Por Camilo Álvarez Lopez(*)
Hace años leí una historia de la oveja que se pensaba pastor. Ella, como se ponía delante, como cortando el viento dejando atrás al rebaño, se pensaba que la seguían a ella. El cuento sigue y no recuerdo muy bien cómo.
Sin embargo, un candidato a presidente creo que también leyó ese libro y si se acuerda del final. Resulta complaciente su perspectiva. Asumiendo el respeto que merece que algunos miles de uruguayos confiaron para que los represente, es imposible no decir que su actuación como pastor siendo rebaño, mirando el “cayado” para descifrar su próximo movimiento mientras el perro ladra al costado ordenando seguir, aunque sepa para donde.
No ha encontrado más espacio que determinar “el enemigo”. En pleno siglo XXI, moverse desde la ambivalencia emocional en política es un sendero que conduce, solamente a transformarse uno y su equipo en anécdota. Esto lo tiene muy claro personas con las que me distancian muchas cosas, pero que sin embargo entendieron esto.
Ojeda, la oveja que se cree pastor, intensifica su lucha imaginaria, cambiando molinos por twitter, doncellas por zubias y terceras vías, justicia por odio y filosofía por revistas de chimentos. Es claro que, a diferencia de algunas camisas, este encargue le queda grande.
No ha tenido una sola idea que no sea movida por el odio, nada ha salida desde el 27 de junio de su boca que no sea hablar mal de alguien.
Si fuera poco, deja pegado a un pueblo que confió, que lo vio incluso de utilidad para llegar a algún lugar cálido que se agarra los pelos por lo performatica que viene siendo su campaña. A esta altura casi seguro que ni siquiera el pastor, el “cayado” y el perro que ladra deben estar contentos con sus escandalosas actividades.
Se propone puente de un arroyo que está seco, de qué sirve el puente cuando se puede pasar caminando el arroyo que quedó seco.
Por momentos, en las conversas que tengo a la pasada con amigos blancos y colorados, me dicen que realmente se las complica este fulano. Tal vez, un buen llamado sería a que se ubique y que permita, aunque sea acumular lo necesario para no terminar de echar lo colorado que le queda al partido. Pensándolo bien, tal vez muestre más interés en una charla virtual. Como sean, alguien debe darse a la tarea de que no destruya los cimientos que aún quedan en el partido colorado. Y ojo que no digo esto defendiendo al partido colorado que, por cierto, tiene muchas voces que lo hacen y lo hacen muy bien, muchos que están aún y otros que toman distancia. Más bien lo hago porque una cosa es perder en ley, pero otra cosa es perder por el ladrido de un perro que le marca el camino a la oveja.
Veremos que dicen los votos, que en definitiva es quien determina la historia electoral. Por lo pronto, no parece ser algo alentador ni para blancos orgullosos ni para colorados de ley, que Ojeda continúe en este trille.
(*) Camilo Alvarez Lopez es integrante de Somos Barrios Uy y Coordinador honorario del área de Educación Popular del Centro Martin Luther King de Uruguay. Fue Director del MIDES para Montevideo y encargado del área social en el Plan Juntos del Ministerio de Vivienda