amplio, hay esperanzas claras para octubre. Alrededor de 400.000 votos obtuvo, cerca de duplicar su anterior desempeño en 2019 y cerca de la mitad de los votos totales de estas internas.
Dijimos cerca, no cerquita, después del festejo y un merecido descanso habrá que volver a prender los motores para que el resultado electoral refleje el cansancio del pueblo con este gobierno corrupto y hambreador, y se gane en primera vuelta o -aunque sea- con mayorías parlamentarias.
Ningún capital va a disparar, ningún cuco debería tener lugar.
El Frente Amplio puso orejas bien grandes para los necesitados, recorriendo el país en los últimos 2 años para escuchar los reclamos. A esos reclamos habrá que ponerles recursos y deberemos generarlos, pero también evitar que los recursos que generan otros -con la plata del Estado- vayan a parar a paraísos fiscales o a compra de tierras en otros países, y se inviertan en nuestro país, en nuestras necesidades, en nuestros necesitados.
(*) Colectivo Mate Amargo es un Colectivo integrado por las y los compañeros que construimos a diario este medio de comunicación alternativo.