Cuba a 71 años del asalto al Cuartel Moncada

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Por Maribel Acosta Damas (*)

Aquel 26 de julio de 1953 fue el reinicio – una vez más – de las luchas libertarias cubanas, que comenzaron en 1868 con la primera guerra de independencia; reanudada en 1895, organizada por José Martí y frustrada en 1898 con la intervención de Estados Unidos.

Cuba se debía su soberanía. Y esa madrugada de 1953 un grupo de jóvenes, con Fidel Castro a la cabeza, comenzó la nueva etapa de batallas que culminaría con el triunfo revolucionario del 1ro de enero de 1959.

Sin embargo, se iniciaba un nuevo episodio, mayúsculo y hercúleo: defender la soberanía conquistada. Cuba no la ha tenido fácil. Han sido más de seis décadas de bloqueo, de agresiones, de vuelta a empezar. Y el pueblo cubano es el gran protagonista de una epopeya que se acrecentó a partir de los años 90, cuando el entonces Campo Socialista desapareció, la URSS dejó de existir y al paradigma de la utopía para los pobres del mundo le sustituyó la imagen derribada del Muro de Berlín como nuevo símbolo de horizonte.

Pero Cuba no se amilanó. Vinieron nuevas proezas. Y con el liderazgo de Fidel, el ingenio popular, el patriotismo, la solidaridad internacional y la solidaridad hacia adentro -entre las cubanas y cubanos- el país logró sostener su proyecto cuando muchos lo daban por imposible.

Para los años 2 mil, lo que Fidel llamó Batallas de ideas resultó otro gran proyecto de reencuentro de la identidad y en lo conquistado, para defenderlo y seguir adelante. De ahí nacieron las organizaciones de trabajadores sociales para incidir en la protección a los más vulnerables. Ahí surgieron las universidades municipales que movilizaron a miles de profesionales de todo el país para contribuir a cerrar las brechas de acceso que se habían creado y devolver a la universidad su condición revolucionaria de para todas y todos. Un contexto latinoamericano favorable desde el punto de vista político benefició la inserción de Cuba en un modelo de intercambio y trabajo Sur-Sur, que le permitió continuar el ritmo de desarrollo; y un entorno menos agresivo durante el periodo de Obama como presidente de Estados Unidos, dio un respiro al bloqueo que seguía y sigue en pie.

Ya en 2017, cuando Donald Trump llega al gobierno en Estados Unidos, el reto de sobrevivencia para Cuba se hizo mayor: fueron implementadas a niveles máximos nuevas medidas de asfixia, acoso financiero, comercial y mediático; y dirigido a Cuba especialmente -con fondos millonarios- se acrecienta un nuevo escenario de beligerancia: la guerra en las plataformas de redes sociales. La inclusión de Cuba- una y otra vez- en la lista de países patrocinadores del terrorismo, tiene al país casi atado de pies y manos, por la incidencia que tiene en su comercio y desarrollo. Por otra parte, sabemos que la llegada de Joe Biden al gobierno de Estados Unidos, no significó nada en el alivio, al menos, de lo que su predecesor había hecho.

En el contexto internacional, la pandemia de Covid 19, las guerras y genocidios del imperio en el mundo de hoy, la cada vez mayor pérdida de autonomía de la Unión Europea y el ascenso de las derechas en ese continente, han complicado el panorama no solo de Cuba, sino de todos los países en desarrollo.

Pero volteando la memoria, hay que recordar que en ese escenario Cuba fue capaz de hacer sus propias vacunas para salvar a su pueblo de la covid 19, en otra proeza gigante de sus científicos, de su personal de salud y de sus hombres y mujeres. En ese momento crucial, Estados Unidos impidió a Cuba no solo importar vacunas, ni siquiera oxígeno para sus terapias intensivas en medio de la oleada de enfermos. Y Cuba sobrevivió. Sin embargo, la pospandemia, con un costo alto desde el punto de vista económico, trae al país a una aguda crisis económica de la que no se ha recuperado y cuyo impacto en los servicios públicos es alto, con amenazas de retrocesos muy complejos en los niveles alcanzados. Como parte de ello se suma- alentado y diseñado desde Estados Unidos- un alza migratoria, fundamentalmente de jóvenes, que desangra el capital intelectual formado por la Revolución. Y pudiera comprometer su futuro.

Cuba no está detenida. Los retos son enormes. Y en medio de tan desfavorables circunstancias sigue resistiendo y trabajando desde el punto de vista social, económico y legislativo en una velocidad de acciones sin precedentes, entre las que se encuentran: En 2021 fue aprobado el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM); en 2022, se aprobó en referéndum el Código de las Familias, que amplía el reconocimiento a la diversidad de las familias, fortalece la responsabilidad parental y la protección a las infancias, las mujeres y las personas adultas mayores. Otros espacios normativos han reforzado la protección de las personas contra cualquier forma de discriminación como el Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial y la Estrategia integral de prevención y atención a la violencia de género y en el entorno familiar. En 2022 fue aprobada, además, la Ley No. 148 Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional y su Reglamento (Decreto 67/2022) y entró en vigor un nuevo Código Penal y en julio de 2023, se aprobó por el Parlamento la Política para la Atención Integral de la niñez, la adolescencia y las juventudes en Cuba. Las sesiones del parlamento recientemente concluidas, aprobaron nuevas leyes de interés social.

Cuba no la tiene fácil. En cómo sortear el bloqueo, cómo la dirección del país se convierte en la niña de los ojos de su pueblo, con liderazgo y ejemplo como siempre ha sido, cómo recobrar el consenso social, cómo activar sus organizaciones políticas y populares que han sido determinantes a lo largo de la Revolución y en cómo recuperar su economía para detener el éxodo, están algunos de sus desafíos inminentes.

Una vez más las redes de apoyo y solidaridad, la determinación de su pueblo en la percepción de un futuro a la vista, la esperanza y la conducta ciudadana consciente, dirán la última palabra.

Lo cierto es que el pueblo cubano ha sido portador de una memoria histórica que le ha permitido no perder el rumbo. El país está en lo que podríamos llamar, la reconfiguración de un tejido social de apropiación de lo mejor de su identidad. Y aquel 26 de julio de 1953, en fue el reinicio de las luchas libertarias cubanas, está ahí como legado y horizonte para siempre.

(*) Maribel Acosta Damas, Dra. en Ciencias de la Comunicación Social, Periodista cubana y docente de la Universidad de La Habana, trabaja y colabora con varios medios de su país y de otros países.

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